Sin nada en el corazón

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¿Que se supone que haga? ¿Que puedo hacer para cambiar las cosas?

Es algo que Tisha se pregunta cada noche, a veces sin poder dormir bien se levanta y posa su mirada sobre la ventana esperando verla, a veces al girar en la esquina de su casa mira rápidamente la puerta esperando verla allí, la busca entre la gente, entre los tumultos, sus ojos se pierden en las personas que de lejos le recuerdan a Shiruba por su contextura o color de pelo. Tanta gente pero nadie es ella, Tisha pasa su día a día, se despierta, desayuna, sale, estudia, pasea, hace sus trámites, hace su vida como siempre, pero algo no es lo mismo, a los colores les falta vida, el viento no se siente tan bien, la comida no es tan sabrosa, no tiene el mismo apetito, hasta sus momentos de diversión se sienten agridulces. Ya no es lo mismo mirar la lluvia, el azul del cielo no es tan azul, y Tisha sentada en un parque no para de pensar, solo se puede sentir la soledad si sabes lo que es haber estado en compañía, no es la primera vez que se siente así pero por algún motivo el sentimiento de soledad es más fuerte que nunca, eso la va irritando cada día más, sus sentimientos se mezclan y confunden como una gota de tinta en el agua, por momentos quiere convertir toda esa tristeza en enojo, y se quiere convencer de que la víctima es ella y que no tiene porqué sentirse así, pero no puede, cada vez que intenta sentir enojo recuerda la sonrisa de Shiruba, recuerda sus ojos fríos y distantes, su aura que la hacía  experimentar sentimientos que no solía sentir.
Tisha no era una persona que destacara entre los demás, simplemente era una persona amable que pasaba su vida sin molestar a nadie, sin esforzarse especialmente por nada, sin exaltación, tratando de no explotar ningún sentimiento para no salir herida, no se abría del todo a la gente y trataba de tener una pequeña barrera para no estar expuesta ante los demás. Una fachada. Pero por algún motivo y sin esfuerzo, el estar con Shiruba derrumbaba todas esas paredes, estando con ella sintió cómo los sentimientos explotaban dentro de su corazón, emoción, alegría, tristeza, nervios, curiosidad, cuando Shiruba estaba cerca de ella Tisha se sentía más humana y libre que nunca, como si fuera capaz de ser y hacer todo, y como si cada día fuera un regalo y una sorpresa sin saber que les deparaba, simplemente quería estar a su lado, sentir en el viento su aroma y poder ver su sonrisa.

— Lo único que quería era que no se sienta sola nunca. — se dijo Tisha a si misma mientras unas lágrimas corrían por su rostro.

Miró sus manos recordando como era Shiruba al tacto, siguió tratando de estar enojada pero jamás lo lograba, y mientras las lágrimas seguían corriendo sin siquiera pestañear deseó con todo su corazón volverla a ver.

Con el pasar de los días Tisha comenzó a pensar en que quizá se había convertido en una persona egoísta, al fin y al cabo, ¿Por qué había llegado a pensar que era tan necesaria? ¿Por qué pensaría que tenía algo especial? Se resignaba a creer que las cosas habían terminado, quería creer que Shiruba la extrañaría, que extrañaría algo de ella, que realmente existía algo irremplazable, pero como una Montaña rusa sus pensamientos iban desde un extremo al otro, por momentos confiada en que no podía ser unilateral el sentimiento de cariño, y por otro pensando en que probablemente habían muchísimas personas mucho mejores que ella, que podían ser mucha mejor compañía. Y en esos pensamientos se hundía día a día Tisha. Al fin y al cabo quizá la única que estaba aferrada era ella, la única que estaba sufriendo era ella, de alguna manera quiere atesorar ese sentimiento de libertad y emoción, no quiere olvidarlo nunca, aunque sea un arma de doble filo que trae a Shiruba a sus pensamientos.

— Hay que seguir viviendo, como hasta ahora, como siempre, solo que duele tanto... Se siente como si me hubieran arrancado una mitad... — dijo Tisha al viento, sintiendo frío al caer el sol, y sintiendo como las cálidas lágrimas todavía corrían sin piedad, mostrando que aunque quisiera convencerse de lo que sea, el dolor era real.
Se dispuso a caminar lentamente hacia su hogar, miraba a la gente, parejas, amigos, familias, Tisha sonrió un poco aunque seguía llorando, y entendió que pasara lo que pasara tenía que estar agradecida de haber experimentado todos esos sentimientos, y en ese momento lloró de felicidad y tristeza a la vez, sabiendo que había vivido cosas invaluables, pero con dolor porque deseaba seguir viviendolas, de ninguna manera había sido suficiente, ese tenía que ser solo el principio, y mirando el cielo con su mirada borrosa por las lágrimas deseó con todas sus fuerzas poder reencontrarse con Shiruba.

Se dispuso a caminar lentamente hacia su hogar, miraba a la gente, parejas, amigos, familias, Tisha sonrió un poco aunque seguía llorando, y entendió que pasara lo que pasara tenía que estar agradecida de haber experimentado todos esos sentimiento...

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Mí mejor amiga es un dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora