Una luz tenue

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Pasaron varias semanas desde que Tisha intercambió esas notas con aquella muchacha misteriosa, a pesar de no haberla conocido aún siente un pequeño alivio de hacer escuchado su voz. No entiende muchas cosas pero no tiene sentido tampoco dar vueltas sobre el asunto.

Tisha es una chica tranquila, amable, no destaca demasiado y tiene una vida bastante simple, aunque a su parecer es aburrida por momentos. Tiene algunos amigos, estudia, tiene trabajos de media jornada, no tiene ningún hobbie en especial, es de estatura promedio, pelo oscuro, ojos pardos y una contextura normal. Es un poco tímida y se preocupa por los demás. Vive en un departamento pequeño cerca de su facultad dónde estudia arte desde hace no mucho, en una pequeña ciudad.
Ya se acostumbró a esa sensación de ser observada, en parte se siente más tranquila y acompañada, aunque por momentos no sabe si realmente estará cerca esa chica misteriosa o no. Pero algo se siente más cálido desde esa noche.

Han pasado ya unos meses y empieza la primavera, Tisha se va unos días de vacaciones a disfrutar del buen tiempo, un pequeño camping en una zona alejada parece lo más conveniente para un viaje corto.
Es la primera vez que acampa y aunque le cuesta logra armar la carpa y al caer la noche sale a conocer los alrededores, había leído que cerca se podía ver un lago el cual una leyenda del lugar decía que al mirar tu reflejo en el agua a media noche verías algo importante aparecer.

— No se pierde nada probando — pensó entre risas para si misma.

Una vez a las orillas del lago se sentó y cerró los ojos, podía sentir la brisa, el silencio de la noche, los movimientos de las hojas y los ruidos de pequeños animales que rondaban. Puso una alarma en el celular que llevaba en el bolsillo que sonaría a la medianoche y hasta entonces solo se encargó de disfrutar de esas sensaciones que la llenaban de paz y tranquilidad. Una brisa fresca la hizo temblar un poco y abrir los ojos, pudo ver en ese instante antes de volver a cerrarlos, una enorme luna llena que iluminaba el lugar.
Apretó las manos y dijo como en una plegaria:
— Quisiera... volver a ver a esa chica, quisiera saber de ella, quisiera... — y presionó su mandíbula con ansiedad.
— me siento un poco... egoísta... — dijo en el silencio de la noche 

Sonó la alarma y se asomó lentamente hasta que su rostro se vió reflejado en las pequeñas olas del agua.

Su respiración se cortó un momento, pudo ver reflejado el rostro de lo que parecía ser aquella chica al lado suyo. Extendió un poco la mano hacia su costado y hacía atrás como para tocarlo, creyendo que era una ilusión y no habría nada allá, pero para su sorpresa luego de acercar delicadamente sus dedos pudo sentir que había alguien allí.

— ¿Así que me seguiste? — dijo sin mirar atrás y sin apartar su mano de aquel rostro frío.
— Es peligroso estar sola en estos lugares, de todas formas no tenía nada que hacer y aquí nadie me va a ver.
— Entonces... — sintió su corazón saltar un latido y se giró un poco hasta que pudo ver a la cara a quién se encontraba allí a su lado.
Y en ese instante esa persona misteriosa se apartó de su lado y retrocedió unos cuantos pasos sin mirar atrás, y ambas se quedaron así unos instantes.

La chica misteriosa era más alta, bastante flaca, pálida, sus ojos eran color jade. Vestía la campera roja desgastada que Tisha ya conocía, una remera corta negra, unos jeans cortos también desgastados con un cinto de tachas negro.

— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó decidida Tisha. La otra chica dudó unos momentos pero finalmente respondió.
— Shiruba — dijo, sin apartar la mirada que en todo momento fue seria y fría. — pero me temo que ésto termina ahora mismo, fue mí error involucrarme y quería disculparme por haberte seguido.
— ¿De que estás hablando? A mí no me molestó para nada, yo quería...
— No te molestes, esto no debería haber pasado, no podemos conocernos ni nada.
— ¿Eh? ¿Por qué? No entiendo nada, no es... ¡No es justo! — dijo Tisha y las lágrimas empezaron a correr por su rostro.
— No se puede, ¡No insistas! — exclamó Shiruba y por primera vez si voz se quebró un poco. — no se puede porque... Porque... ¡Soy un dragón!
Gritó, y cuando Tisha abrió los ojos pudo verlo, unos cuernos color sangre se asomaban de la cabeza de Shiruba, unas alas verdes, y una cola también verde con escamas y con unas protuberancias en punta que salían de un lado.

— ¿Pero qué...? — Tisha comenzó a caminar hacia ella, con los ojos abiertos sin pestañear de la sorpresa.
— Espero que esto te ayude a comprender el peligro de acercarse a mí.

Tisha siguió caminando, y su reacción dejó sin palabras a Shiruba. Al llegar a ella llevó sus manos con delicadeza hacía los cuernos de Shiruba, estaban un poco lastimados, y Tisha acercó con sumo cuidado sus dedos apenas rozandolos con sus yemas, y pudo sentir esa textura desconocida. Pasó desde la punta de ellos y bajó hasta llegar a su pelo, ahí abrió sus brazos y la rodeó en un abrazo fuerte.
Shiruba no correspondió ese abrazo hasta unos momentos después, y cuando lo hizo instintivamente cerró un poco sus alas al rededor de ellas dos.

— ¿Por qué? — preguntó Shiruba incomoda.
— No sé, simplemente pensé que si lograba acercarme y hacer esto significaría que tengo una chance de ser tu amiga, de lo contrario me iba a rendir, supongo... — dijo riendo un poco.
— ¿Supongo? Parece que el ser más extraño en este lugar no soy yo precisamente — dijo, y guardó de nuevo sus cuernos, alas y cola.
— Lo dice la que acaba de guardarse de alguna manera misteriosa esas... cosas raras...
Se hizo un silencio y Tisha empezó a reír, unos segundos después miro a Shiruba y pudo ver cómo una pequeñísima sonrisa se dibujaba en su rostro. Tan tenue y delicada como la luz de la luna que iluminaba aquel lugar.

Mí mejor amiga es un dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora