A tu altura

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Tisha se encontraba estudiando sin poder concentrarse del todo. Suspiró mientras miraba por la ventana.
"Ni siquiera entiendo bien por qué estoy insistiendo tanto..." Pensó desanimada.
Había estado en contacto con su amiga Nastya, pero no podía contarle la totalidad de los detalles de la situación. Decidió asomarse por la ventana y respirar un poco de aire fresco, en ese momento sintió cómo la angustia apretaba su pecho. Sintiéndose impotente reprimió esos sentimientos y respiró hondo, pasara lo que pasara debía seguir adelante. Aunque aquel pensamiento la seguía día a día, realmente no podía comprender la razón por la que su relación con Shiruba no prosperaba. Pensó en salir pero temía sentirse más angustiada aún y sumado a eso estando en la calle, por lo que se dispuso a dormir.

Shiruba no podía conciliar el sueño, salió a la calle cabizbaja en medio de la madrugada. Se sentía frustrada y molesta, pateando lo que encontrara en su camino fue que llegó a una plaza del barrio, las luces no iluminaban bien y su luz se entrecortaba, allí pudo ver la sombra intermitente de unos hombres, siguió de largo haciendo caso omiso de la sospechosa escena, pero uno de ellos la increpó. A lo que Shiruba lo miró un momento y trató de ignorarlo, luego de caminar unos metros Shiruba pudo sentir que esos hombres se le acercaban de a poco, su oído era más agudo que el de un ser humano común, por lo que también tenía la ventaja de tener mejores reflejos de lo normal. Recorrieron casi 50 metros y fue allí que uno de ellos posó su mano sobre el hombro de Shiruba mientras los dos de más atrás seguían riendo e insultandola. Shiruba no escuchaba sus palabras, de hecho no podía escucharlos, estaba ensimismada en sus pensamientos y su ira no la dejaba escuchar a su alrededor. Trató de mantenerse calmada pero no tardó en perder la compostura, en ese momento tomó la mano del hombre que aún la tenía agarrada del hombro y sin esfuerzo lo arrojó hacía adelante haciendo al hombre volar por sobre su cabeza, los otros dos que se encontraban apenas más atrás quedaron estupefactos mirando la escena, viendo a su compañero inconsciente en el suelo tras haber sido arrojado sin esfuerzo alguno toda esa distancia. Comenzaron a dar marcha atrás en silencio aún en shock, pero Shiruba en ese momento giró y los miró sin ninguna expresión en su rostro, los miraba sin mostrar una mueca. Los hombres, que aparentemente estaban ebrios, trastabillaron y cayeron al suelo, Shiruba se puso de cuclillas sobre el que había caído sentado y lo miró de cerca, en ese momento lo tomó de la cara y lo arrojó hacía el costado, está vez unos cuantos metros, cuando miró al tercer hombre esta vez su mueca se había transformado, mostraba una sonrisa dolorosa, como si estuviera a punto de reír de nervios. Abrió grandes sus ojos verdes, exhaló fuertemente apretando los hombros del tercero, quien estaba en cuatro patas aún en shock.
— ¿Por qué? — dijo Shiruba. — ¿Por qué tiene que ser tan difícil? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué todo tiene que costarme tanto? ¿Por qué? ¿Por qué no puedo sonreír así? ¿Por qué ella..? ¿Por qué?

Unas lágrimas apenas se asomaron de sus ojos cuando en sus últimas palabras su voz se llenó de dolor. Tras hablarle a ese desconocido lo tomó del cabello y le estrelló la cabeza contra el suelo, apretándolo y restregando su rostro, en ese momento decidió dejarlo y se fue caminando mordiendo sus labios por la ira.
Unos minutos después ya estando a unas cuadras de la plaza una mujer se acercó a ella preocupada, Shiruba no comprendía el porqué, la mujer le dejó un pequeño paquete de pañuelos descartables y se fue, la muchacha sin comprender la situación se marchó a su departamento, allí al entrar al baño pudo ver en su espejo que su cara sangraba, al costado del tabique de de su nariz, un pequeño hilo de sangre ya seca había quedado dibujado. Shiruba suspiró con amargura, sabía que había sido ella misma quien se había ocasionado esa herida. Luego de lavarse y curarse se dirigió a la cocina, abrió su heladera aún sabiendo que estaba casi vacía, tomó una botella de gaseosa y un paquete de papas fritas de la alacena y se fue a su cama.
¿Por qué mí vida no tiene tanto color? ¿Que hice para merecer todo eso? No importa lo que haga, no importa cuánto me esfuerce, la vida no me devuelve nada, no me reconoce nada, estar al lado de alguien que no comprende ésta desolación y desesperación... Es... Doloroso para mí." Pensó Shiruba sentada en su cama. "No es suficiente, esos hombres del parque... No fueron suficiente, necesito aplacar de alguna manera todo este dolor. O no voy a poder seguir adelante"

En ese instante Tisha, quien dormía, se despertó luego de una pesadilla, su corazón palpitaba fuerte y su pecho apretaba. Se había despertado pensando en Shiruba.

 Se había despertado pensando en Shiruba

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Mí mejor amiga es un dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora