Capítulo 22 // I Will Do it Or Die...

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P.O.V 3

—Esto es peggg-fecto —dijo la mantícora, relamiéndose.

Llevaba un impermeable negro sobre el uniforme de Westover Hall, también manchado y desgarrado. El pelo, antes al cero, le había crecido y se le veía erizado y grasiento. Tampoco se había afeitado últimamente y empezaba a asomarle una barba de brillos plateados.

—Hace ya mucho tiempo, los dioses me desterraron en Persia —prosiguió la mantícora —Me vi obligado a buscarme el sustento en los confines del mundo; tuve que ocultarme en los bosques y alimentarme de granjeros. Nunca pude combatir con un héroe. ¡Mi nombre no era temido ni admirado en las antiguas historias! Pero todo eso va a cambiar. ¡Los titanes me honrarán y yo me daré un banquete con carne de mestizo!

Tenía dos guardias a cada lado armados hasta los dientes. Eran algunos de los mercenarios que habían visto Elizabeth y Percy en Washington. Había turistas por todas partes, caminando junto a la orilla o haciendo compras en las tiendas del muelle, aunque que eso no frenaría a la mantícora.

—¿Y los esqueletos? —le preguntó Percy.

Él sonrió, desdeñoso.

—¡No necesito a esas estúpidas criaturas de ultratumba! ¿El General me había tomado por un inútil? ¡A ver qué dice cuando sepa que los he derrotado por mi cuenta!

—Ya te derrotamos una vez —le dijo Thalía.

—¡Ja! Apenas y tuvieron que combatir, con una diosa a su lado. Pero, ay... esa diosa está muy ocupada en este momento. Ahora no cuentan con ayuda.

Zoë sacó una flecha y le apuntó directamente a la cabeza. Los guardias que lo flanqueaban alzaron sus pistolas.

—¡Espera! —la detuvo Percy—. ¡No lo hagas!

La mantícora sonrió.

—El chico tiene razón, Zoë Belladona. Guárdate ese arco. Sería una lástima
matarte antes de que puedas presenciar la gran victoria de tus amigas.

—¿De qué hablas? —gruñó Thalia, con el escudo y la lanza preparados.

—Está bien claro —dijo la mantícora—. Éste es su momento. Para eso te devolvió a la vida el señor Cronos y le perdonó la vida varias veces a tu hermana, ustedes sacrificaran al taurofidio. Juntas llevarán sus entrañas al fuego sagrado de la montaña y obtendrán un poder ilimitado. Y en tu decimosexto cumpleaños derribaras al Olimpo junto a tu hermana.

Todos quedaron mudos. Y unieron los puntos, solo faltaban dos días para que Thalía cumpliera los dieciséis. Ella era hija de uno de los Tres Grandes. Y ahora tenía ante sí una elección: una terrible elección que podía implicar el fin de los dioses. Era tal como había predicho la profecía.

Percy aguardo a que Thalía o Elizabeth le plantasen cara a la mantícora, pero ninguna hizo nada, ambas parecían estupefactas.

—Ustedes saben que ésa es la opción correcta —continuó él —Thalía, tu amigo Luke así lo entendió. Ahora volverás a reunirte con él. Juntos gobernaran el mundo bajo los auspicio de los titanes. Y tu, Elizabeth ¿Por que seguir con los Olímpicos? Tu padre te abandonó, apenas conoces a tu madre. Ninguno de los dos se preocupa por ti, y muy pronto ambas lo superaran en poder. Aplasten a los olímpicos, tal como se merecen. ¡Convoquen a la bestia! Ella acudirá a ustedes. Usen sus armas para terminar con su vida.

—Chicas —dijo Percy —¡Despierten!

Elizabeth parecía vacilante, sacudió la cabeza e intentó despejar su mente, pero lo que la regresó a la realidad fue la mirada de Thalía, ella la vió a los ojos, la miraba tal como lo había hecho la mañana en que despertó en el campamento, aturdida y vacilante. Era casi como si no la reconociera.

Elizabeth y La Maldición del TitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora