Capitulo 31 // Duro Invierno.

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P.O.V Percy.

Long Island
11:00 AM

Comparado con el monte Olimpo, Manhattan estaba tranquilo. Era el viernes antes de Navidad, pero todavía muy temprano y apenas había gente en la Quinta Avenida. Argos, el jefe de seguridad nos recogió a Annabeth, a Grover y a mí en el Empire State para llevarnos de vuelta al campamento.

En cuanto a Elizabeth, a ella no la pudimos encontrar al igual que a Thalía, confiabamos que hubieran regresado al campamento seguras.

Al llegar Elizabeth y Quirón nos recibieron en la Casa Grande con chocolate caliente y sandwiches de queso, pregunté por Thalía.

Eli me dijo que ella había salido del campamento junto con las cazadoras y no regresaría al menos por un tiempo.

Grover se fue a ver a los demás sátiros para contarles nuestro extraño encuentro con la magia de Pan. Apenas una hora después, todos los sátiros del campamento corrían de un lado para otro, preguntando dónde estaba la cafetería más cercana.

Annabeth y yo nos reunimos en la casa grande con otros campistas veteranos: Beckendorf, Silena Beauregard y los hermanos Stoll. Todos tomando una reconfortante taza de café hecha por Quirón.

Incluso estaba Clarisse, de Ares, que ya había regresado de su misión secreta de reconocimiento. Deduje que habría pasado muchas dificultades, porque ni siquiera trató de pulverizarme. Tenía una nueva cicatriz en la barbilla, y llevaba el pelo rubio cortado al rape de un modo irregular, como si alguien la hubiese atacado con un par de tijeras.

—Tengo noticias —masculló inquieta —Malas noticias.

—Ya te contaré —me dijo Quirón con forzada jovialidad, interrumpiendo a
Clarisse —Lo importante es que han vencido. ¡Y que han salvado a Annabeth!

Ella me sonrió agradecida y yo desvié la mirada. Por alguna razón, me sorprendí a mí mismo pensando en la presa Hoover y en la extraña mortal que había conocido allí: Rachel Elizabeth Daré.

No sabía por qué, pero sus irritantes comentarios me venían a la cabeza una y otra vez. «¿Es que matas a todo el que se suena la nariz?»

Si estaba vivo era gracias a las muchas personas que me habían ayudado, incluida aquella mortal con que me había cruzado por azar.

—Luke está vivo —Soltó Elizabeth, tomando su taza con fuerza —Annabeth tenía razón.

Ella se incorporó en su asiento.

—¿Cómo lo sabes?

Yo procuré no sentirme molesto por su interés. Elizabeth nos contó la charla que tuvo con su padre, a mí no me sorprendió tanto, mi padre ya me había comentado algo al respecto.

—Bueno —dijo Annabeth removiéndose inquieta —Si la batalla final ha de ser cuando Percy cumpla los dieciséis, al menos nos quedan dos años más para resolver algunas cosas.

Me dio la sensación de que «resolver algunas cosas» quería decir «conseguir que Luke se corrija», lo cual todavía me irritó más.

Quirón nos miraba con expresión sombría. Sentado junto al fuego en su silla de ruedas, me pareció muy viejo. Es decir, era viejísimo, sí, pero normalmente no lo parecía.

—Dos años pueden parecer mucho tiempo —dijo—. Pero no es más que un abrir y cerrar de ojos. Aún tengo la esperanza de que tú no seas la criatura de la profecía, Percy. Pero si lo eres, la segunda guerra de los titanes está a punto de comenzar. El primer golpe de Cronos será contra el campamento.

Elizabeth y La Maldición del TitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora