P.O.V Percy.
Viajamos durante horas hasta que se nos acabó la gasolina a la entrada de un cañón, aunque tampoco importaba porque la carretera terminaba allí.
Thalia se bajó y cerró de un portazo. En el acto, reventó un neumático y la puerta se cayó. Estaba seguro que iba a soltar una maldición pero en cambió; el labio inferior de Thalía empezó a temblar y los ojos se le humedecieron, ella se dió la vuelta y se adelantó.
Rebusque en el horizonte. No había mucho que ver. Desierto en todas direcciones y, aquí y allá, algún grupito de montañas peladas y estériles. El cañón era lo único interesante.
El río en sí mismo no era gran cosa, tendría unos quince metros de anchura y unos cuantos rápidos, pero había abierto una garganta muy profunda en mitad del desierto. Los riscos se precipitaban vertiginosamente a nuestros pies.
—Hay un camino —señaló Grover—. Podemos bajar al río.
Estiré el cuello para ver a qué se refería y descubrí por fin un saliente diminuto que bajaba serpenteando.
—Eso es un camino de cabras —dije.
—¿Y qué? —preguntó él.
—Que los demás no somos cabras.
—Podemos hacerlo. Me parece a mí.
Me lo pensé dos veces. Había cruzado precipicios otras veces, aunque no me gustaban demasiado. Entonces miré a Thalia y vi lo pálida que se había puesto.
Su problema con las alturas... ella no lo conseguiría.
—Humm, no —dije —Creo que deberíamos ir corriente arriba.
—Pero... —protestó Grover.
—Vamos. Una caminata no nos vendrá mal.
Miré a Thalia. Sus ojos me dijeron «gracias»
Seguimos el curso del río durante un kilómetro y llegamos a una pendiente por la que era mucho más fácil bajar. En la orilla había un centro de alquiler de canoas, cerrado en aquella época del año.
No obstante, dejé un puñado de dracmas de oro en el mostrador con una nota que ponía:
«Te debo dos canoas, amigo.»
—Tenemos que ir corriente arriba —me indicó Zoë —Los rápidos son muy violentos.
—Eso déjamelo a mí —dije mientras transportábamos las canoas al agua.
Zoë me llevó un momento aparte cuando íbamos a recoger los remos.
—¿De verdad te ves capaz...? —Señaló los rápidos con la barbilla —Ya me entiendes.
—Creo que sí. Suelo desenvolverme bien en el agua.
Ella parecía querer decir algo pero no se animaba a hablar.
—¿Que ocurre?
—No sé si debería pedirte algo como esto pero... ¿Te importaría ir con Thalía? —preguntó —Tal vez... no sé... podrías consolarla.
Miré a Thalía, tenia su mirada perdida en el río, habia estado distante desde la chatarrería.
—No creo que ella quiera hablar del tema, al menos no aún.
—Por favor. Ella necesita hablar con alguien, lo intentó conmigo en la camioneta pero no supe que decirle, ya sabes ella y yo... Tenemos algunas diferencias. Además con lo de Bianca, yo...
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Elizabeth y La Maldición del Titán
Fiksi PenggemarSeis meses han pasado desde que Elizabeth y sus amigos regresaron del mar de los monstruos, ahora Elizabeth, Thalía y Annabeth llevan un vida académica tranquila pero nada sencilla, o así es hasta que una llamada de auxilio llega. Elizabeth recibe a...