LUZ EN LA OSCURIDAD

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Bienvenidos de nuevo camaradas leales, xenos y seres corrompidos por el caos, continuaremos con esta aventura, recuerden que me pueden consultar por cualquier duda que surja, ¡en el nombre de Vulkan!:

LUZ EN LA OSCURIDAD

Jiro escuchó toda la batalla, el resultado de esta le era desconocida todavía, todo el alboroto y el tiempo que le dio para descansar y mantenerse alejado del bibliotecario lo ayudaron a aclarar su mente, ya tenía una sospechosa, solo existía una persona en la nave con el conocimiento para inculparlo y más importante, una razón para hacerlo, sería riesgoso enfrentarla más no tenía opción, se descubriría la verdad o moría intentándolo, no le importaba más, estaba harto de recorrer los repugnantes drenajes de la nave.

— ¿Cheng, sientes ese olor?

La marciana volteó a verlo con una expresión neutra —No tengo nariz desde hace seis años.

—Qué bueno porque...

Desde los ductos de ventilación cae Jiro y con su mecadendritos sometió a Sante, Cheng se defendió con sus tentáculos mecánicos.

— ¡Traidor!— clamó al empujarlo violentamente.

— ¡Ja! Tú me traicionaste— replicó atacando nuevamente.

Ambos tenían el mismo número de mecadendritos, cuatro, lo que los mantenía parejos en su forcejeo.

—Sucumbiste a tú debilidad y pactaste con los xenos que te mutilaron.

—Te gustaría que fuera así, ¡¿verdad?!— Jiro logró imponerse empujando a la marciana contra el panel, la levantó y arrojó al suelo violentamente. Le arrancó un tentáculo, la tecnosacerdotisa gimió de dolor y Jiro gritó furioso — ¡Vas a pagar!

La puerta se abrió llenando la estancia de una luz azul que golpeó a Jiro, su piel ardió, sus huesos crujieron y sus músculos se desgarraron.

—No puedes esconderte eternamente de un psíquico— indicó Pyriel con dureza —A los herejes, solo el fuego puede liberarlos.

Jiro adolorido y moribundo se retiró sus visores, sus ojos aún eran humanos y produjeron lágrimas cuando en un murmullo dijo —No fui yo— sus ojos se cerraron.

Pyriel molesto y agitado suspiró y apretó el mango de su espada.

Sante gruñó retorciéndose en el suelo —El desgraciado me rompió la espalda.

La "Damisela Oscura" fue invadida y sometida, se perdieron varios hermanos, pero los xenos fueron purgados, la tecnología fue requisada por la nave negra de la inquisición y los líderes Drukhari apresados, las respuestas surgirían de ellos o sufrirían.

En la "Sophos Rex" los servidores y tecnosacerdotes trabajaron arduamente para sellar las heridas de la nave, la capa externa era imposible de reparar sin un mundo forja por lo que deberían navegar de esa forma hasta el final de la búsqueda o regresar a Bakka para las reparaciones, claro que todo eso se pondría a debate cuando se decidiera su destino. La inquisición llegó y formuló cargos contra toda la tripulación de la nave, Gael y Hugo tenían esperanzas de ser perdonados si sus jueces fueran los salamandras, ahora con la inquisición a cargo solo esperaban que se les perdonase la vida a sus tripulantes, cosa que no veían sencilla.

Las sororitas y salamandras dejaron la nave de Gael, en una muestra de unidad las sororitas se unieron a los ritos fúnebres de los salamandras donde también honraron a las hermanas caídas, los cuerpos ardieron, se les dio gloria y honra, tras esto las sororitas regresaron a su crucero, la nave de las sororitas era un crucero clase gótico de nombre "Rabia Cerúlea". El inquisidor, junto con las hermanas del silencio (mujeres que poseen el gen Paria, lo cual las convierte en nulidades psíquicas, haciéndolas peligrosas para cualquier psíquico o demonio) y su milicia personal tomaron control de la "Sophos Rex", el mago no se resistió, acató las órdenes sin chistar; él, junto con todos sus oficiales fueron encarcelados en los calabozos de la nave inquisitorial, mientras a sus tecnosacerdotes y visioingenieros se les permitió seguir con su labor, al menos hasta que fuera dictada una sentencia.

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