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Lentamente se fue desvistiendo. Había esperado con ansias ese momento. Ahora que lo tenía únicamente para ella, haría hasta lo imposible para que él jamás deseara alejarse de su lado.

Él se había sentado en un sillón, reclinando su cabeza hacia atrás y con los ojos cerrados meditaba en el porqué llegó a ese apartamento. La mujer ajena a los pensamientos de el hombre, se colocó a horcajadas sobre las piernas masculinas y besó sutilmente su cuello. Sesshomaru incorporó su cabeza y la sujetó con fuerza de ambos brazos, Kagura gimió pero aún así continúo acariciándolo.

— Basta — Exigió él haciendo más fuerte el agarre.

— ¿Porqué? — lo cuestionó con el ceño levemente fruncido — ¿Porqué no quieres que te acaricie?

— Simplemente en estos momentos no te deseo.

Kagura se sorprendió por las sinceras palabras que habían salido de la boca masculina. Sesshomaru jamás le había hecho tal desaire. Se cruzó de brazos y lo enfrentó.

—¿ Si no has venido a hacer el amor conmigo, entonces qué haces aquí?

— Para ti todo es follar — La soltó para luego con un movimiento rápido deshacerse de ella.

Se quedó en pie frente a la ventana y observó su reflejo en el cristal. En sus ojos dorados había una pequeña chispa, una chispa que nació en el preciso momento que le vió de nuevo.

— Es normal que te desee tanto. Tu como médico debes de saberlo — se expresó la mujer claramente ofendida por haber sido rechazada.

— En ti, no en mi.

— ¿Qué insinuas?

Le jaló de una de las mangas de la camisa. Sesshomaru clavó sus ojos dorados en los rojizos. No era necesario que dijera una sola palabra para saber que no le agradó para nada el atrevimiento de haberle jalado bruscamente.

— Quiero que te quede claro que lo haremos cuándo yo así lo quiera — Kagura alzó una de sus cejas y esbozó una sonrisa burlesca.

— ¿Es enserio? Eres mí futuro esposo y tu obligación es satisfacerme.

— ¡Ya basta Kagura!

Sesshomaru ya no pudo seguir reprimiendo su enojo. Esa mujer siempre encontraba la manera para hacerle enojar, para robarle la serenidad que le caracterizaba. Se talló su rostro exasperado. Harto de todo lo que tuviese que ver con la istérica de su prometida.

Se supone que había llegado a su apartamento para por lo menos alejar aunque solo fuese segundos, los pensamientos que le llevaban atormentando días atrás pero no, no fue así. Kagura siempre quería sexo, siempre quería pasar el mayor tiempo posible en la cama. En un principio eso fue lo que le encantó a Sesshomaru, la líbido femenina no tenía fin, sin embargo habían ocasiones en las cuales él simplemente quería descansar.

Molesta, levantó el vestido de el piso y se cubrió su desnudez. No era estúpida, lo sentía. Su instinto le gritaba, una alarma se encendió en su mente... había alguien más. Sesshomaru se talló el puente de su nariz respingada para luego suspirar paulatinamente. No quería seguir con esa discusión absurda, no era propio en él debatir un tema que no tenía ni la más mínima importancia, siendo todo lo contrario con ella.

— Dime Sesshomaru — Sesshomaru levantó el rostro y le vió fijamente — ¿Existe otra mujer?

Sesshomaru esbozó una sonrisa burlesca y negó moviendo su cabeza. Kagura se mordió el labio inferior, expectante, deseosa por oír la respuesta.

— ¿Y crees que te lo diría?

Kagura tensó la mandíbula e hizo puño sus manos. Sesshomaru había sido directo con su respuesta. Era absurdo que un hombre como él, fuese a confesarle que existía alguien más, sin embargo lo sentía... Por supuesto que lo había.

La tensión entre ambos era palpable así como también la realidad; no había amor, simplemente les unía el deseo, la pasión desenfrenada. Sesshomaru disfrutaba de un sexo intenso y ella poseerlo. No existía un futuro, aunque solo fuese una pequeña chispa de cariño...nada.

La dignidad de la mujer era cada vez más pisoteada por ese arrogante hombre. La usaba únicamente para su conveniencia y satisfacción. Kagura solo era un simple pasatiempo elegido por el gran Inu no Taisho. Aquella cláusula que le servía como escudo jamás le daría lo que ella quería, lo que ella anhelaba; el corazón de Sesshomaru nunca estaría en sus manos y el dolor punzante que la verdad le ocasionaba, era agonizante.

Tenerlo unas cuantas horas en la cama, no le era suficiente. Ella quería ser parte de un todo, de un inicio y que no haya final. Que le diese un sí frente al altar no significaba que le amaría, que le sería fiel. En la vida de Sesshomaru siempre, pero siempre estaría alguien más.

¿Porqué no simplemente lanzarlo al diablo? ¿Porqué no ignorar esa maldita cláusula y dejarle libre? No, jamás. Kagura no quería, su orgullo, su dignidad se lo impedía. No le daría el gusto de ser libre para luego salir corriendo hacia los brazos de cualquier estúpida.

— Nunca serás feliz con ella mientras yo exista.

Vomitó las palabras con arrogancia. Sesshomaru apretó la mandíbula, suprimiendo el inmenso deseo de matarla con sus propias manos. Estando frente a ella, viéndola fijamente, observando cada detalle de su rostro, cada facción contraída por la sonrisa burlesca que esbozaba, se cuestionó  sí valía la pena obtener una gran fortuna y vivir atado a esa mujer cada día que durara su existencia...quizá y solo quizá, si llegase alguien que se colara en lo más profundo de su ser y destruyera la barrera de hielo que cubre su corazón... dejaría todo.

— Pueda que tengas razón — dijo él con voz queda — sin embargo jamás tendrás lo que deseas.

— ¡Lárgate! — gritó presa de la rabia.

Sesshomaru cogió el saco y su maletín, la miró de reojo y se marchó. Kagura se mordió el labio inferior sin importarle el daño que se causaba.

BAJO LA LUNA (Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora