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Tres meses atrás

Era una tarde de sábado fresca aunque un tanto solitaria para la chica que agazapada en un sofá, cambiaba de canal buscando algún programa de tv que fuera lo suficiente para menguar el aburrimiento.
Su jefe le había dado el fin de semana libre para que pudiera descansar pero Kagome odiaba el hecho de estar sin hacer nada.
Apagó el tv, se levantó de el sofá y caminó hasta la cocina. Minutos después iba hacia su habitación con un vaso de leche en su mano izquierda y un trozo de torta de piña en la otra. Subía lentamente los escalones pero desafortunadamente al llegar al último, colocó mal el pie y resbaló.
La morena rodó, el vaso de leche le cayó encima y la torta se dañó. Adolorida por el golpe en su espalda y cabeza, se levantó mareada. Sacó el móvil de el bolsillo de su schor y marcó el número de Sango, su mejor amiga.
La castaña contestó al tercer tono y se escuchó alterada en cuanto Kagome le contó lo sucedido. Una hora más tarde, Kagome y Sango se encontraban en la sala de espera de el hospital regional. Sango insistió en que debía de ser revisada por un médico aunque Kagome dijera que estaba bien.
— Eres una exagerada — se quejó la morena cruzando sus brazos. Sango rodó los ojos.
— Llámame como tú quieras — atacó la castaña — pero es necesario que te chequeen para salir de dudas.
— Ya te dije que estoy bien — recalcó viéndole de reojo.
— Ya veremos.
Kagome hizo pucheros y giró la cabeza hacia el lado izquierdo. Se sentía molesta y preocupada a la vez. Sus costillas dolían mucho, tenía miedo de habérselas fracturado.
Sango se veía su perfecta manicura en una de sus manos cuando una enfermera pronunció el nombre de su amiga. La morena se puso en pie de inmediato y siguió a la mujer vestida de blanco. Al final de el pasillo, la enfermera abrió la puerta de un consultorio y le pidió a Kagome que entrara.
Cuando la morena lo hizo, en el interior no había nadie. Quizá estaría en el baño, pensó Kagome mientras se sentaba y esperaba. Estaba nerviosa, no eran frecuente las visitas médicas.
Segundos después una puerta se abrió y ella giró la cabeza para ver, quedando estupefacta al instante. Kagome pensó que su alma se había desprendido de su cuerpo y que seguramente había marchado a un lugar desconocido, a un lugar de perfección completa porque el médico que frente a ella estaba, irradiaba divinidad. La boca femenina se abrió a más no poder al igual que sus ojos ¿Avergonzada? ¡Por supuesto que sí! Se había quedado como una completa boba observando cada detalle de él... Sus ojos dorados, su larga cabellera plateada, sus labios pequeños y carnosos, una nariz respingada.
¿Existe un ser humano digno de admirar al punto de nunca cansarse de verle? Si, Kagome lo tenía a escasos centímetros de distancia.
El joven doctor se aclaró la garganta al sentarse, logrando que la avergonzada chica volviese de su letargo. Kagome parpadeó rápidamente y se removió en el asiento. Él frunció el ceño levemente y adoptó una postura risueña... La morena alzó una ceja y habló:
— ¿Tengo algo en el rostro?
Preguntó molesta y ofendida a la vez. El médico sonrió ladinamente y negó.
— No, no tiene nada.
— ¿Entonces?
— Dígame el porqué está en mi consultorio.
Preguntó él ignorando la pregunta que ella había formulado.  Kagome buscó en la bata blanca el nombre de él.
— Taisho Sesshomaru.
Habló Sesshomaru ahorrándole la búsqueda a la chica.
— Me caí de las escaleras.
Explicó sin rodeos ella.
— ¿Fue un golpe fuerte?
— No, pero me duelen las costillas izquierda y la cabeza.
Sesshomaru anotaba en una hoja blanca algo que Kagome no podía leer.
— Recuestate en la camilla. Necesito palparte.
— ¿Tocarme?
Preguntó sorprendida la morena.
— Si — dijo Sesshomaru — es necesario.
— Pero...
— ¿Pero?
Kagome se mordía el labio inferior y sus manos sudaban cada vez más. Sesshomaru le veía expectante y divertido. Joder ¿Cómo iba a explicarle que ningún hombre le había tocado?
— Comprendo — dijo al cabo de unos minutos Sesshomaru — Te harás una radiografía si no quieres que te toque.
¿Acaso le había leído el pensamiento? ¡Carajos! Kagome quería salir corriendo de ese consultorio... Era el peor día de su vida. Asintió levemente y respiró profundamente agradeciendo a todos los dioses existentes por haberse librado de el toqueteo al cual sería expuesta. Sin embargo, había algo que Kagome ignoraba... Sus pensamientos no estaban a salvo.

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Prometo actualizar seguido pero por cuestiones laborales los capítulos serán cortos. Espero apoyo y comprensión.

BAJO LA LUNA (Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora