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El monje encargado de oficializar dicha ceremonia, quedó viendolo con asombro y molestia a la vez. Mientras que la joven novia sentía que el corazón se le iba a salir por la boca en cualquier momento.

Todos los invitados estaban expectantes, intrigados y algunos ya se atrevían a murmurar, a exponer sus propias conclusiones. Sesshomaru llegó a la iglesia echo un caos; su traje desaliñado y roto. Su cabellera revuelta, enmarañado. Su semblante serio reflejaba el descontento, hasta parecía que iba directo a su propio funeral.

Kagura había hecho uso hasta de la paciencia que no se encontraba en su cuerpo para no explotar y proliferar un sin fin de ofensas hacia el hombre que, inseguro de tomar una decisión, yacia en completo silencio a su lado.

La mente masculina se encontraba lejos de donde estaba su cuerpo. Se había quedado congelada en aquella maldita habitación, en aquellas cuatro paredes que fueron testigos de lo que allí se vivió.

<<—  Decídete Kagome...o eres mía en este momento o no lo serás nunca.

El labio inferior femenino comenzó a temblar, las lágrimas brotaron como un río siendo desbordado por las incesantes lluvias invernales... ¿Qué sucedía con ella?

Tenía justo en frente al hombre que movía todo su interior de una forma inexplicable. Su sangre hervía, sus sentidos se nublavan...

Era él, el hombre con el que había soñado, era él, el hombre con el cual quería compartir sus días para toda la vida, pero la realidad era cruel, dura...dolía y mucho.

Él no la amaba, solo era un simple deseo efímero, un deseo que desaparecería en cuanto sus entrañas lo cobijaran. 

Allí, dentro de esas cuatro paredes gritó, lloró desconsoladamente. Cayó de rodillas al piso y con voz quebrada le pidió que se fuera, le recordó con tono amargo que afuera había una realidad esperándole...

No quiso verle aunque fuese una última vez a los ojos, porque sabía que si lo hacía, cedería ¿Y luego?  Quedaría sola y vacía. Mejor le sería morir en la ignorancia, mejor le sería no pensar en el mañana... Quizá mejor le sería nunca permitirle que sus manos tocaran su alma como ya habían estrujado su corazón.

¿Sexo? Cuando ella se había enamorado de una forma extraña e indescriptible ¿Sexo? Condenada a noches de soledad ¿Sexo? Imaginandole en brazos de otra ¿Sexo? Amando lo que nunca le pertenecerá. 

El amor suele ser un sentimiento bonito e inigualable pero peligroso. Llega de la nada, sin avisar y te atrapa entre sus garras, juega contigo. Te vota, te levanta y nuevamente te vota.

Las ilusiones llegan, se desbordan y se apoderan de cada uno de tus sentidos hasta que te convierten en su esclavo. Vives preso en una burbuja que cuando menos lo esperas, explota en tu rostro y te catapultas a la realidad...a una realidad en donde no hay nada de aquello por cuanto viviste y suspiraste.

Lo diste todo, más no hubo nada para ti.

No, no y no...aquel corazón destrozado lloró, suplicó no más dolor. Sus heridas comenzaron a sangrar, aquellas que supuestamente eran cicatrices. Bajo una atenta mirada dorada, Kagome exigió su alejamiento.

En contra de lo que realmente quería, él cogió el saco y giró sobre sus talones. Abrió la puerta y miró sobre su hombro a la chica que mantenía su rostro entre sus manos, una vez más. Aunque ambos sabían que esa sería la última vez.

— Acepto.

Contestó Sesshomaru con total seguridad. La mujer sintió que su alma había regresado a su cuerpo. Dejó escapar todo el aire contenido y se preparó para besar a su ahora esposo. Él le rodeó la pequeña cintura con uno de sus brazos y con la mano le tomó el mentón, le vió fijamente a los ojos para luego besarla con brusquedad, deseando que sus labios fuesen otros. 

BAJO LA LUNA (Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora