❂ CAPÍTULO VI ❂ Viaje a Ephigetsy

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La noche cayó y los faroles fueron encendidos en toda la ciudad, las calles seguían plagadas de personas que celebraban la liberación de los esclavos. En todo el rato que compartieron juntos en la cena, Judith se enteró que los chicos no tenían donde quedarse, por lo que les explicó que solo disponía de cuatro habitaciones para huéspedes, algo que de cierto modo le causó molestia a Darkmolet, porque ella no compartiría la habitación a menos que fuese una de sus amigas. Lynk sin embargo quería una oportunidad de hablar con su supuesta prometida, pero parecía que sería imposible por esa noche. Valeska por su parte se quedó conversando con Kaito sobre cómo fue que terminó en el calabozo y Lecryfhia aprovechó la distracción de todos para adueñarse de un dormitorio.

Cuando ella abandonó el comedor, Zelsfrith se atrevió a seguirla luego de un rato. Él quería hablar con ella porque durante el viaje no intercambiaron palabras en ninguna oportunidad, tan solo una vez y fue en el centro de apuestas que Lecryfhia le dijo que cargara los diez sacos de plata. Para el momento que llegó a las habitaciones, se armó de valor para tocar la puerta y al poco rato ella abrió la puerta, parecía sorprendida con el hecho de que fuera él.

—¿Podemos hablar? —preguntó con una mirada casi suplicante y Lecryfhia suspiró dejándolo pasar.

Zelsfrith entró algo vacilante mientras Lecryfhia tomaba asiento en el alféizar de la ventana, su cambio de ropa sugería que se había bañado, tenía una blusa de tirantes negra y un short a juego que el personal de servicio le ofreció para lavar su ropa. Él tragó seco tratando de evitar mirar sus piernas, admitía que le hubiese gustado conocerla en buenos términos, porque era condenadamente hermosa con su cabello largo de ondas ligeramente pronunciadas y sus labios carnosos... tomó asiento en una silla cercana.

—Lecryfhia... puede que sea extraño para ti, pero la verdad te considero mi prometida y deberíamos...

—No estamos en Gael Zelsfrith. Por lo tanto no soy tu prometida —no dejó que terminara de hablar.

—Pero nosotros vamos a volver y al menos deberíamos...

—No pienso volver a Gael a menos que las condiciones cambien para mí. Por el momento me quedaré con Darkmolet hasta que dejen de verme como a un animal que solo sirve para engendrar —se mantuvo firme con su decisión sin dejarlo terminar la oración y definitivamente ella estaba hablando en serio.

—Pero Lecryfhia, ya somos prometidos... eventualmente volveremos a nuestro hogar —Zelsfrith trataba de hacerla entrar en razón para que ella bajara la guardia.

—Zelsfrith ni siquiera somos Zevgari ¿qué pasa si conocieras a tu Zevgari y estoy de por medio con tus herederos? No serías feliz y entonces tendría que soportar tus infidelidades —corroboró Lecryfhia cruzando sus brazos.

—Los Zevgari no existen Lecryfhia. Es tan solo un mito que fue escrito por Blyuzkirns que tienen millones de siglos muertos —se quejó Zelsfrith apretando la mandíbula, bajando la mirada por la indignación—. Esos fuertes vínculos no han sucedido con nadie, así que deberíamos utilizar ésta oportunidad para conocernos porque después de todo eres mí prometida por declaración del rey Orthryox —sentenció Zelsfrith abandonando la habitación.

La conversación no fue lo suficientemente buena, Zelsfrith estaba tan frustrado de no lograr que Lecryfhia cediera, así que aprovechó la oportunidad de darse un baño en una de las habitaciones libres para relajarse y de algún modo pensar en una forma de hacer que su prometida cambiara de opinión.

Por otra parte Darkmolet que también se adueñó de una habitación, había terminado de darse un baño. Luego de secar su cabello, se puso un cambio de ropa que le dio una de las empleadas, el cual se trataba de un conjunto similar al de Lecryfhia, solo que en vez de ser una blusa con tirantes, era una camiseta deportiva sin mangas. Finalmente se sentó en la cama para actualizar el código fuente de su red neuronal con el C.Type-Ex, debía realizar una vinculación entre nave con las tarjetas comunicadoras, de manera que todos los mapas de coordenadas se unieran entre sí, sin importar que fuesen distintos dispositivos. Para ello era necesario un servidor privado en la que estuvieran conectados todos los artefactos electrónicos. Mientras programaba, pensaba en todo lo que debía reparar de la nave. «¿Cómo voy a conseguir materiales en éste lugar?», estaba frustrada con esa situación, así que solo se enfocó en actualizar la programación.

La Caída De Absalón Station ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora