❂ CAPÍTULO XVI ❂ Planeando recuperar el C.Type-Ex

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Cerca medio mes pasó, la movilización tomó bastante tiempo debido a las personas de mediana edad que no podían moverse con la misma agilidad de los jóvenes y Razkiel se rehusaba a dejar a su gente atrás. Las expresiones de los ephigetsianos brillaron al ver la puerta del norte de la ciudad de Valenstun. Las campanas de la ciudad anunciaban la llegada de los inmigrantes y Judith llegó galopando a la entrada, los esperaba muy sorprendida. Razkiel fue el primero en aproximarse a ella para comentarle todo lo que había sucedido, tras escuchar los acontecimientos les indicó a los ciudadanos que se dirigieran a la catedral.

Al cabo de un rato, luego de establecerse en la casa real, Valeska volvió a ocupar la habitación de huéspedes. Estaba sentada en la cama con la cabeza apoyada de la pared, pensaba en todo lo que ocurrió, pero lo que más la atormentaba era el haber visto el cadáver de aquella mujer en el agua. Frustrada, se pasó las manos en el cabello tratando de aferrarse a unos pocos gramos de tranquilidad, sus amigas no estaban con ella. «¿Cómo estarán?», se preguntó abrazándose las piernas, tenía mucho miedo de estar sola en ese planeta sin ellas.

No tenía su C.Type-Ex, el cual era la única comunicación que tenía con las chicas, el haber perdido ése dispositivo, era igual a estar varada en medio de la nada para ella y no pudo evitar llorar por el hecho de estar incomunicada, añorando a sus amigas.

Pasados unos minutos, tocaron su puerta, Valeska no se preocupó en responder y Kaito abrió la puerta para encontrarse con ella en ése estado tan lamentable. Él bajó la vista, porque de algún modo se sintió mal cuando se alejó de ella por miedo a lo que era, así que se acercó y le acarició el cabello con cariño.

—Valeska... la comida está lista... por favor ven a comer algo —dijo Kaito con voz dulce y ella asintió.

Para cuando se unió a los demás en el comedor, Judith pudo notar sus ojos hinchados por haber llorado mucho. En el grupo no estaba ni la que parecía ser una gran exploradora ni la que suponía una gran aliada por sus conocimientos y mucho menos el chico que revoloteaba alrededor de la castaña. Definitivamente las cosas no habían ido bien, a simple vista era obvio que las extrañaba. Sin embargo Razkiel fue el primero en romper el silencio.

—Hay algo oscuro sobre nosotros. Desde hace un tiempo vengo sintiendo que las cosas no están bien del todo y ésta vez se hizo presente la amenaza que hay sobre nuestra especie. Solo conocemos la existencia de la isla de los comerciantes y Hardenya, pero nadie se ha atrevido a explorar más allá o más bien los mercenarios que lo han hecho, no vuelven. Necesitamos establecer una alianza con los vikingos que merodean las tierras de los Hardenicos para protegernos —propuso Razkiel y Judith suspiró.

—Los vikingos son salvajes, permitir la entrada de ellos a la ciudad es lo mismo que dejar que nos saqueen y violen nuestras mujeres. El mestizo que lidera su nación tiene fieles creencias a su dios del rayo, debido a su habilidades. No podemos arriesgarnos —corroboró Judith.

—¿Controlan el rayo? —preguntó Lynk sorprendido mirando a Razkiel y a Judith.

—Sí y son salvajes —se notaba que Judith no quería ningún tipo de alianza con esas personas.

—Entonces debemos hacerlo con el rey de Hardenya. Según los rumores, controla el hierro —aunque Judith parecía estar en desacuerdo, resopló.

—Nuestros barcos tardarían tres meses en llegar, no me parece idóneo, pero la situación amerita que tengamos una solución para la amenaza y necesitamos muchos aliados para enfrentarla. Después de todo esas personas que atacaron a Ephigetsy resultan ser un gran peligro.

La cena terminó, Valeska no tocó su comida en absoluto y Kaito que estaba al lado de ella, se percató de ello, incluso intercambió miradas con Lynk porque a pesar de él ser algo especial para ella, al fin y al cabo Lynk era de su misma especie, por lo que podía entender mejor lo que le ocurría. Ella se levantó tan pronto como los demás lo hicieron para irse a la habitación de huéspedes. Mientras caminaba con paso decaído, Lynk le tomó la mano.

La Caída De Absalón Station ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora