❂ CAPÍTULO XI ❂ Hielo y Fuego

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El agua dulce se deslizaba hacia adelante cobrando impulso cuando retrocedía, en ocasiones cubría todo su cuerpo entrando tanto por su boca como sus fosas nasales y su mejilla dolía porque parecía estar apoyada sobre rocas sedimentarias. Lecryfhia sentía como si Shadow Queen se hubiese estrellado sobre ella, aunque quería seguir durmiendo por alguna razón sentía que no estaba sola. Alguien estaba mirándola. «¿Darkmolet? No... de ser ella, no me estaría mirando fijamente», luchó por abrir los ojos y cuando lo hizo, se encontró con que la persona frente a ella que yacía en cuclillas, resultó ser el hombre más hermoso que pudo haber visto jamás.

Estaba claro que no era humano, tenía que ser un mestizo o tal vez un ¿Blyuzkirn?

Alto, de hombros anchos, su cuerpo atlético demostraba que había hecho mucho trabajo físico. El chico se puso de pie, su cabello castaño oscuro amarrado con una liga se deslizó hacia adelante desde su lateral izquierdo demostrando que el largo terminaba justo en la cintura. «Tiene el cabello más largo que yo», fue lo que pensó siguiéndolo con la mirada y se sorprendió cuando le dio la espalda para dirigirse a su caballo.

—¡Oye! —Lecryfhia intentó levantarse, pero fue golpeada por un fuerte mareo. El chico sacó de la mochila unas ropas secas que estaban sobre su caballo y se volvió hacia ella.

—Primero deberías cambiarte esa ropa —se acercó de nuevo hacia ella para darle la ropa.

Lecryfhia se puso de pie con dificultad, su ropa pesaba debido a lo empapada que estaba, pero como se levantó muy rápido y sin cuidado, su cabeza dolió muy fuerte haciendo que su vista se pusiera borrosa. Algo en su dentadura hizo mucha presión al punto que ambas dolencias en el mismo momento hicieron que perdiera el conocimiento.

—¡Hey! ¡Cuidado! —Loki la detuvo entre sus brazos antes de que ella cayera y se golpeara con el suelo rocoso.

Loki tragó seco, le parecía familiar a esa chica. Aquella noche en Absalón Station donde tuvo lugar la reunión interplanetaria, ella debía ser esa niña que hablaba con él hasta que la pequeña científica de cabello negro llegó a ese lugar. Tenía que ser ella. «Tal vez me estoy apresurando en confirmar de que pueda ser ella», pensó Loki cargándola en brazos para llevarla a su caballo y sus largas mangas de la camisa se mojaron por la ropa mojada. El pulso de Loki se descontroló por lo que iba a hacer. «Prometo que no haré nada, pero no puedes seguir mojando la única ropa que tengo limpia», así la desvistió con manos temblorosas debido a los nervios. Cuando dejó su cuerpo expuesto, tan solo cubierto por la lencería, se llevó la mano a la boca sonrojándose. «Lo siento, lo siento, lo siento», repitió como un mantra tratando de vestirle lo más rápido que pudo y en el momento en que lo logró la subió al caballo.

Algo que no se esperó, es que como estaba inconsciente, casi se cayó del otro lado. «¡Ay! ¡Maldita sea!», Loki tomó una respiración profunda concentrándose, había pasado mucho tiempo desde que convocó el fuego, cuando lo hizo, su cuerpo desapareció como una chispa de fuego y reapareció rápidamente de la misma manera ya sentado sobre el caballo detrás de la chica. Con cuidado la envolvió con sus brazos para sostener las riendas.

—Vamos con los mercenarios amigo —le dijo Loki al caballo y éste comenzó a caminar.

No había pasado mucho tiempo desde que llegó a Ykesh, el territorio fue llamado así por el alcalde de la isla vecina. Normalmente Draco lo enviaba a explorar primero antes de desplegar a sus hombres porque Loki era mucho más fuerte y rápido al resto. Avanzaron a través del valle montañoso por un largo rato. El sol se ocultó tras las nubles, Ykesh tenía un clima frío, en la cual el humo de las respiraciones podía verse a simple vista. Loki bajó ligeramente la mirada para observar a la chica entre sus brazos. «Tiene que ser ella, de no serlo, entonces hubiese muerto de hipotermia», pensó.

La Caída De Absalón Station ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora