❂ CAPÍTULO XIII ❂ Una ola impacta en el congosto

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Habían pasado ocho días desde que Ephigetsy fue atacado, para el momento en que Valeska se enteró de que las chicas desaparecieron sin dejar rastro mediante la noticia de Lynk, fueron tomados como rehenes. Una de las cosas que Valeska temía era que sus amigas hubiesen terminado en otro planeta, tan solo el pensamiento le hizo congelar la sangre, porque nunca antes fueron separadas. Ella a diferencia de Darkmolet o Lecryfhia, no sabía cómo defenderse físicamente y dependía por completo de su poder. Kaito aunque intentó calmarla, no logró ningún resultado positivo; pero se mantuvo a su lado para animarla y darle la esperanza de que volverían a agruparse.

Por otro lado Lynk, cuando Darkmolet lo lanzó por los aires para salvarlo del terrible desenlace de quedar decapitado, el aterrizaje no fue nada bueno, se había enterrado una estaca en la pierna. Por suerte la primera en encontrarlo fue Valeska y de ese modo evitaron que las personas vieran la sangre platino, solo Kaito fue el que pudo ver esa escena que al momento lo dejó boquiabierto por el color y también el notar los tejidos tratando de cerrar la herida. La vista que les lanzó fue propia de un humano con temor de las cosas que son diferentes a él, algo que a Valeska le molestó.

Razkiel por ser el monarca de Ephigetsy, aquel hombre de aspecto antinatural debido a su musculatura, lo llevaba a rastras para demostrarle a su gente que él no era más que otro débil que no podría protegerlos. En cambio la mujer le lanzaba miradas furtivas a Valeska, quien en ocasiones hacía contacto visual con ella.

El pueblo estaba siendo movilizado al noreste donde se alzaban los altos picos montañosos. Tanto Lynk como ella iban caminando hombro a hombro, después de todo ambos eran Blyuzkirn y tenían que apoyarse mutuamente en medio de ese extraño suceso. Desde que Kaito vio la sangre de Lynk se volvió muy ensimismado y se mantenía ayudando a las personas de su especie manteniendo cierta distancia de ellos.

—Esto es increíble... cuando estuvimos en Valenstun apenas y te quitaba los ojos de encima —gruñó Lynk con una expresión furibunda mientras veía a Kaito entre la muchedumbre.

—No le hagas caso... en realidad creo que debemos encontrar una manera de escapar solos —dijo Valeska algo asustada.

—No podemos dejar a Razkiel...

—Lynk... yo no soy como Dark o Lyfhia, ellas pueden sobrevivir ante cualquier situación y sacarnos a flote a todos... yo en cambio como mucho creo que podría cubrirte las espaldas mientras tú cubres la mía —Valeska se mordió el labio algo nerviosa.

—Lo sé a simple vista se nota, con esas sandalias que tienes y ése vestido —Lynk observó cómo ése hombre desconocido doblegaba a Razkiel, pero al recordar la muerte de Zelsfrith no se atrevió a atacar. No le había dicho nada a Valeska, porque intuía que ella podría asustarse mucho más de lo que ya estaba con la desaparición de las chicas.

El sol empezó a ocultarse produciendo una sensación de quietud mientras se adentraban en el barranco estrecho y profundo de escarpadas paredes montañosas y detuvieron la marcha abruptamente. Parecían estar discutiendo entre ellos, así que tanto Valeska como Lynk se abrieron paso cuidadosamente entre la muchedumbre sin llamar la atención para escuchar la conversación.

—No entiendo cómo fue que dejaste escapar a la distinguida hija de Ivy —los pueblerinos no entendían a que se referían sus secuestradores, por lo que tenían expresiones cansadas como si hubiesen perdido la fe en sobrevivir. En cambio Valeska y Lynk aprovecharon la fachada que esas personas denotaban para escuchar.

—Parece que la hija de Darkerd resultó venir preparada Drugkhar, tenemos suerte de que sus poderes no hayan despertado por completo —la mujer tomó asiento en una roca sedimentaria.

La Caída De Absalón Station ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora