❂ CAPÍTULO XII ❂ Un duelo en las dunas infames

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Su abdomen punzaba del dolor, el calor era insoportable. «¿Por qué siento que me estoy horneando?», apoyó sus palmas en la tierra caliente y extendió sus brazos para levantarse. La sangre platino goteó sobre el suelo, había un poso sobre lo que parecía ser una planta que aplastó con su caída, tenía una de sus hojas enterradas justo de donde venía el dolor. Se sentó respirando profundo y sacó ese molesto estrato de allí. «¡Ay! ¡Mierda!», chilló del dolor mordiéndose el labio cuando cayó sobre su espalda, no tenía idea de cuanta sangre perdió y su herida algo profunda ardía.

El sol la cegó al punto de tener que entrecerrar los ojos. Cuando el dolor bajó, trató de sentarse con dificultad. —¿Qué lugar es éste? —no había más que una gran extensión interminable de dunas, tampoco estaba Lecryfhia allí. Entonces recordó la batalla y al cabeza de Zelsfrith caer, aunque el miedo la inundó trató de mantener la calma, así que buscó su C.Type-Ex en su chaleco, pero aparte de que la pantalla estaba rota, no encendía.

—No puede ser...

Sin agua ni sombra, solo ella en medio del desierto con ese sol que amenazaba con hornearla. Se levantó con dificultad ejerciendo presión en su abdomen, pero el mareo la golpeó haciendo que se tambaleara

—Maldita sea, duele como el demonio —gruñó respirando con dificultad.

Entonces miró su brazalete que marcaba que recibió una notificación en la tarjeta comunicadora. Al menos el accesorio no se dañó servía y no le importó la existencia de posibles atacantes, por lo que activó el modo automóvil de Shadow Queen eligiendo un diseño de un deportivo todoterreno.

El brazalete adoptó la forma de una camioneta todoterreno de lujo color negro. Antes de entrar se quitó el chaleco para deshacerse de la blusa que aparte de estar húmeda con su sangre, tenía una gran cantidad de tierra acumulada en ese lugar, luego de que sacudió la otra prenda se la puso y entró al auto.

—Al fin sombra —resopló de alivio encendiendo el aire acondicionado y se hundió en su asiento, no había cerrado su chaqueta, así que su lencería estaba a la vista.

El sudor corría desde su cuello hasta deslizarse a través de sus senos, estaba derritiéndose. Luego de refrescarse con el aire, seleccionó en el tablero que separaba los dos asientos delanteros que activara el filtro y el compartimiento hizo un ruido mecánico al abrirse, de allí emergió un dispensador de líquidos que automáticamente le sirvió agua en un vaso de goma comestible con sabor a vainilla.

Tras tomar el agua sin respirar, fue como si hubiese vuelto a la vida, incluso su herida empezaba a cerrarse poco a poco y luego de comerse el vaso, la sangre que manaba en su abdomen coaguló. Era cuestión de tiempo para que desapareciera el corte, fue allí que observó su alrededor a través del parabrisas que atenuaba el brillo del sol.

—Esto tiene que ser una broma —pegó la frente del volante muy frustrada.

No había más que dunas en el horizonte, era muy probable que ese lugar estuviera despoblado. Trató de mantener la calma, después de todo logró sobrevivir a esa batalla tan nefasta. «¿Qué habrá pasado con Lecryfhia y Valeska?», pensó mordiéndose el labio y encendió el proyector táctil, debía actualizar el código fuente para que Shadow Queen fuese capaz de mostrar las notificaciones del C.Type-Ex, le preocupaba que la hubiese teletransportado a otro planeta. Sin embargo suspiró presionando el icono del mapa de coordenadas con los ojos cerrados. —Por favor universo déjame estar en el mismo planeta que ellas —suplicó abriendo lentamente los ojos.

Efectivamente estaba en una isla remota, alejó el mapa con un gesto para ver la ubicación de todos los C.Type-Ex, tanto Lecryfhia como ella habían terminado en lugares muy lejanos a Ephigetsy. Sin embargo la distancia que los separaba estaba sombreada como territorio desconocido, el radio de reconocimiento cartesiano de cada tarjeta comunicadora era un rango de veinte metros.

La Caída De Absalón Station ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora