Epílogo ༺ Pasaje a Edén ༻

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El invierno reinaba en Auctrun, las edificaciones a base de piedra bien labrada se alzaba imponente con sus contrafuertes, arcos apuntados y bóvedas de crucería, la ventisca obligaba a los aldeanos a cumplir con un toque de queda estricto que empezaba al momento en que la noche caía. Cada quien podía vivir de la manera que quisiera o al menos eso era lo que se percibía. Muchos aclamaban larga vida a la reina, debido a que ella les dio la oportunidad de empezar de nuevo, lejos de hermandad blanca, un lugar donde la doctrina era irrelevante.

En medio de la celebración del solsticio de invierno, los ciudadanos daban gritos de júbilo a la espera del discurso de la respetada monarca y el palacio estaba abierto al público. Para Kallum Krystof, quien estaba entre la multitud portando ropajes de invierno, ocultando su rostro bajo una capucha, mezclado entre la multitud a una distancia muy prudencial del estrado, donde los guardias impedían el paso a las personas que lucían emocionadas. A él le resultaba repugnante la efusividad con la cual apoyaban a la reina.

La reina salió al balcón, Kallum tuvo que alzar la mirada para verla, la odiaba a muerte, tantos años persiguiendo su rastro hasta que finalmente descubrió su paradero, un lugar remoto en un mundo subterráneo. Incluso le resultaba impresionante el cómo lograron crear un satélite artificial que tuviera la función que podría aportar una estrella solar.

Ella destacaba con su largo cabello de color violeta que ondeaba al compás con la brisa, suavemente colocó un mechón detrás de su oreja y les dio la bienvenida a su gente con una enorme sonrisa, sus labios carnosos, pintados en rojo carmesí que hacían resaltar su dentadura perfectamente blanca.

—Hoy estamos aquí para que ustedes, mi preciado pueblo, disfruten de ésta celebración. El solsticio de invierno ha llegado a nosotros. Una vez más nos alzamos independientes ante cualquier amenaza. Auctrun bailará, cantará y celebrará por éste día hasta el amanecer —exclamó con la voz de una reina con un tono que era una mezcla de lo grave y agudo.

Todos estaban contentos y ante la declaración gritaron con brío. Aunque la plaza estaba plagada de gente la reina los observó a todos desde las alturas, deteniendo su vista en el muchacho de cabello negro azabache y piel bronceada. Kallum apretó la mandíbula cuando hicieron contacto visual. Lo estaba mirando fijamente, entre todos era el único con los ojos azul cielo. Todas sus características de alguna manera lo delataron, después de todo Kallum tenía una fuerte presencia en comparación a los pueblerinos.

—Vayan por él y tráiganlo ante mí —aunque ella lo dijo con un tono lo suficientemente bajo como para que solo sus guardias escucharan, él leyó sus labios.

Los guardias pusieron sus vistas en él y Kallum, cuando los arqueros tensaron sus flechas que desprendían una extraña estela de miasma apuntaron hacia él y las barreras de los Yorx comenzaron a formar un escudo alrededor de Auctrun, supo que debía escapar cuanto antes. Entonces un rayo de luz estalló justo donde estuvo de pie y al momento siguiente solo quedó la presencia de una cortina de humo en medio de la nieve.

La Caída De Absalón Station ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora