❂ CAPÍTULO XVIII ❂ La Máscara De La Esclavitud

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Un mes había pasado desde que fue gravemente herida en el abdomen, su recuperación le dejó una gran cicatriz, algo que normalmente no ocurría en los Blyuzkirns. Si esos eran los efectos que causaban en ellos, los humanos resultarían ser los más desafortunados. «Eran mutaciones, tienen que ser eso, de lo contrario no se explica como la regeneración de células queda inactiva», intentó abrir los ojos frunciendo el ceño, hasta que finalmente lo logró. El sol la cegó un poco y se llevó la mano hacia el rostro para cubrirse la luz.

Se percató que solo tenía el sujetador de sus prendas superiores, su pantalón y sus botas aún los llevaba puestos. Se pasó la mano en la cara para desperezarse, tomó un largo suspiro para levantarse con algo de dificultad, su cabello negro se deslizó hacia adelante cubriendo tanto su pecho como la cicatriz del abdomen, el cual estaba cerca de su vientre. Ese lugar dolía ligeramente y al observar su alrededor, se percató que Xykox estaba sentado junto a esa camilla, abrazando sus piernas.

Él estaba dormido, lucía cansado a simple vista, incluso su barba creció. Se bajó de la camilla lentamente para dirigirse hacia el asiento de piloto. Fue allí que miró el mapa de coordenadas en el monitor y frunció el ceño. «Parece que estamos en la misma dirección, aunque sigue estando un poco lejos», arqueó la ceja al ver que el C.Type-Ex de Valeska ahora estaba en tierra firme. Antes de poder sacar conclusiones, sus ojos viajaron hacia la esquina de la pantalla y abrió los ojos como platos.

—¡¿Qué?! ¡¿Pasó un mes?! —pensó en voz alta, estupefacta.

Su voz hizo que Xykox despertará y se volteara ligeramente hacia el asiento del piloto, entonces la distinguió allí. Fue suficiente para que su cansancio desapareciera. Incrédulo, se frotó los ojos porque no creía lo que veía y al distinguirla bien, se llenó de alivio. Él se levantó para ir hacia ella con pasos sigilosos. Al estar atrás del asiento de Darkmolet, quien estaba revisando el mapa de coordenadas; se inclinó y la abrazó muy fuerte.

Ella fue tomada por sorpresa, en otra ocasión hubiese rechazado ese tipo de afecto, sin embargo solo sonrió y acarició el brazo de Xykox.

—Estoy de vuelta Xykox —dijo Darkmolet aun acariciándole el brazo con cariño.

—Gracias a las deidades de las sombras, al universo, incluso a LinLin. Estoy tan aliviado de que estés bien... —por un momento su voz ronca se quebró—. Estaba tan asustado de perder a la única persona que hizo posible escapar del desierto.

—Sinceramente, no sabía que la nave dispusiera de ésta tecnología quirúrgica. Mi tía definitivamente pensó en todo —Darkmolet inclinó la cabeza hacia atrás y ambos cruzaron sus miradas—. Creo que podemos hacer algo con tu lesión.

El verla tan cerca lo puso algo nervioso, pero se apartó porque ella iba a levantarse. Darkmolet se dirigió a esa camilla y le hizo un ademán para que se sentara allí. Él obedeció mientras ella revisaba los dispositivos.

—Quítate la camisa —dijo ella alejándose para sacar de su armario una de sus chaquetas.

—¿Qué? —Xykox se sorprendió y ella se volvió hacia él colocando una mano en su cintura.

—Estoy así de expuesta contigo —se señaló el sujetador negro—. ¿Y te da pena quitarte la camisa?

Xykox tragó seco.

—Sí que hemos roto muchas reglas de nuestras costumbres —Xykox se frotó el cuello.

Xykox se quitó la camisa un poco avergonzado, ella se colocó la chaqueta sin cerrarla, por lo que aún se veía su sujetador. Sin embargo no parecía importarle, tal vez las circunstancias en la que estaban eran más preocupantes que mantenerse cumpliendo con la ética. Así que de esa manera se acercó a él para ver el estado de la lesión, la mancha purpura ocupaba gran parte de su abdomen y la mordida del gusano lucía fresca a pesar de los años. La sangre brotaba en ocasiones con un extraño flujo transparente.

La Caída De Absalón Station ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora