En la constelación de Virgo, se encontraba el planeta ShahThulak mayormente compuesto de estepas con poca vegetación, eran pocas las áreas que tenían una vasta vegetación. Al sur, más allá de una extensa cordillera que separaba el valle rojo del territorio donde se encontraba el reino Abith Tale, toda la población que componía esa ciudadela destacaban por su piel canela y ropajes con telas coloridas que envolvían sus cuerpos, las mujeres usaban una sola pieza larga de vestido y los hombres dos, una de ellas para cubrir el torso y la otra como pantalones bombachos. El pueblo era bastante humilde, aunque los únicos nobles eran la familia real no disponían grandes riquezas como otros Blyuzkirn, lo único que los diferenciaba de las personas naturales, era la villa donde vivían.
En ese lugar, se encontraba el heredero Xykox Tychaka que estaba a horas de celebrar su duodécimo cumpleaños, una de las cosas que detestaba era el hecho de tener que tatuarse el rostro para cumplir con las tradiciones. Apenas preparaban la tinta mientras yacía en la silla, se hundió en el asiento colocando su codo en él apoya brazos y descansó su mejilla en su puño poniendo una expresión furibunda.
—¿Por qué debo aceptar un ridículo tatuaje en mi rostro? Me parece una total idiotez que un tatuaje defina las virtudes de un rey —se quejó Xykox poniendo mala cara mientras miraba a su padre el rey Dovhakyn preparando la tinta.
—Con el tatuaje obtendrás la bendición de los ancestros Xykox —Dovhakyn revolvía la tinta en círculos suavemente en el dornillo.
—Si leyeras un poco los libros que tenemos en la biblioteca, te dieras cuenta que la tradición de los tatuajes en el rostro empezó a raíz de diez generaciones pasadas con un rey que tenía el rostro quemado por haber peleado con el monarca del reino de fuego que intentó invadir nuestras tierras hace mucho tiempo —objetó Xykox levantándose de la silla para irse.
—Detente Xykox, debes cumplir con tu deber —Dovhakyn le lanzó una mirada mordaz.
Xykox abandonó la habitación dando un portazo. Sus pisadas resonaron en el piso de madera conforme se alejaba del aposento del rey caminando a través de los pasillos, en la entrada de la casa, justo en el umbral de la puerta estaba la reina Yhaina, su madre; su abdomen abultado sugería que tenía seis meses de embarazo y él se detuvo frente a ella al notar que trastabilló por la debilidad, su acción inmediata fue sostenerla para evitar que cayera.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Xykox mirando a su madre con preocupación.
—La enfermera dijo que en una semana atenderá mi parto —respondió su madre con una expresión que denotaba cansancio mientras se aferraba al agarre de su hijo.
—Debes descansar madre, no entiendo por qué te esfuerzas en ir a ayudar a mi padre cuando estás en ésta condición, debes mantener reposo —Xykox le tomó la mano con cariño.
—Es que tu padre acaba de establecer comunicación con la alianza Absalón, formaremos parte de ese grupo mi amor, es por eso que quiere prepararte, debemos ayudarlo —dijo su madre mirándolo con sus ojos purpuras mientras le acariciaba la mejilla sonriendo y en ese momento sonó la campana de alerta de un ataque.
Xykox abrió los ojos como platos debido a que habían pasado muchos años desde que esa campana fue utilizada por los guardias. La reina puso una expresión de preocupación en tanto se aguantaba el vientre de manera protectora, luego miró a su hijo como si le dijera que debía ir con su padre.
—Ve con Dovhakyn, yo voy a reunirme con tus tíos —lo empujó para que fuera al aposento del rey.
—Te llevaré primero con mi tío Etzio mamá, no puedo dejarte aquí —contrapunteó Xykox.
ESTÁS LEYENDO
La Caída De Absalón Station ©
Science FictionLa sangre platino que corren por sus venas los identifica como una raza alienígena proveniente de la realeza, algunos poseen dones elementales, son conocidos como Blyuzkirn; pero deben abstenerse a cumplir la doctrina implantada por aquellos de sang...