No me sueltes

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I know that you're burning out for me
Fire in your bloodstream
Moving through you at light-speed
I see you, I see you

Infra-Red, Three Days Grace

La cosa es que no debería funcionar. No tiene ninguna razón para hacerlo. Hay una parte de su cabeza que no para de preguntarse por qué Deku se atrevió a sugerirlo.

«Izuku», se recuerda. Está intentando llamarlo Izuku al menos en su cabeza. De momento. Es algo, ¿no?

Maldita sea.

—Dice Midoriya que lo estás evitando.

Todoroki, como siempre, tiene que meterse en lo que no le importa. Lo único bueno sobre eso es que suele tener toda la evidencia frente a él y llegar a la conclusión equivocada. Como su idea de que Izuku es el hijo secreto de All-Might. (En serio, tiene toda la evidencia enfrente, ¿por qué todavía no lo sabe?).

—No.

—Bakugo, tengo dos ojos, ¿sabes?

—¡ES EVIDENTE!

—Dijimos que podría funcionar.

Si es cierto, eso dijeron. Y luego no dijeron nada. Porque no tenían ni idea de cómo podría funcionar. Porque todas las posibilidades están ante ellos, pero son aterradoras y les dan vértigo.

A Katsuki, especialmente.

Le asusta lo bien que encaja Deku —«Izuku», se corrige de nuevo— con Todoroki, le asusta estar en medio, le asusta saber que el chico al que trato del carajo desde que descubrió que no tenía singularidad lo vea de una manera que quita el aliento.

(Justo como también ve a Shouto Todoroki).

No tiene sentido. ¿Qué hay mal en su cabeza?

También le aterra no haber pedido perdón.

No sabe pedirlo, no sabe por dónde empezar. Pero desde que dijo que podía funcionar, su cerebro sigue gritando. El problema es que ahora grita otras cosas.

«¡Le dijiste que se suicidara!»

Claro. Lo hizo.

No es algo muy heroico, ¿no?

—Bueno, Midoriya no está aquí. —Carajo, Todoroki es buenísimo remarcando obviedades—. ¿Por qué lo evitas? —Katsuki aprieta la mandíbula, reacio a contestar. Todoroki, por supuesto, lo nota—. Si esto va a funcionar deberías...

—¡Está bien, está bien! Quieres saber que pienso, ¿no?

—Esa es la idea, sí.

—Que no debería funcionar. Bueno, no así. Debería funcionar entre tú e Izuku. Entre tú y yo... no sé, podría. Pero no tiene sentido entre Izuku y yo. No tiene sentido la manera en la que me mira y de la que jamás me habría dado cuenta si no lo hubieras remarcado. —Vomita todas las palabras antes de arrepentirse. Preferiría que no tener que discutir los gritos de su cabeza con nadie, pero de alguna manera tiene que callarlos—. Nunca le he pedido perdón por ninguna de las estupideces que le hice —admite. Hace una pausa y luego continúa hablando y las palabras le duelen más de lo que deja ver—. Y él siempre ha ido a salvar mi trasero cuando lo he necesitado.

Todoroki se queda callado. Lo oye tragar saliva. No voltea a verlo. Están sentados uno al lado del otro y la posición es perfecta para que Katsuki mire al frente y finja que la pared es lo más interesante que hay en el mundo.

—Ya te perdonó.

—¡No es así como funciona esto! —espeta Katsuki—. ¡Lo haya hecho o no yo nunca lo dije!

—¿Qué?

—¿Qué lo sentía?

¿No es obvio?

Todoroki se encoje de hombros. Katsuki no quiere decirle todo lo que le hizo a Izuku, todo lo que le hizo. ¿Por qué Izuku es tan buena persona? ¿Por qué él no puede disculparse?

—¿Y? Díselo. Deja de evitarlo. —Todoroki suspira y es la primera vez en bastante tiempo que Katsuki lo ve medio exasperado—. Si él dijo que podía funcionar...

—Ya. —Echa la cabeza para atrás—. No sé cómo conseguimos que se fijara en nosotros.

«En los dos», quiere decir. No dice más. Porque de por sí le cuesta trabajo admitir que siente cosas, que hay más acerca de él además de los gritos y la imagen que le proyecta al mundo, además de su obsesión por ser el número uno.

—Ey, Bakugo.

—¿Qué?

—Voltea.

Sigue mirando la pared como si fuera lo más interesante del mundo pero se obliga a hacerle caso a Todoroki. Tiene una expresión con una sonrisa tenue y lo mira de manera calculadora.

—¿Qué haces?

—Estoy decidiendo cómo besarte.

Katsuki siente como le sube la sangre a las mejillas. (Y odia la sensación). (Aunque, pensándolo bien, tampoco le molesta mucho si es Todoroki el que lo está viendo).

—¡¿Por qué tienes que pensar en eso?! —Y es él el que se inclina buscando sus labios.

Todoroki le corresponde, por supuesto. Siente una de las manos del chico en su barbilla y siente como con la otra lo abraza —de manera un poco torpe— para acercarlo hacia sí. A Katsuki no le gustan los abrazos.

No, no es eso.

No le gusta devolverlos.

Siempre piensa que sus palmas podrían jugarle una mala pasada. (Aunque nunca lo han hecho, pero siempre podrían hacerlo una primera vez).

Pero le gusta la sensación de Todoroki abrazándolo, de sentir sus labios.

Se separan.

—Todoroki...

—Shouto —le corrige—. Mi nombre es Shouto, Bakugo.

Respira hondo.

—En ese caso, Katsuki.

—Está bien. —Hay una pausa—. Katsuki.

Luego recuerda lo que iba a decirle.

—No me sueltes. —Todoroki lo atrae más hacia sí. Hacia mucho que Katsuki no se dejaba abrazar. Usualmente lo irrita. Pero si es Shouto lo irrita menos.

—Va a funcionar.

Tiene que disculparse con Izuku. Aunque Izuku lo haya perdonado. Aunque no le guarde rencor. Tiene que pararse frente a él y decir «lo siento». Pero va a funcionar.

Porque va a hacerlo.

Oh My God They Were Interns [Todobakudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora