Entrenar nunca fue tan divertido

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Oh baby, look what you started
The temperature's rising in here
Is this gonna happen?
Been waiting and waiting for you to make a move

Into You, Ariana Grande

Todo empezó porque abrió la boca. Él y su boca, carajo.

Endeavor no está y nadie los está vigilando. Habían terminado su turno hacía rato y estaban más o menos cansados —no tan agotados como otros días—. Había habido una crisis en alguna parte y la agencia se había quedado medio vacía.

Ellos habían intentado ir, pero Endeavor les había dicho que se quedaran allí (porque nadie sabía nada de la situación y si les pasaba algo iba a ir Eraserhead a colgarlo personalmente de la lámpara de su oficina). Así que se habían quedado atrás, frustrados y todavía con energías.

La frase clave en todo esto es: nadie los está vigilando.

Así que cuando Katsuki dijo «apuesto a que les gano a los dos al mismo tiempo» y Shouto e Izuku contestaron que no, lo que siguió sólo fue el cauce natural de los hechos.

Por supuesto que Katsuki no puede ganarles a los dos al mismo tiempo. ¿Por separado? Seguro. Pero Izuku y Shouto juntos son otro asunto. Aun así, su orgullo se resiste a rendirse, aun cuando tiene a Izuku encima, sentado a horcajadas sobre él, inmovilizándole los brazos para que no pueda hacer ningún movimiento. Y carajo, Izuku es fuerte.

Y eso sin mencionar que Shouto está parado a un lado de los dos, con los brazos cruzados sobre el pecho y una sonrisa traviesa dibujada en los labios.

—¿Quieres descongelar mis pies o vas a esperar a que se pongan azules? —espeta Katsuki, buscando la mirada de Shouto, moviendo la cabeza.

—Puedes admitir que somos superiores a ti.

—¡Ni loco!

Intenta moverse, pero Izuku lo mantiene en el mismo lugar.

—¿Te rindes? —le pregunta. La pregunta lo obliga a mirarlo a los ojos. Tiene la misma sonrisita de Shouto, divertida por verlo sufrir.

—¿Me vas a soltar si te digo que sí?

—No sé, ¿quieres que lo haga?

Izuku se inclina. Demasiado. Sus labios quedan demasiado cerca, pero no se tocan. Carajo. A Katsuki se le va la respiración un momento y alcanza a ver como la sonrisa a medias de Shouto se ensancha un poco.

(¿Por qué a esos idiotas les gusta verlo sufrir?)

Pero tampoco le dice a Izuku que lo suelte. Ni se rinde. Viéndolo tan cerca —puede sentir su respiración, su aliento, todo— lo que quiere es otra cosa.

—¿Vas a quedarte ahí por siempre o vas a besarme, Izuku?

—No sé, ¿quieres que lo haga? —vuelve a preguntar.

—Carajo, sí.

Y lo hace. Katsuki no vuelve a la realidad hasta que intenta mover los pies y recuerda que están cubiertos por un bloque de hielo y entonces, casi contra su voluntad aparta sus labios de los de Izuku.

—Shouto, mis pies —espeta.

Y el otro, dedicándole una sonrisa burlona, por fin le hace caso.

De sus manos no se queja. Izuki mantiene sus brazos inmóviles por encima de su cabeza y a él en el piso. No planea quejarse si vuelve a besarlo. (Que es lo que Izuku hace menos de un segundo después, cuando él puede mover sus piernas de nuevo). Adoran torturarlo. Frustrarlo. Preguntarle lo que saben que quiere para que les diga que sí.

—Izuku... —murmura, cuando se apartan un segundo—, déjame incorporarme.

—¡Ah! Lo siento —murmura Izuku, liberando sus brazos. Él toma impulso para incorporarse y quedar sentado, todavía con Izuku sobre él. Le rodea la cintura con los brazos, pegándolo a él—. Kacchan...

—Sigue besándome.

Habían empezado entrenando.

Pero a Katsuki no le sorprende en lo más mínimo que hayan acabado así. Les pasa cada vez más seguido —cada vez que están solos, cada vez que saben que nadie puede atraparlos con las manos en la masa—. No le sorprende en lo más mínimo cuando Shouto se sienta detrás de él y entierra su rostro en la curva de su cuello; mucho menos le sorprende acabar sintiendo sus dientes.

—¿Puedo? —pregunta Shouto.

—Donde no se vea.

Le mueve un poco el hombro del traje, dirigiéndose más hacia su hombro que a su cuello y Katsuki siente como le entierra allí los dientes. No se le borra un chupetón cuando Shouto le deja otro. (E Izuku está igual. Conclusión: al idiota mitad y mitad le gusta morderlos).

No, Katsuki no puede ganarles a los dos al mismo tiempo, decide, mientras siente las manos de uno rodearle la cintura y las manos del otro rodearle el cuello. Pero las sesiones de entrenamiento son mucho más divertidas desde que incluyen besos.

Oh My God They Were Interns [Todobakudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora