Todoroki es bueno en Mario Kart (y Katsuki un mal perdedor)

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We'll stay offline so no one gets hurt
Hiding from the real world
Just don't read the comments ever, ever
We fucked this house up like the planet
We were running riot
Crazy that some people still deny it

Doom Days, Bastille

Los fines de semana que pasan en la agencia de Endeavor son los más cansados de la vida de Katsuki. No se atreve a quejarse porque, para empezar, no es un debilucho ni un cobarde. Y porque si Endeavor lo escuchara —o peor, Aizawa, alguien a quien genuinamente respetaba— le diría que más le valía acostumbrarse porque esa iba a ser toda su vida el día que se graduara.

Así que no se queja.

El problema es cuando llega con muchas ganas de dormir a los dormitorios de la agencia y Deku y Todoroki tienen la brillante idea de invitarse ellos solos a pasar el rato justo en su cuarto.

Katsuki sabe que lo hacen porque él nunca hace ningún intento de incluirse. Llega demasiado cansado. Y porque en algún momento ellos dos empezaron a hacerlo. Ir al cuarto del otro antes de dormir, hablar de cosas, jugar partidas de Mario Kart —en las que siempre, sin excepción, gana Todoroki, porque el muy bastardo siempre les tiende trampas al final—. Y luego, quizá, en algún momento, Katsuki supone que se sintieron culpables por dejarlo afuera y empiezan a aparecer en su cuarto más seguido.

El sólo gruñe, pero no los corre.

Podría hacerlo. Gritarles un poco. Empujarlos hasta la puerta, aunque se quejen. Cerrarles la puerta en la cara.

Pero no lo hace.

Los deja entrar, sentarse en su cama, decirle que si quiere jugar una partida de Mario Kart que acaban siendo diez porque él le pide la revancha a Todoroki todas las veces que gana. Los deja platicar de cualquier cosa, para intervenir ocasionalmente. Les dice muchas veces que dejen de molestarlo.

(Pero en realidad no le molesta).

Se repite mil veces que él no entró a UA para hacer amigos. (Como Todoroki también lo dijo alguna vez). Se repite mil veces todas las cosas que le hizo a Izuku antes de entrar a UA. Se repite mil veces que no se merece que Deku siga preocupándose por él, porque no entiende su cerebro. Y sin embargo, ahí los tiene, enfrente.

—¡Kacchan! ¡No te quedes mirando a la nada!

—¡Deja de hablar muy fuerte, no me dejas pensar!

—Que sorpresa que pienses, Bakugo.

—¡El que es denso aquí eres tú y no yo!

—¡Ey, ¿jugamos otra partida?!

—Una más y se largan. Quiero dormir veinticuatro horas —les dice Katsuki. Desde el «una más» sabe que es una mentira, porque apenas van en la segunda.

No le molestan.

Lo irritan, sí, básicamente porque el mundo entero lo irrita. Pero no le molestan. Podría decir que incluso le agrada la presencia de los dos.

(No piensa admitirlo en público, pero admitirlo para sí ya es un avance).

—¡MALDITA SEA! —grita, cuando, inevitablemente, Todoroki gana. Les gana unas ocho partidas de cada diez. Quién lo diría. Debe recordar decirle a Kirishima que lo rete porque todavía no conoce nadie capaz de ganarle a Kirishima.

—Dijiste que era la última, ¿quieres la revancha?

—¡Voy a aplastarte!

(No, no va a hacerlo).

—Kacchan, también estoy yo aquí.

—¡Llevas dos días sin ganar nada, no eres competencia!

Ve a Todoroki sonreír. No lo hace mucho. Tiene una sonrisa interesante. Aunque «interesante» es una palabra bastante mala para describir una sonrisa o cualquier gesto, pero Katsuki la considera así. Es tenue, medio tímida. Relaja bastante las facciones usualmente inescrutables de Todoroki. No sabe por qué se fija en ella o por qué puede imaginársela con tanta precisión. No quiere pensar en eso.

Eso se lo entierra.

(Como todas las razones por las que le gusta la cercanía de Deku).

—¡Voy a ganar esa vez si eso es lo que cuesta que me consideres buena competencia! —asegura Deku.

(Está mintiendo, va a ganar Todoroki de nuevo).

Cuando el maldito mitad y mitad les saca ya cinco partidas ganadas, sin que ninguno de los dos pueda hacer nada para evitarlo, Katsuki bufa, frustrado, pero ya no pide la revancha. En verdad está demasiado cansado. Quiere dormir. Dejarse caer sobre el calchón como sea y perder el conocimiento.

Es lo que tienen las prácticas de Endeavor.

Está agotado todo el tiempo. No sabe cómo junta las energías para seguir intentando aplastar a Todoroki en Mario Kart. (Que las junte quiere decir algo, está seguro, pero no sabe si quiere preguntárselo realmente).

—Fuera —es lo único que dice, con voz tranquila—. Quiero dormir.

No espera ni a que se levanten cuando ya está metiéndose entre las cobijas. Usualmente saben que en cuanto hace eso, va a dejar de oírlos.

—Buenas noches, Kacchan.

Eso es lo último que oye.

Carajo. Hay cosas de sí mismo que no quiere saber. A veces culpa a las prácticas profesionales con Endeavor por haberlos acercado más.

Oh My God They Were Interns [Todobakudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora