When you fall like a statue
I'm gon' be there to catch you
Put you on your feet, you on your feet
And if your well is empty
Not a thing will prevent me
Tell me what you need, what do you need
I surrender honestly
You've always done the same for meGone, Gone, Gone, Phillip Phillips
Katsuki se la cree. El papel de creérsela se le da bien. Lleva toda su vida creyéndose el héroe número uno —algún día lo lograra, lo sabe—. También se le da bien que todas sus creencias acaben estampadas sobre el pavimento, dispersas, destruidas, deshechas, para que él las vuelva a hacer a puñetazos, a peleas. Su primer año parece a años luz de distancia, pero todavía siente a flor de piel el sentirse fuera de lugar, de sentirse responsable de cosas más grandes que él. Todavía siente ese grito dirigido a Izuku, asegurándole que no va a perder, demostrándole —pero más demostrándose— que su poder es suficiente para superarlo.
Así que creérsela se le da bien.
Porque de otro modo no podría vivir. De otro modo estaría todo el tiempo preguntándose por qué Izuku y Shouto —ambos, sí, los dos— aceptaron salir con él y no dejaría nunca de torturarse sobre si es suficiente, si se lo merece.
Pero puede ver a Shouto.
La manera en la que sonríe, como si estuviera dentro de un sueño a punto de despertar y de descubrir que todo es mentira. Es cauteloso. Y a la vez no. Es cauteloso cuando se acerca a los dos, especialmente cuando quiere consuelo. Como si no se lo mereciera. Y a la vez no, porque su desesperación se siente cuando quiere demostrar —demostrarse, en realidad— que están juntos. Katsuki lo nota en las marcas en sus clavículas —que podrían ser chupetones en el cuello, pero prefiere mantener en otro lugar donde sea más fácil esconderlas.
Como si ver aquellas marcas —porque son ellos los únicos que las ven, no son para nadie más— fuera el testimonio de que todo es real.
Izuku también tiene chupetones.
(Son adolescentes, les cuenta mantener los labios y las manos en paz).
Llama a la puerta dos veces. Usualmente Izuku es su primera opción, porque Izuku no pregunta cosas sobre sus sueños, o por qué sigue sin poder dormir bien después de tanto tiempo. Pero no quiere despertarlo esa noche.
Shouto abre la puerta tallándose un ojo.
—¿Puedo quedarme aquí? —pregunta.
—¿Por qué?
—No podía dormir.
—¿Por qué?
—Y yo que sé. —Le cuesta no alzar la voz. ¿Qué son? ¿Las doce de la noche? ¿Una de la mañana? Muy tarde para una persona que odia despertar temprano sin haber dormido bien—. Déjame entrar antes de que alguien...
Shouto lo hace, cierra la puerta tras de él. Katsuki se dirige hasta el futón pero no hace ademán de acostarse. O de moverse. Todavía tiene las manos apretadas, un poco sólo un poco.
(No sueña mucho, pero a veces lo hace).
(Y desde Kamino, sus sueños suelen ser mierda pura).
Su madre dijo que pasaría, que eventualmente no pensaría en eso. Es cierto. De todo lo que había al principio —la furia, la desesperación, el enojo, la frustración, esa sensación de sentirse responsable de un montón de mierda y de no ser suficiente, del miedo y de odiar que alguien tocara su cuello por detrás, sin aviso previo—, lo único que queda son los sueños.
Ni siquiera son tan frecuentes.
—¿Pesadillas? —pregunta Shouto.
Lo hace con demasiada cautela, manteniéndose alejado. Probablemente porque sabe que no debería de saber eso.
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Oh My God They Were Interns [Todobakudeku]
FanfictionLa clase 1-A pasó a ser la clase 2-A. Todoroki, Bakugo y Midoriya son pasantes de Endeavor. ¿Qué puede salir mal en ese caso? (Todo). Todobakudeku