Sonrisas (en fotografía)

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Love is there when you open the door
And you step off the trail you knew before
Through the streets and the houses of gods you roam
And on their altars you lay your heart of stone

Love Will Come to You, Poets of the Fall

Las prácticas profesionales vuelven al final de su segundo año. Empieza la primavera y ellos han logrado que su relación siga siendo un secreto al que el resto de la clase 2-A —pronto 3-A— no tiene acceso. Katsuki sospecha que intuyen cosas —especialmente desde que Uraraka le descubrió un chupetón a Izuku y todo el mundo intenta adivinar quién es la novio o novio de Izuku; siguen muy lejos de adivinar que son dos—, pero nada más. De todos modos, el edificio de oficinas de Endeavor siempre les ofrece más libertad. Tanta gente corriendo de un lado a otro les da más libertad y un poco de más anonimato.

El problema es que están cansados todo el tiempo.

Endeavor no les da ni un mísero respiro. Katsuki no lo culpa. Los acepta cada vez porque Shouto se lo pide, pero a veces todavía se nota esa sensación en la que no le parece demasiado cómodo entrenar también a los rivales de su hijo, al que tan desesperadamente quiere heredarle el puesto que tiene.

De todos modos, aprovechan cada momento.

Juegan Mario Kart y Shouto gana nueve partidas de cada diez. Se quedan dormidos en las camas equivocadas. Les importa poco la incomodidad, descubren.

Pero están cansados todo el tiempo. El entrenamiento siempre los deja como zombis y Endeavor se encarga de recordarles cada día que aquello es sólo una probada de lo que vivirán cuando sean profesionales, cuando dejen atrás las licencias provisionales.

Katsuki está por dormirse cuando llaman a la puerta. Son esos dos idiotas.

Siguen las mismas costumbres.

Les abre la puerta y ellos se invitan solitos a pasar. Se ven tan agotados como él. Izuku tiene a la vista sus brazos llenos de cicatrices, decorados de manera imposible con toda aquella historia que a Katsuki le parece de autodestrucción. Shouto tiene un moretón en una mejilla producto del golpe de un maleante que lo tomó por sorpresa —y que después Katsuki le quitó de encima—, Katsuki tiene los brazos rasguñados.

—No quiero jugar Mario Kart —advierte—. Demasiado cansancio.

—Igual —murmura Izuku, camina sin detenerse hasta la cama de Katsuki y se deja caer en ella—. Qué día.

Shouto no dice nada. No parece ni tener energías para ello.

—Izuku, muévete —dice Katsuki, empujándolo, porque decidió acostarse atravesado en toda la cama.

—No quie...

Katsuki lo empuja más fuerte, haciéndose un espacio. Se sienta recargado en la cabecera. Shouto recarga su espalda contra su pecho y Katsuki lo rodea con los brazos. Empiezan a tener costumbres. A conocer las de los otros.

Shouto siempre los busca, como si ansiara el contacto. Izuku invade su espacio sin preguntar. Katsuki es más reservado, como un gato dispuesto a saltar a la menor incomodidad —acaba de pensarla, pero es, quizá, la peor comparación que ha pasado nunca por su cabeza—, pero aun así, le gusta el contacto, la cercanía.

Nunca había tenido eso con nadie más.

Izuku levanta un poco la cabeza, se acomoda un poco mejor. Katsuki lo ve buscar algo en la bolsa del pantalón. No sospecha nada hasta que lo ve sacar el celular y apuntarlo hacia ellos.

—Izuku...

Oye el sonido de la fotografía.

—Miren —les enseña.

Katsuki tiene que admitir que se ven bien. Shouto acomodado en su pecho, sus brazos acomodados alrededor de él. Su rostro objetando un poco a la fotografía, el ceño claramente fruncido porque adivina las intenciones de Deku.

No ve la expresión de Shouto, pero Izuku está sonriendo, abiertamente, como siempre: enseña todos los dientes. Es casi inercia la manera en la que responde a su sonrisa.

(No debería sorprenderle que lo siguiente que haga Deku es volver a voltear el celular y disparar otra foto antes de que él tenga tiempo de quitar la sonrisa).

Sus sonrisas son raras. Casi nunca deja que nadie las vea. Izuku les enseña la foto, de nuevo.

Está seguro que Shouto sonríe al verla.

—Siempre me han gustado tus sonrisas.

Katsuki le desordena el cabello. Están demasiado cansados para otra cosa. Acaban durmiendo todos allí, como pueden, como cabe, cuerpo con cuerpo. Eventualmente Shouto se hace a un lado e Izuku se mete en medio de los dos. Cuerpo con cuerpo.

En el lugar justo en el que tendrían que estar.

Oh My God They Were Interns [Todobakudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora