Eijiro Kirishima descubre algunas cosas

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Give me a second I
I need to get my story straight
My friends are in the bathroom getting higher than the Empire State
My lover she's waiting for me just across the bar

We Are Young, Fun

Llevaban meses casi gritando que los descubrieran. Casi lo pedían. Lo suplicaban. Besos en los baños, fajes en los vestidores, en sus habitaciones. Pasados los meses, a Katsuki le extraña que nadie sospeche demasiado o que nadie una los puntos. No sería difícil. Una vez Ashido le descubrió uno de los chupetones, apretó los labios y no dijo nada —aunque Katsuki supuso que en las habitaciones de las chicas el tema se discutió un millón de veces—. Otra vez Sero estuvo a punto de encontrar a Izuku y a Shouto acaramelados en la biblioteca. Kirishima ha estado a punto de verlos más de una vez en los vestidores, pero de alguna ridícula manera siempre se las arreglan para que no los descubran.

Les divierte la adrenalina y el peligro.

(Y Katsuki no quiere a nadie preguntando cómo ocurrieron las cosas).

Pero, por supuesto, no todas las cosas duran para siempre. Y Kirishima no siempre toca en la puerta de su cuarto antes de entrar.

Así que una vez lo encuentran encima de Izuku y están en el piso e Izuku se está riendo —intentando no hace demasiado ruido— mientras él lo besa y le hace cosquillas. Hasta que oye la puerta abrirse y ya es demasiado tarde para disimular lo que está haciendo y sólo voltea su mirada hacia ella para encontrarse con el rostro de Kirishima, que está rojo y avergonzado.

—¡Ey, Kirishima...! —exclama, poniéndose en pie, cuando su mejor amigo vuelve a cerrar la puerta. Así que se pone en pie sin oír las quejas de Izuku y sale. Detiene al pelirrojo justo antes de que se meta de nuevo a su habitación—. ¡Ey! —Lo agarra por un brazo.

—Lo siento, debí de...

—Sí.

—No puedo creerlo, joder...

—No le digas a nadie.

—¿Bromeas? Ashido moriría con estas noticias. —Parece en verdad mortificado por no poder contarle a la chica. Ella y Kirishima se cuentan prácticamente todo, por lo que Katsuki sabe—. Estuvo semanas intentando averiguar quién te había dejado las marcas del cuello...

Katsuki gruñe y no se molesta en aclarar que el de las mordidas no es Izuku.

—No-le-digas —espeta.

—Está bien, está bien, es tu vida. —Hay una pausa—. ¿Puedo preguntarte cómo empezó? Tú e Izuku... es que... Digo... no es lo que uno... ya sabes...

—Llega al punto —amenaza Katsuki, frunciendo el ceño.

—No son los mejores amigos —resume Kirishima—. Ya sé que no es como cuando entramos a UA, pero...

Katsuki se encoge de hombros.

—Dejamos eso atrás. —Eso es poner en muy pocas palabras una historia mucho más complicada. Pero no sabe cómo explicarla en lo más mínimo. Ni él mismo la entiende. Sólo agradece haberse ganado el perdón de Izuku. Y su afecto.

—Vale, ehm... —Kirishima vuelve a ponerse rojo—. Quizá quieras... volver... —carraspea.

Katsuki va a dejarlo así. Ya le explicará después el enredo entre él, Izuku y Shouto, con más calma. Pero en ese momento no, porque sospecha que Izuku está teniendo una crisis en su habitación y porque de verdad quiere volver a hacer lo que estaba haciendo.

—Sí, ehm...

Siente que él también enrojece, que sus mejillas lo traicionan.

Y luego escucha pasos detrás de sí.

Se da la vuelva. «Oh, carajo», piensa. Es Shouto, que pone cara de confusión cuando lo ve allí afuera, entre la pared que hay entre las dos puertas, con Kirishima. Mal momento para llegar.

—¿Katsuki...? —llama. Él, preferentemente, quiere que se lo trague la tierra entera—. Eh... —Se acerca, dirigiéndole una mirada a Kirishima—. Lo siento —le dice, cuando jala a Katsuki y se acerca su oído—. ¿Por qué Izuku está teniendo una crisis en mis mensajes y por qué me dijo que viniera?

Katsuki quiere llevarse las manos a la cara.

—Joder.

—Miren, siento que me estoy perdiendo de algo. —Kirishima alza las manos en señal de paz—. Pero ya me voy. —Señala a Katsuki con un gesto amenazante—. Tienes bastantes cosas que contarme.

—¡Ey, espera! —intenta interrumpir Katsuki. Realmente quiere asegurarse de que no le vaya a contar a nadie.

—¿Qué demonios está pasando? —pregunta Shouto.

(Y es tan extraño oírlo maldecir, aunque sea con un «demonios»).

—Eh... —Katsuki no sabe cómo responder.

—Bueno... —intenta Kirishima.

—Digamos que...

—Ehm.

—Me encontró con Izuku.

—En una posición comprometedora. —Y de repente Kirishima se da cuenta de lo que está pasando—. ¡¿Él sabía y yo no?!

—Eh... —Katsuki se queda en blanco. No sabe cómo salir de allí—. ¿Saben qué? Tú —se dirige a Shouto— ve con Izuku. Quizá sigue en el piso de mi habitación. O se levantó para tener su crisis en mi cama. Y dile que se puede poner cualquiera de mis camisetas, no quería quemar la suya y... —Se da cuenta de que habló demás cuando voltea hacia Kirishima, que los está mirando con los ojos muy abiertos sin moverse—. Y tú... Tú y yo tenemos unas cuantas cosas de las que hablar.

Lo jala para dirigirse a la habitación de Kirishima. No quiere explicarle su relación con el pasillo.

Por su puesto, en menos de una semana, toda la clase 3-A está enterada.

Oh My God They Were Interns [Todobakudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora