Los lugares comunes

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I won't turn back
I won't cross that hidden danger line
It's a loud and dark world
But I think I found the light
I need you to tell me everything will be alright
To chase away the voices in the night

When They Call My Name, Black Veil Brides

Llama a la puerta. Espera no encontrarlo con Shouto. Tampoco le molestaría, pero quiere hablar a solas con Deku. «No, Izuku», se recuerda. No tiene mucha paciencia, así que cuando el nerd no atiende al segundo toque, grita.

—¡Soy yo!

Abre la puerta a los dos segundos. Probablemente ya iba hacia ella, pero la impaciencia de Katsuki siempre le gana.

—¡Kacchan!

(Le gusta que le diga así).

(Aunque no lo admita, porque no le gusta admitir cosas).

—Déjame pasar.

Todoroki no está por ningún lado. Katsuki recuerda que le dijo que tenía que hablar con su papá de algo —sin especificar—; había puesto cara de fastidio —lo cual era mucho considerando la inexpresividad de Shouto— ante la perspectiva de lidiar con Endeavor, así que Katsuki no había insistido para que le contara nada.

(No era como si le interesaran sus problemas familiares).

(En realidad, sí le interesaban, aunque tenía formas extrañas de demostrarlo).

—Estaba por dormirme...

Las prácticas con Endeavor les resultan agotadoras, sobre todos los últimos días.

—Esto es importante.

Tiene las palabras atoradas en la garganta, pero necesita decir todo lo que tiene guardado. Al menos para que aquello funcione. Es como un secreto, que sólo conoce él, que tiene que dejar salir.

—¿Qué? —pregunta Deku. Se ve cansado, pero a Katsuki no le importa—. ¿Estás bien? Noté que hoy...

—Cállate. —Katsuki frunce el ceño—. No, espera. Sólo... No hables. Espera. Quiero decir algo. —Tiene la cabeza echa un caos—. Sólo es que... Argh. —Gruñe, más para sí que para Deku, que todavía lo está viendo con cara de confusión—. No entiendo a tu cerebro o... no te entiendo.

En realidad, no se entiende ni a sí mismo. Intenta mirarlo a los ojos, pero son demasiado grandes, demasiado brillantes y lo miran de una manera que no puede soportar, así que acaba viéndose los pies.

—Sólo quería decir que lo siento. —Se mete las manos en los bolsillos. Sus pies le resultan increíblemente interesantes—. Por toda la mierda que te hice pasar. —Traga saliva—. Lo siento —repite.

Le duelen las palabras por dentro.

Pero las dice.

(Izuku se lo merece, después de todo).

—Kacchan, no importa, yo...

—¡No! ¡Sí importa! ¡Importa que lo diga, maldita sea!

¿Acaso está mal de la cabeza?

Pero desde que Todoroki lo hizo notar, Katsuki se da perfecta cuenta de cómo lo mira Izuku. Se da cuenta de la fascinación, de la ternura, de todos los sentimientos. Lo ahogan. No sabe qué hacer con ellos. Acaba siempre en los lugares comunes, porque siente que se lo está llevando la corriente del huracán.

(Es demasiado, Izuku siempre ha sido demasiado).

—Kacchan, de verdad...

—Importa —dice, y le sale como una súplica.

Probablemente nadie lo note, pero él sí. Es casi como si se le estuviera poniendo de rodillas. (Pero no). No importa que Izuku lo haya perdonado o no. Importan las cosas que nunca dijo y ahora está diciendo.

—Está bien —le concede Izuku.

Y luego lo besa.

Se tiene que poner de puntillas para alcanzarlo. Katsuki se queda congelado un segundo. Y luego hace lo que nunca hace. Lo abraza, por la cintura, buscando su espalda, acercándolo hacia él. Piensa en todos los lugares comunes. En que no quiere que nunca se mueva de ese lugar, en lo bien que encajan sus labios, en que ese momento es eterno. Se le pasan todos por la cabeza, lo abruman. Pero en realidad no sabe que siente.

Sólo sabe que Izuku lo está besando.

(Y que se siente bien).

No se le dejan de ocurrir los lugares comunes, pero siente que ninguno le hace justicia a ese beso.

Cuando se separan, por una vez, se queda sin palabras. En realidad, no es muy difícil dejarlo sin palabras, pero casi nadie sabe cómo hacerlo. Están demasiado acostumbrados a sus gritos, a que sea él el que tenga la voz más fuerte, a que se haga oír, que realmente nunca se han dado cuenta que es fácil dejarlo sin palabras.

(Si saben cómo e Izuku lo sabe).

Empieza a inclinarse para besarlo otra vez, pero la voz de Izuku lo interrumpe.

—Sé que no tiene sentido —admite. Se muerde los labios, pone la cara que pone siempre cuando está pensando demasiado—. No intentes encontrárselo.

—Lo siento.

En vez de besarlo, se hunde en la curva de su cuello. Hay una parte de él —porque no tiene caso esconderla— que se siente humillada. Y la odia. Quiere aplastarla en ese momento. Porque otra parte sabe que esas disculpas son lo correcto. No puede evitarlo.

—Lo sé —responde Izuku.

Katsuki cierra los ojos un momento. No puede ver la expresión de Izuku, pero se la imagina.

Se sabe todas sus expresiones. Sabe leerlas. Adivinarlas. Interpretarlas a la perfección. Quizá desde hace más tiempo del que quiere admitir.

—Gracias.

Oh My God They Were Interns [Todobakudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora