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Joel se incorporó de golpe y comenzó a tirar de sus tenis sin siquiera desatar los cordones.

— ¡Maldita sea, esto es tan difícil! —se quejó y yo sonreí.

—Idiota —mascullé, con una sonrisa dibujada en el rostro.

Joel se dejó caer al colchón. —Al diablo. No me incomodan tanto. —dijo arrastrando las palabras.

Yo negué con la cabeza y me hinqué en el suelo, desatando los cordones de sus converse con mucho cuidado.

El silencio que nos invadía no era incómodo, sin embargo era tenso.

—No sé por qué lo creí —dijo finalmente. —. Simplemente te vi un día en la cafetería, comiendo un burrito de carne y un refresco y algo dentro de mí dijo: "Es ella".

— ¿M-Me observas a menudo? —la voz me tembló por la emoción.

—Bastante. Más de lo que me gustaría admitir. Es sólo que... Hay algo en ti que me es tan familiar —musitó. —. Supongo que estoy tan desesperado por encontrarla que intento verla en todos lados.

Yo le saqué un tenis de un tirón y comencé a desatar el otro. —Supongo... —murmuré.

— ¿Alguna vez te he hablado de ella?, no lo he hecho, ¿cierto?, bueno pues déjame hacerlo —comenzó. Su voz sonaba cada vez un poco más arrastrada. —. Yo era un jodido imbécil... Bueno, lo sigo siendo... —una risa ronca brotó de su garganta y lo vi hacer un gesto desdeñoso con la mano. —, el punto es que, además de ser un imbécil, estaba... Deprimido. Había perdido la vista, mis supuestos amigos habían dejado de frecuentarme cuando supieron lo del accidente y yo había ahuyentado al único de ellos que había querido quedarse: Erick.

Terminé con mi novia, dejé de ir a la escuela, y lo único que quería era pudrirme en mi miseria todos los días que me restaban de vida y entonces... — terminé de quitarle los converse y me senté a su lado, mirándole el rostro. Su mirada estaba perdida en la nada y de pronto, me miró directamente a los ojos. —Un ángel entró en mi habitación. Su voz, su aroma... Todo en ella era atractivo para mí.

Un nudo comenzó a formarse en mi garganta.

—No me trataba como si fuera a quebrarme. No era condescendiente conmigo y en ningún momento hizo pie a mi incapacidad visual. Me ayudó cuando creí que nadie podía ayudarme y, cuando me di cuenta, _____ era mi motivo para levantarme todas las mañanas. Saber que iba a verla me hacía meterme a la ducha y pasar media hora preguntándole a mi hermana si no lucía ridículo con la selección de ropa que había hecho —una sonrisa surcó sus facciones y cerró los ojos. —. Entonces, tuvimos ésta especie de cita en un café. No fue una cita en realidad, porque iban todos sus amigos, pero me gusta verlo como nuestra primera cita... Bueno; por azares del destino me topé con Erick. Yo no quería revivir mi pasado y salí hecho una furia de ahí. _____ me siguió. Fue tras de mí y...

Los recuerdos me golpearon tan fuerte que mi garganta se cerró. Mis ojos se llenaron de lágrimas y me obligué a apartar la mirada de él porque era demasiado doloroso.

—Terminé besándola. —dijo Joel.

Cerré mis ojos ante la fuerza del recuerdo y, por un momento, me permití volver a ése lugar. Me permití recordar aquel día. — ¿T-Te besó ella de vuelta? —pregunté, sólo para que siguiera hablando.

—Si... —Joel suspiró. —. Yo no quería amarrarla a un ciego toda su vida y la traté muy mal después de eso. No estoy orgulloso de ello, pero en ese momento se sentía como lo mejor que podía hacer por ella. Alejarla del pobre ciego sonaba como la mejor opción, pero ella no se alejó. No se fue de mi lado. Nunca se iba... Por más que trataba de mantenerla lejos de mi vida, nunca se iba. Ella siempre volvía a mí y entonces, comencé a preguntarme si el destino estaba tratando de decirme algo. Fue cuando dejé de luchar y dejé que las cosas entre nosotros se dieran. Le pedí que fuera mi novia sin esperar que aceptara... No después de haber sido un imbécil...

Though You Can See Me- Joel Pimentel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora