21

453 41 10
                                    

No me he levantado de la cama en dos días. Mi mamá me ha traído algo de comida que apenas he tocado. He tenido el móvil apagado y escondido para no llamarle, y me estoy muriendo.

Siento un peso junto a mí en la cama, pero no me muevo. No me interesa saber quién es. No me interesa hablar con nadie. No quiero hacer nada. No quiero ver a nadie...

—¿Cómo estás, cariño? —la voz de Lizeth hizo que el nudo de mi garganta se volviera inmenso. Envuelve sus brazos en mi cuerpo y me aprieta con fuerza.

No puedo evitarlo. Estoy sollozando inconteniblemente una vez más.

—Está bien, pequeña. Estoy aquí... Llora todo lo que necesites llorar. Estaré aquí siempre —susurró y yo me giré para abrazarla.

Ésta vez, me permití sollozar con fuerza. Me estaba quebrando. Estaba cayéndome a pedazos. Me estaba desbaratando y no había nadie aquí para sostenerme. No podía hacer esto. No quería hacerlo. ¿Por qué tenía que pasarme esto a mí?...

—¡Lo amo tanto! —balbuceé entre lágrimas.

—Lo sé, _____. Sé que lo amas. Él sabe que lo amas.

—¡No!, ¡No lo sabe!, ¡No sabe cuánto...! —no pude continuar. No podía dejar de llorar.

—Él te ama. Te ama muchísimo. No ha dejado de preguntarme por ti. Él te ama.

—Lizeth, no puedo tenerlo cerca. ¡No puedo!

—¿Por qué no?

—Tienes que prometer que no se lo dirás —susurré intentando tranquilizarme.

—Lo prometo.

Me aparté para mirarla. Estaba segura de que lucía como mierda, pero no podía importarme menos. No podía importarme ni siquiera un poco. Tomé una inspiración profunda y comencé a hablar—: ¿Recuerdas que estaba teniendo problemas de vista cansada?

—Sí —su ceño se frunció ligeramente.

—Se volvió peor —un nudo se instaló en mi garganta—. Fui al médico y... —tragué duro—. Lizeth... me estoy quedando ciega —mi voz apenas fue un susurro, pero noté cómo toda su expresión se transformaba.

—Oh, Dios mío... —susurró mientras sus ojos se llenaban de lágrimas—, ¡Oh, Dios mío!, ¡Oh, Dios mío!

Yo asentí, incapaz de hablar, mientras las lágrimas caían por mis ojos. —N-No pude decírselo. No tuve el valor de hacerlo. No quiero que pase por esto. No quiero que me vea quedarme ciega sin que pueda hacer nada por impedirlo. No lo merece. No merece sufrir de esa manera yo... ¡Yo lo hice por él!

Lizeth abrió la boca para decir algo, pero luego la cerró.

Nos quedamos en silencio durante un momento que pareció eterno. Entonces, comenzó a preguntarme acerca de las opciones. Yo le hablé del tratamiento, del porcentaje de probabilidades de que funcione, de la cantidad de dinero que debería tener y del poco dinero que en realidad tenemos.

—Debe de haber una forma —susurró con la voz entrecortada.

—No la hay... —susurré de vuelta.

—¿Eso es todo, _____?, ¿Te vas a rendir así de fácil?, ¿vas a dejar luchar sólo así? —sonó exasperada... molesta.

—¿Qué hago? —La miré a los ojos—, dime tú, ¿qué hago?, ¿Qué puedo hacer para hacerme el tratamiento sin dejar a mi mamá en la calle?, no tenemos a nadie. La única tía que tengo vive en querétaro y vive en una granja que está cayéndose a pedazos.

Though You Can See Me- Joel Pimentel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora