—¡_____!, ¡_____, espera! —la voz de Diego me hizo detenerme a mitad del camino.Me giré para encararlo y espeté—: ¡NECESITO ESTAR SOLA!
—¡No!, ¡No lo necesitas!, ¡No voy a dejarte sola!, ¿Qué demonios pasó? —espetó de vuelta.
Yo froté mi cara, sin importarme lo mucho que fuera a arruinar mi maquillaje. —Se lo dije. Le dije que era yo... —dije, conteniendo los sollozos que amenazaban por salir de mi garganta.
Con el repentino ataque de ira, las lágrimas habían cesado y no quería volver a traerlas a mí.
—¿Y? —inquirió Diego, mirándome con cautela.
—Le importó una mierda. Fue tras Valeria, sin importarle que yo estuviera justo en la habitación... —no pude continuar. El nudo en mi garganta me hacía doler toda la tráquea y los pulmones. Quería gritar de frustración y al mismo tiempo sabía que no merecía la pena.
—Entonces es un imbécil, _____. Afróntalo y vive con ello. —dijo Diego, con la voz enronquecida.
¿Era mi imaginación o lucía furioso?...
Yo abrí la boca para replicar, pero inmediatamente me callé. No podía hablar acerca de lo que había pasado la noche anterior. No sin que me doliera en lo más profundo del alma.
Sin decir una palabra, Diego se acercó a mí y envolvió sus brazos en mi cuerpo de forma protectora y dulce. Yo apreté los ojos con fuerza, reprimiendo mi llanto, y él me presionó contra su cuerpo con fuerza.Entonces, envolví mis brazos a su alrededor y me dejé ir... Dejé que el llanto fluyera hasta que los ojos me ardieron, dejé que las lágrimas cayeran hasta que no podía pensar en nada que no fuera el ardor de mis ojos y el dolor de mi pecho.
No pude cerrar los ojos en toda la noche.
Los recuerdos pasaban por mi cabeza una y otra vez, como una película sádica, masoquista y dolorosa que no cesaba. Joel pidiéndome hablar, Joel a punto de beber quince caballitos de alcohol, Valeria poniendo su horriblemente asquerosa ropa interior en las manos de él, él caminando hacia ella... ¿Qué podía justificar Joel?, ¿Qué tenía que defender cuando todo estaba claro para mí?...Los ojos me ardían por las lágrimas derramadas y todos los músculos de mi pecho dolían por los sollozos reprimidos. Después de la fiesta, Lizeth me trajo a casa sin decir una sola palabra, lo cual agradecí infinitamente. No estaba lista para hablar de eso. No estaba lista para afrontar nada.
Cuando miré el reloj y me di cuenta de que eran las doce del día, me obligué a ponerme de pie y desperezarme. Me metí en la ducha y ahí lloré una vez más.
Era como si mi cuerpo no se cansara de arrojar llanto. Como si no hubiera sido suficiente haber llorado una noche entera por él...Había apagado el móvil. Si había llamado, no me había enterado. Si me había escrito, no quería leerlo. No podía creer lo mucho que podía llegar a lastimar una sola persona. ¿Cuánto daño era capaz de hacerme?, ¿Cuánto daño era yo capaz de soportar?...
Al salir de la ducha, ni siquiera me molesté en mirarme en el espejo. Me daba miedo lo que iba a encontrar en el reflejo, pero casi podía imaginarlo: alguien completamente diferente a mi me estaría mirando fijamente y la frustración volvería.
Cuando bajé a la sala, me encontré con la solitaria estancia de la sala y una nota en braille en la mesa.
"Salimos a casa de tu tía Agnes. Llegaremos tarde. Te amo." Decía.
Suspiré pesadamente y me tiré en el sillón de la sala, mirando un punto fijo en el techo.
No puedo decir cuánto tiempo pasó mientras yo dejaba mi mente en blanco, pero el timbre de la entrada me desperezó por completo.
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Though You Can See Me- Joel Pimentel.
FanfictionDespués de haber recuperado la vista, la vida de Joel Pimentel volvió a ser, en su mayor parte, de la forma en la que solía ser antes del accidente en el que perdió la capacidad de ver. Fiestas, chicas, música y popularidad... Y al mismo tiempo, alg...