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A la mañana siguiente, partimos directo al consultorio.

No pude dormir por los nervios, pero intenté mostrarme positiva frente a mi madre. Al llegar, la enfermera que nos atendió el día anterior, nos guió justo al consultorio del doctor. Él estrechó nuestras manos y nos hizo sentarnos.

—Aquí están los resultados de los análisis —los extendió hacia nosotros. Yo los tomé entre mis dedos y observé las hojas impresas sin entender mucho.

—¿Qué dicen? —preguntó mi mamá con ansiedad.

Yo miré al médico. —Los análisis arrojaron como resultado una ceguera degenerativa en primera fase.

La noticia cayó sobre mí como balde de agua helada. Mi primer pensamiento fue Joel. ¿Cómo iba a decírselo a Joel?...

Sentí mi corazón latiendo duro contra mis costillas. Mi respiración era dificultosa y un nudo se instaló en mi garganta. Las lágrimas picaban en mis ojos, pero me obligué a mantenerme serena.

—La ceguera degenerativa es un proceso biológico en el cual, el paciente va a perdiendo poco a poco, la capacidad visual. Cuenta con tres fases. La primer fase es la fase que tú presentas, _____ —explicó—. Es muy difícil que la ceguera degenerativa se detecte a tiempo, como ha sido en tu caso. La gente suele hacer desidia cuando comienzan a presentar los síntomas.

—¿T-Tiene cura? —la voz de mi mamá estaba tan rota como yo me sentía.

—Lamentablemente, no existe una cura para detener la ceguera, sin embargo, existen procedimientos para ralentizar el proceso. Cuando la ceguera del tipo degenerativa es detectada a tiempo, los pacientes pueden llevar una vida casi normal. Ha habido informes de pacientes con más de sesenta años de edad que no han presentado más que un cuadro de miopía. La miopía tampoco es corregible, pero los anteojos son los mejores aliados —el médico me sonrió con optimismo—. Estás muy a tiempo de comenzar el tratamiento.

—¿E-eso quiere decir que podría no perder la vista? —tartamudeé con la voz entrecortada.

—Quiere decir que puede haber un cuadro leve de ceguera degenerativa. Al grado de sólo necesitar anteojos. Sin embargo, todo depende de tu cuerpo y de la velocidad en la que esté actuando la degeneración.

—¿Cuánto cuesta ese tratamiento? —preguntó mi madre.

Mis ojos se cerraron, preparándose para escuchar el golpe. No teníamos mucho dinero. Apenas vivíamos al día, ¿cómo pretendía que pudiéramos pagar un tratamiento como ese?...

—Es un tratamiento costoso —admitió el médico y mis esperanzas disminuyeron considerablemente—. Además de que es experimental. Sólo se aplica en la ciudad de Guadalajara, sin embargo ha tenido muy buenos resultados.

—¿Cuánto? —pregunté con un hilo de voz.

—Cerca de treinta mil pesos por el tratamiento completo —dijo el doctor.

"No llores. No llores. No llores. No llores." Me repetí mientras el doctor seguía hablando acerca de estadísticas y esperanzas. Yo ya no estaba escuchándolo.

¿Esto era todo?, ¿Iba a quedarme ciega?, ¿Iba a dejar de ver?...

Salimos del consultorio y tomamos un taxi. No iba a llorar delante de mi madre. No sólo se trataba de pagar treinta mil pesos por el tratamiento, significaba viajar, gastar en boletos de avión o en gasolina si íbamos en auto. Se trataba de pagar hospedaje, ya que cada sesión del tratamiento constaba de dos dosis con una diferencia de doce horas entre cada una. Se trataba de gastar en alimentos, hoteles y transporte... ¿Cómo íbamos a pagar todo eso?...

Though You Can See Me- Joel Pimentel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora