16

722 69 17
                                    

Los brazos de mi madre se enredaron en mi cuerpo y entonces, sucedió... Me rompí. Cada pedazo de mi ser se derrumbó en ese momento. Sollozos entrecortados brotaban de mis labios mientras balbuceaba cosas sin sentido alguno y lloraba el alma entera.

Las rodillas me flaquearon pero mi madre me aferró con fuerza, dándome el poco valor que le quedaba, murmurando contra mi oído que todo iba a estar bien; pero yo sabía que nada iba a estar bien. Nada podía estar bien.

El dolor dentro de mi pecho era insoportable. Nunca había sentido nada parecido. Era como recibir un fuerte golpe en el estómago y quedarte sin aire, y no poder respirar, y no poder moverte... Era como perder una parte de ti que ni siquiera sabías que tenías hasta ese momento. Era tan desesperante como estar bajo el agua, conteniendo la respiración, esperando que alguien te sacara de ahí y al mismo tiempo saber que nadie iría en tu rescate. Era como ver caer tu mundo entero y no poder hacer nada para impedirlo.

Unos brazos se envolvieron a mí alrededor, alejándome de la seguridad de los brazos de mi madre y el perfume familiar me inundó. No era el perfume que quería oler. No eran los brazos que quería sentir. No era mi madre. No era Joel.

Diego me apretaba contra su pecho con fuerza y aferré su camisa en mis puños, intentando no echarme a gritar. Intentando no correr a los brazos de Joel. Intentando aparentar una fuerza que no tenía.

Otros brazos me envolvieron por detrás y sentí el calor del cuerpo de Lizeth envolviéndome con fuerza. Solté a Diego y me giré para abrazarla. Ella aferró sus delgados brazos a mí alrededor y cepilló mi cabello murmurándome palabras de aliento. Diciéndome cuánto me amaba, cuán importante era para ella, diciéndome lo mucho que lo sentía y cuánto desearía eliminar mi dolor.

Una mano grande y familiar se envolvió en mi muñeca y tiró de mí con suavidad. Yo sabía de quién se trataba sin siquiera levantar la cabeza. Me dejé guiar hasta los fuertes brazos abiertos que me recibían, y me aferré a él. Me aferré a Joel como si fuera la única persona en la habitación. Su aroma inundó mis sentidos y me permití llorar con aún más intensidad.

Sus brazos se tensaron en mi cuerpo y el mundo desapareció. Sólo estábamos él y yo. Yo aferrada a él y él aferrado a mí.

—Si pudiera aliviarlo, lo haría, bebé. Lo haría por ti —susurró a mi oído y me sobrecogió el tono desesperado de su voz.

—N-No quiero ser fuerte —sollocé contra su pecho, porque era lo que me habían susurrado Diego y Lizeth.

—No tienes por qué ser fuerte, cariño. Yo seré fuerte por los dos —susurró para que sólo yo lo escuchara—. Te amo, _____. Te amo. Te amo. Te amo. No lo dudes. No lo olvides. Te amo.

Las siguientes horas pasaron como un borrón en mi memoria. Apenas recordaba la charla rápida con Patricia, el abrazo de Mía, a Joel saliendo de mi casa renuente a dejarme, a Diego retirándose con la promesa de encontrarnos en el velatorio. El texto de Joel diciéndome que llegaría tarde al funeral debido a que Valeria quería verle y él quería terminar su relación lo más pronto posible.

Yo no tuve cabeza alguna para hablar con Diego acerca de lo que había pasado el fin de semana. Me prometí a mi misma hacerlo pronto.

Todos aquellos momentos increíblemente felices se sentían tan lejanos a pesar de haber sucedido no hacía más de unas horas. Tomé una ducha helada, permitiendo que las lágrimas corrieran libremente por mi rostro. Me enfundé un vestido negro y mis viejas botas de combate antes de cepillar mi cabello y salir de mi habitación sin siquiera mirarme al espejo.

No había tiempo para la vanidad. No había tiempo para nada más que para el hecho de que había perdido a mi papá repentinamente. Me obligué a mantenerme serena mientras veía a mi madre peinar su cabello frente al tocador de su habitación. La mañana acababa de caer en su esplendor y no tenía hambre. No tenía sueño. No podía hacer otra cosa más que pensar en mi papá.

Though You Can See Me- Joel Pimentel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora