Capítulo 12

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La pelinegra regresó a la enfermería para ir con su Senpai. 

Podía sentir su corazón latir con fuerza contra su pecho mientras se acercaba a la habitación. 

Los sentimientos que él le daba eran una sensación maravillosa que tanto ansiaba. 

Ahora que había terminado de despejar el camino, podía llevarse a Senpai a casa y tratar de hablar con él. 

Su rostro enrojeció ante tal pensamiento, ¿qué le iba a decir? 

¿Como podría iniciar una conversación con él? 

Entonces otro agradable pensamiento llegó a ella, ¿y si Senpai comenzaba la conversación?

— ¡Eso sería tan sorprendente! —dijo Ayano en voz alta para sí misma, podía sentir como su rostro se sonrojaba solo de pensar en las posibilidades.

Finalmente cuando Ayano llegó a la enfermería sacó la llave del bolsillo de su falda para meterla en la cerradura girando la llave. Lentamente la puerta se abrió, Ayano miro con timidez la habitación.

— ¿Senpai? —pregunto Ayano en voz baja.

No quería asustarlo, pero tenían que irse antes de que surgieran más problemas. 

En silencio Ayano entró en la habitación cerrando la puerta detrás de ella, miró a su alrededor para ver que Senpai ya no estaba allí. 

Un poco preocupada, ella miró de manera rápida hacia la cama, para su alivio, había un gran bulto debajo de las sábanas de la cama, Senpai de seguro se había quedado dormido.

— Jeje... Senpai, es hora de despertar. —dijo Ayano dulcemente mientras caminaba hacia la cama. 

Una vez que estaba frente a la cama, estiro su mano hacia el bulto para retirar lentamente la sábana.

Cuando Ayano retiró las sábanas, el lugar donde creía que estaba Senpai, eran solo almohadas apiladas entre sí. 

Los ojos de Ayano se abrieron en shock.

— ¿Sen-Senpai? —pregunto Ayano arrojando las sábanas y las almohadas para descubrir que Senpai no estaba allí, luego se dió la vuelta en la enfermería para revisar los armarios, revisó debajo del escritorio e incluso miraba hacia atrás de su escondite, pero todos se encontraban ahí muertos.

— ¡No, no, no, NO! —grito Ayano cuando se dió cuenta de que Senpai había salido de la habitación sin esperar a que ella regrese, sentía que su corazón se retorcía y se encogía de dolor. — ¡Alguien de seguro se lo llevo! —exclamo negando su primera suposición.

Las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos grises. Taro era demasiado amable como para irse, él la habría esperado. Alguien lo había llevado lejos de ella, sí, de seguro era eso.

La pelinegra rápidamente corrió hacia la puerta abriéndola, no podía creer que él se había ido, sentía que alguien le había robado su tesoro, tenía que encontrar al secuestrador y hacerlo pagar.

Ella salió corriendo de la habitación buscando desesperadamente a Taro por los pasillos vacíos, no podía verlo en ningún lado. 

La pelinegra corría por los pasillos, con los pies aún descalzos golpeando el piso frío haciéndolo eco por todo el pasillo.

No podía creer que había perdido a Taro después de estar tan cerca de él hace un momento. 

Debió haberlo llevado con ella en lugar de haberlo dejado allí solo esperándola. 

Todo era culpa suya, él podría estar lastimado en este momento y ella no estaba allí para defenderlo, ¿cómo pudo haber sido tan descuidada?  

Si no puedo tener a Senpai... [Ayando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora