Capítulo 38

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La pelinegra podía sentir el amargo frío de la lluvia golpeando contra su ropa ya empapada. La luz amarilla de la farola parecía protegerla de la oscuridad pero no del frío. Sin embargo, esos pensamientos que estaba teniendo de repente se alejaron cuando abruptamente, unoa fríos labios se presionaron contra los suyos.

— Bien, ¿quieres saber la verdad?

Era lo que le había dicho el líder de las artes marciales, esperaba que le dijera algo que la rompiera aún más pero nunca llegaron.

Él la había besado en su lugar.

¿Pero por qué? ¿Después de todo lo que había hecho?

¿Por qué?

Ayano sintió que sus rodillas comenzaban a temblar antes de colapsar sobre el suelo mojado, el pelinegro se separó, sus manos seguían todavía firmemente sobre sus hombros, ahora los ambos estaban de rodillas ahora.

— ¿Estas loco? —susurró Ayano con incredulidad mientras miraba al suelo con su cara ardiendo carmesí. — ¿P-Por qué?

— ¿No es obvio, Ayano? —dijo Budo en un tono serio mientras la mira a los ojos. — Estoy enamorado de ti.

— ¡¿T-Tú me amas?! —tartamudeó Ayano, sus ojos color grises se agrandaron y las lágrimas comenzaron a formarse en la esquina de ellos. — Tú... Tú no puedes... Me voy a ir de aquí... Yo...

Hizo ademán de ponerse de pie, pero antes de que pudiera hacerlo, Budo la empujó contra él y la abrazó con fuerza. Ayano fue sorprendida por esto, su barbilla estaba apoyada en su hombro y su mirada se dirigió a la oscuridad que los rodeaba.

— Si te vas a ir, iré contigo... —declaró Budo con la cara enterrada en su cuello. — Por favor, Ayano... ¡No puedo soportar la idea de que me dejes!

La farola comenzó a parpadear haciendo que estuvieran en la oscuridad por unos segundos antes de permanecer encendida. La pelinegra se quedó congelada en su cálido abrazo mientras sus ojos temblaban, realmente tenía a este pobre chico envuelto alrededor de su dedo. Sabía que él no la dejaría ir tan fácilmente, especialmente ahora que le profesaba su amor.

— Realmente te he vuelto loco... —dijo Ayano cerrando los ojos dejando que las lágrimas sueltas corran por sus mejillas. — Conmigo fuera... hubieras tenido una vida normal... lo siento mucho...

— No te atrevas a disculparte... Solo te quiero a ti y solo a ti... —susurro Budo abrazándola con más fuerza. — Incluso me enojo más por hacerlo...

— Suéltame Budo-Senpai... —dijo Ayano moviendo la barbilla de su hombro y tratando de alejarse de él. — ¡No permitiré que estes conmigo!

Cuando dijo esas palabras, trató de decirlas fríamente con fuerza detrás de ellas, pero su intento fue débil y débil. Sabía lo que tenía que hacer, tenía que dejar ir a este chico por el bien de ambos, pero otra voz le gritó que fuera egoísta. Al igual que su antiguo yo haría.

— Detenme entonces... —susurro Budo mientras miraba fijamente su rostro, sus manos se movieron de sus hombros a su rostro. Luego su pulgar rozó suavemente sus labios antes de inclinarse más cerca. —Detenme... Ayano.

— ¡T-Tú! —Ayano sintió que su rostro se volvía a encender con calor mientras lo sentía acercarse más y más a sus labios. — "Tengo que detenerlo, si no lo hago... entonces no podré...

A pesar de sus conflictos internos, ella no hizo ningún movimiento para detenerlo como si estuviera en trance por esos ojos deseosos. Su lado egoísta estaba ganando mientras sofocaba toda su lógica y razones.

Se detuvo a un centímetro de ella, podía sentir su aliento frío contra sus labios temblorosos. Él la miró con sus ojos grises entrecerrados que tenían tanto deseo en ellos que volvía a Ayano intensamente tímida. Este chico estaba loco, estaba dispuesto a arriesgarlo todo por ella sin importarle un comino su propia moral y eso hizo que ella lo deseara inmensamente.

Si no puedo tener a Senpai... [Ayando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora