Capítulo III. Sentimientos

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Capítulo III. Sentimientos
Narra Masamune
-se me hace tan extraño que Ritsu se comporte de esa manera. ¿Por qué ha tratado de esa forma a los niños? Ellos son como mis hijos. Tengo cuatro niños tan lindos. Hiyo, ya es hija de Zen, también me quiere como si fuera un padre más para ella. Haruka, una niña tan linda. Tiene dos años, y es demasiado preguntona. No me molesta que lo sea. Lo que pasa es que, en ocasiones pregunta cada cosa, que me pone en aprietos. Hideki, mi hermoso niño. Con siete años ya es niño tan responsable. Cuidando a su hermanita Haruka. Y por último, Saeki. Mi pequeño Saeki, de 12 años. Es el mayor de todos y siempre procura cuidar a sus hermanos. Me siento tan afortunado de tener unos hijos tan lindos.
***
-¿así que consideras a esos como tuyos? ¿Serías más feliz si yo no estuviera aquí? ¿Si ellos fueran de tu sangre?-me reclamó Ritsu. No sé qué le pasa últimamente.
-¿qué pasa contigo, Ritsu? ¿Por qué hablas como si los niños te hubieran hecho algo?
-se nota que los amas mucho. A tal grado que ni siquiera quieres uno propio. ¿No te gustaría mas tener un hijo nuestro? ¿Uno que tenga mi sangre y la tuya? A mí me gustaría mucho. Pero veo que prefieres más a esos niños.
-¿por qué hablas así de mis niños? Ellos no te han hecho nada. No voy a permitir que hables así de ellos. Son una parte importante de mi ser. Los quiero como si fueran mis hijos. Eso es todo. No pienses que por quererlos a ellos, no quiera tener uno contigo. Debo decirte que es algo que me emociona mucho, y si se diera la oportunidad, me gustaría que sucediera.
-lo que me estás diciendo es mentira. Puedo ver en tus ojos que aún sientes algo por ese tal Takafumi. Si tanto lo amas ve por él. Yo no voy a impedirte que seas feliz. Si él es tu felicidad entonces hazlo-me miró con coraje.
-no sé de dónde demonios sacas tantas tonterías. Entiende que ellos son los hijos de Takafumi, por lo tanto, también son mis hijos. Los amo como si fueran míos.
-¿acaso quieres verme la cara? Pude ver cómo ustedes dos se veían. Deja de mentirme-no sé qué le pasa.
-por Dios, Ritsu. No te estoy mintiendo. ¿Sabes qué? No quiero estar con una persona que no confía en mí. Lo mejor será que nos demos un tiempo. Quiero estar a solas-lo miré por última vez antes de subir las escaleras rumbo a la habitación. Tomé una maleta y comencé a meter mis cosas. Al salir, me encontré a Ritsu sentado en el sillón de la sala. No me miró. No hizo absolutamente nada. Me acerqué a él solamente para despedirme.
-me voy. Espero que puedas reflexionar sobre esto. No te estoy pidiendo el divorcio. Solamente quiero tiempo-nuevamente, no me miró, no hizo nada.
-puedes irte y hacer lo que quieras. A mí no me importa-escuché que dijo esas palabras. Yo simplemente me acerqué a la puerta y la abrí.
-adiós-lo miré por última vez.
-¿cómo es esto posible? ¿Acaso no es justo que sea feliz? ¿Mi felicidad no importa?...

Un amor dolorosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora