Capítulo II. ¿Cómo empezó todo?

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Nuestros queridos Kirishima, una familia tan linda y armoniosa. Llena de alegría y tranquilidad. Una familia perfecta. Zen y Takafumi son esposos y su matrimonio está lleno de amor. Llevan dos años casados y es lo mejor que pudo haberles pasado.
***
-¡maldición! ¡De nuevo tarde! Con esto, solamente voy a lograr que me despidan-exclamó un chico llamado Onodera Ritsu, vive con su esposo, Takano Masamune. Ambos trabajan en la misma editorial y hacen su trabajo lo mejor posible.
Se levantó rápidamente debido a que se había quedado dormido y se le estaba haciendo tarde. Se metió a bañar y se arregló.
-¿se puede saber a dónde vas tan apresurado?-preguntó un adormilado azabache.
-¿cómo que a donde? Pues al trabajo, tonto. Tú también deberías hacer lo mismo en lugar de estar ahí sin hacer nada-lo regañó.
-oye, no seas tan malo conmigo. Deberías venir a acostarte a mi lado. Vamos, ven-lo incitó a ir a sus brazos. Onodera lo miró con ojos serios, pero solamente se acercó al mayor y se sentó en la cama.
-¿qué crees?-habló el azabache cuando tuvo al castaño entre sus brazos.
-¿qué pasa?-preguntó sin comprender.
-hoy es sábado-respondió con burla y lo envolvió con más fuerza entre sus brazos. El castaño lo miró con seriedad, pero esta vez se dejó hacer y se aferró con más fuerza al cuerpo de su amado esposo.
Permanecieron acurrucados en la cama, hasta que el timbre de la casa sonó y fue el castaño quien se decidió por abrir la puerta.
-hola, buenas tardes. Disculpa, ¿se encuentra Masamune?-preguntó un chico de cortos cabellos azules, ojos del mismo color y una gran estatura.
-...
-¿disculpa?-preguntó el mayor y pasó su mano lentamente por enfrente de su rostro para que reaccionara.
-perdón, perdón, me distraje. ¿Qué necesitas?
-te pregunté por Masamune. ¿Está en casa? Es más, ¿quién eres tú?
-ah, perdón. Creo que Masamune no té platicado sobre mí, mi nombre es Onodera Ritsu, soy su esposo-esbozó una pequeña sonrisa y estiró su mano para que el mayor la tomara.
-Masamune no me había comentado que se había casado. Está bien, no importa. Déjame presentarme, soy Kirishima Takafumi, es un placer conocerte-estiró su mano para que ambos se saludaran. En ese momento, sintieron una especie de corriente eléctrica que ninguno de los dos supo explicar.
-¿quién es, amor? ¡Ah, Takafumi! ¿Cómo estás? ¿Qué te trae por aquí?-preguntó Takano anexándose a la platica y abrazó a su esposo por la cintura.
-solamente venía a pedirte un enorme favor. Ya sabes, hoy es nuestro segundo aniversario de casados y no tenemos con quién dejar a los niños. ¿Puedo encargártelos sólo unas horas?-preguntó el peli azul de manera suplicante.
-claro que sí, yo no tengo ningún problema en cuidarlos. Me gusta tanto pasar tiempo con mis niños-respondió de manera alegre y esbozó una sonrisa.
-¿en serio? ¡Muchísimas gracias! En verdad te lo agradezco. Déjame voy por ellos-dio media vuelta y en unos cuantos segundos, cuatro niños corrieron hasta donde estaba él y lo abrazaron con todas sus fuerzas.
-¡te queremos, papá Masamune!-exclamaron todos al mismo tiempo. Ritsu miró con odio disimulado a ese chico peli azul.
-yo también los quiero a todos mis niños. A ver, denme un beso-se agachó un poco y cada uno de los niños se acercó a darle un beso en la mejilla.
Después de que se despidieran de Takafumi, entraron a la casa y comenzaron a preguntar y preguntar por aquel chico castaño.
-¿quién es él, papá Masamune?-preguntó la más pequeña de todos, o sea Haruka.
-es mi esposo, se llama Ritsu y ambos nos amamos demasiado. ¿Verdad, amor?-preguntó al menor.
-claro que sí. Los dos nos amamos mucho. Ya llevamos algunos meses casados. Somos muy felices y planeamos tener un hijo, ¿verdad?-el azabache se quedó con cara de «¿qué?».
-¿perdón? ¿Quieres tener un hijo?
-así es, ¿tú no quieres? ¿O prefieres a tus bellos hijos?-miró con un poco de repudio a los cuatro pequeños.
-¿de qué demonios estás hablando? Por favor, debemos hablar esto en privado. No frente a los niños.
-¿quieres más a esos niños? ¿No quisieras tener uno propio? ¿Uno que sea fruto de nuestro amor? ¿No me amas?-comenzó a cuestionarlo.
-niños... ¿pueden ir a jugar un momento a la habitación? Enseguida los alcanzo-esbozó una sonrisa y todos los pequeños asintieron.
Cuando los niños desaparecieron de la vista de Masamune, este se levantó y caminó hasta sentarse justo al lado de su marido.
-¿qué sucede contigo? ¿Por qué te has puesto así de repente?
-no me pasa nada. No sé a qué te refieres-respondió seco.
-no te hagas el que no sabes. Sé perfectamente que estás molesto por algo. Dime qué es lo que te pasa.
-no quiero que vuelvas a ver a esos niños-habló serio.
-¿de qué demonios me estás hablando? ¿Me estás perdiendo que me aleje de mi familia?
-¿así que ellos son más importantes que yo? ¿Te importan más esos niños que yo? No puedo creerlo. Por cierto, ¿quién era el hombre que vino a verte?
-es mi mejor amigo. De hecho, es mi único amigo-respondió con tranquilidad, sabía que decía la verdad.
-¿y por eso lo mirabas con tanto amor?
-¿a qué te refieres?
-¿cree que soy idiota? Puedo ver a kilómetros que tú sientes algo por él. Si tanto lo amas, puedes irte cuando quieras-soltó esas palabras con mucho odio.
-no tengo idea de qué estás hablando. Yo no tengo nada que ver con él y no me interesa de manera amorosa. Lo nuestro quedó en el pasado.
-así que tuvieron algo, ¿eh? Ya decía yo, jamás pudiste olvidar aquellos sentimientos, aún lo amas, lo sé.
-¿sabes qué? Estoy harto de escucharte diciendo tonterías-fue a la habitación y encontró a los niños jugando de una manera muy animada.
-tengo que encontrar la manera de alejarlo de Masamune. No, él no puede quitarme lo que es mío, lo haré, lo voy a conseguir...

Un amor dolorosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora