Capítulo XII. Huida

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Capítulo XII. Huída
Pasó cerca de una semana desde que aquel incidente sucedió. Desde entonces, Zen y Takafumi prometieron separarse. Al parecer, la magia se había terminado y la flama del amor se había extinguido. Fue bueno mientras duró, pero como todo, algún día debe llegar a su fin.
***
-no quiero que papá y tú se divorcien. No tienen que hacer eso. Solamente tienes que dejarme ser feliz con Hiyo. Esto no está mal-habló el pequeño Saeki.
-no voy a dejar que ustedes dos arruinen su vida. Estoy seguro de que estando separados un tiempo, lograrás superar esos ridículos sentimientos. Además, no la tendrán tan fácil. Mientras yo esté aquí, no van a poder estar juntos-respondió el peli azul.
***
-¿en serio te vas a separar de oniichan? Yo sé que tú lo amas y quieres estar con él-dijo una pequeña castaña.
-así es, pequeña. Pero Takafumi ya tomó su decisión y yo no puedo hacer nada para que cambie de opinión. Tampoco quiero estar lejos de mis hijos, pero no sé qué más podría hacer. Sólo espero que sea capaz de cuidarlos bien y que los ame con todo su corazón-dijo el castaño antes de caminar a su habitación y aventarse a su gran cama matrimonial. De ahora en adelante dormiría solo.
***
A la mañana siguiente, estaba sentado en una banca de la escuela un pequeño niño castaño. Comía lo que su madre le había preparado, pero se veía triste. No vería muy seguido a su papá ni tampoco a Hiyo. Eso se le hacía injusto, pero bueno, así eran las cosas y él no podía hacer nada. De la nada, unas manos cubrieron sus ojos y él se sorprendió.
-dime, ¿quién soy?-le susurró una voz femenina.
-¡Hiyo!-exclamó con alegría y se reincorporó rápidamente para abrazarla. La había extrañado mucho aunque se habían visto por última vez el día anterior.
-te he extrañado mucho-respondió la pequeña.
-yo también, no sabes cuánto. No se me hace justo que mi mamá haga esto. Nosotros dos nos queremos, ¿qué tiene eso de malo?
-tranquilo. No te enojes con él. Solamente quiere lo mejor para ti-acarició la mejilla del mayor y esbozó una sonrisa. Este quedó maravillado al verla. Estaba seguro de algo y eso era que, se había enamorado de la pequeña. Estaba seguro y se lo demostraría a todos.
-no podría soportar estar un minuto más sin ti. Ven conmigo, ¿sí?-le suplicó.
-¿adónde?-preguntó confundida.
-lejos de aquí. No voy a permitir que nos separen. Nosotros nos amamos y debemos estar juntos. ¿Qué dices? ¿Aceptas huir conmigo?
-claro que sí-respondió sin pensar. El pequeño se emocionó tanto, que abrazó a la niña con más fuerza.
-perfecto. Entonces, arregla tus cosas. Nos veremos mañana, en este mismo lugar, ¿de acuerdo?-la castaña asintió y antes de irse, se dieron otro abrazo.
-te quiero-dijeron al mismo tiempo y sonrieron.
Se alejaron y fueron a sus casas. Como ya era la hora de la salida, fueron a sus casas.
Saeki, al llegar a la suya, fue rápido a su habitación y no miró a nadie. De todas maneras, no había nadie en la casa más que Akihiko.
-¿no piensas saludarme?-el niño se paró en seco y miro hacia la sala. Ahí estaba sentado un hombre trajeado.
-no te había visto, lo siento. Hola, papá Akihiko-se acercó al hombre y se sentó a su lado para darle un beso en la mejilla.
-mucho mejor-esbozó una sonrisa y puso su mano sobre su cabeza. Dicho esto, el pequeño fue a su habitación y preparó todas sus cosas. Esa misma noche ejecutaría su plan maestro.
-¿qué se supone que planeas? ¿Piensas huir de casa?-se escuchó una voz masculina, muy grave-el pequeño se asustó y rápidamente guardó la mochila debajo de la cama.
-p-papá Akihiko... ¿q-qué cosas estás diciendo?-hablo con nerviosismo.
-tranquilo, tu secreto está a salvo. Pero a cambio, quiero que me platiques por qué te quieres ir-el pequeño asintió y ambos se sentaron en la cama. El pequeño le platicó todo lo que había sucedido ese día y que sus papás se separarían.
-debió ser terrible. Pero ¿en serio plenas fugarte con ella? Es algo muy arriesgado y peligroso. No creo que sea una buena idea...
-ella y yo nos queremos, papá Akihiko. Así como tú quieres a papá Masamune-respondió el pequeño con el ceño fruncido.
-está bien, está bien. Pero ¿estás seguro de eso? O sea, te irás de tu casa. No volverás a ella en un buen rato. ¿Estás seguro de lo que vas a hacer?
-¿que mi hijo hará que...?

Un amor dolorosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora