Masamune despertó lentamente, se sentía extraño. No podía mover su cuerpo muy bien y también la mitad izquierda de su rostro se sentía diferente. ¿Qué fue lo que sucedió entonces? Le costó trabajo abrir los ojos, pero al final pudo hacerlo.
—¡Masamune! ¡mi amor! —exclamó el peli plata al ver a su pareja despierta. El azabache lo miró con desgano.
—llama al doctor, ¿sí? —el mayor asintió y salió rápidamente del cuarto.
Cuando el médico llegó, se dedicó a inspeccionar a Masamune. Miraba su rostro, revisaba los latidos de su corazón, todo, cada detalle.
—bien, Masamune, acabo de percatarme que la mitad izquierda de tu rostro se encuentra paralizada, y también la mitad izquierda de tu cuerpo está entumecida, ¿verdad? —el azabache asintió. Se veía asustado. De vez en cuando, su parpado izquierdo temblaba sin que el azabache pudiera hacer algo.
—me parece que los daños en tu lóbulo izquierdo son algo tratable. Afortunadamente, no han sido tan severos como creíamos al principio. Puedo asegurarte que te recuperarás, no al 100%, pero lo harás—trató de reconfortarlo el médico.
—¿Por qué me sucedió esto a mí? —comenzó a llorar el azabache al darse cuenta de que le costaba mucho trabajo mover su mano izquierda.
—tranquilo, es algo que pudo haberle sucedido a cualquiera. Cuando llegaste, tu presión estaba por las nubes, además de que habías sufrido de un paro cardiaco. Fue algo complicado, pero logramos estabilizarte, además de practicar una cesárea de emergencia...
—¿c-cesárea? Pero ¿Cómo está mi bebé?
—te aseguro que él se encuentra en las mejores condiciones. Lo están atendiendo muy bien. Aún es muy pequeño y debe permanecer en la incubadora, pero te aseguro que, con los cuidados necesarios, será un niño fuerte y saludable—después de decir eso, el doctor se retiró y dejó a la pareja a solas. Masamune no dejaba de llorar y trataba de mover su mano izquierda sin conseguirlo. Akihiko se acercó a él para tratar de consolarlo. Sabía que era algo difícil para su pareja. Se aproximó a él y lo tomó de la mano que no podía mover. La apretó con sus manos y le dio un beso. El azabache seguía inconsolable y las lágrimas salían de sus ojos.
—¿Cómo es que estás aquí? ¿no deberías estar con Yasuda? —preguntó el azabache.
—¿no te alegras de verme?
—n-no es eso. Es que... bueno... ¿Cómo decirlo? Yo... quiero que terminemos—respondió con la mirada baja.
—¿Qué? No estás hablando en serio, ¿verdad? ¿Por qué?
—dudo mucho que sigas amándome cuando estoy en este estado. Ya oíste al doctor, mi recuperación será difícil y tardará mucho. Creo que para cuando eso suceda, tú ya te habrás cansado de mí. Lo mejor será que...
—lo mejor será que permanezca a tu lado por siempre. Tú sabes que jamás pienso abandonarte. Tú eres el amor de mi vida. ¿Cómo es que me pides que me aleje de tu lado? No, eso sí que no. En este momento lo que más necesitas es apoyo y lo tendrás. No me separes de tu lado, no cuando sabes que no puedo vivir sin ti. Por favor, Masamune, déjame estar a tu lado—el azabache volvió a llorar y desvió la mirada cuando esta se topó con la de su amado. No quería estar lejos de él tampoco, pero si este se aburría de él y después lo botaba, ¿Qué sería de su vida?
—yo tampoco quiero estar lejos de ti, pero...
—¿temes que pueda cansarme de ti y que te abandone por alguien más? —el azabache asintió y de vez en cuando trataba de moverse, pero le era imposible.
—sé que te vas a aburrir de estar conmigo y que vas a buscar a alguien más...
—entiéndelo, mi amor, eso jamás a suceder. Yo tengo muy en claro mis sentimientos. No voy a irme a ningún lado. Quiero permanecer aquí, junto a ti, apoyándote, ayudándote para que te recuperes.
—¿y si no logro recuperarme? ¿vas a seguir amándome, aunque no me recupere?
—tú vas a recuperarte. Vas a poder volver a caminar, a hablar, podrás hacer todo lo que quieras. Y sí, voy a seguir amándote por el resto de mis días—trató de hablarle con voz dulce, pero el menor parecía no querer reaccionar.
—¿puedes dejarme solo? —el peli plata asintió y después salió de la habitación. No le gustaba para nada dejarlo solo, pero tenía que atender los deseos de su pareja.
Cuando el mayor salió, Masamune se puso a llorar con más intensidad y trataba de mover sus extremidades izquierdas, sin conseguirlo. Comenzó a desesperarse y en ese momento le vino un dolor de cabeza algo intenso. Trató de controlarse y poco a poco, el dolor se detuvo.
En ese momento se sentía triste, confundido, había tantos malos pensamientos dentro de su cabeza, que le impedían pensar con claridad. Se sentía desolado, sin esperanzas. Su mundo se estaba viniendo abajo. Fue en ese momento que decidió levantarse de esa cama. Tenía que hacer algo. Se quitó la cobija con la mano derecha y trató de reincorporarse. Consiguió quedarse sentado a la orilla de la cama, siendo incapaz de mover su brazo y pierna izquierda. Dicho brazo quedó colgado a la orilla de la cama y su mano derecha la llevó a la parte de su rostro paralizado. Tocó su mejilla izquierda, pero se dio cuenta de que no podía sentir nada cuando le dio un ligero pellizco. Algunos otros síntomas comenzaron a hacerse presentes, perdió la memoria por un momento y le costó un poco tratar de ubicar en dónde se encontraba en ese instante. Miró hacia fuera y se percató de que el día estaba soleado y que los rayos de sol entraban por la ventana. Penas serían como las ocho de la mañana, por lo que el sol apenas salía por el horizonte. Sus ojos se llenaron de lágrimas y deseó, con todo su corazón, poder levantarse de la cama sin tener que ser atendido por nadie. Estuvo un poco más sentado en la cama, hasta que alguien llamó a la puerta.
—adelante—habló el menor. La persona que había tocado entró.
—Masamune, mi amor, ¿Qué estás haciendo? Deberías estar acostado—quien dijo eso había sido Akihiko, que entró a la habitación y se arrodilló justo frente al menor. Este lo miró con los ojos tristes y sin ser capaz de levantar sus ánimos.
—Akihiko... ¿ha venido alguien más a verme?
—sí. Takafumi estuvo aquí ayer, pero ya sabes. Tuvieron que ir a reportar sobre la desaparición de Hiyori. Tal vez más al rato venga. Los niños también han preguntado por ti. Lo sé porque la mamá de Takafumi me lo contó. Ellos están ansiosos de verte, también quieren conocer a su hermanito—miró al azabache con una sonrisa para tratar de que se animara, pero al parecer fue todo lo contrario. El azabache se veía cada vez más triste y deprimido.
—Masamune, sé que te dije que iba a apoyarte, pero... estás comenzando a desesperarme. ¿Por qué no reaccionas de una vez? —lo miró con desesperación.
—¿tú crees que es algo fácil para mí? ¿no vez, acaso, en el estado en el que me encuentro? No puedo moverme por mi mismo, tampoco puedo levantarme solo, no puedo comer yo solo, no puedo hacer nada. Si te estoy desesperando, entonces vete. Busca a alguien más, que sí pueda moverse solo y que pueda caminar. Tal vez yo ya no pueda caminar como antes, tal vez no me recupere al cien por ciento, pero no quiero mantenerte atado a un invalido como yo. Si quieres...
—¡no! P-perdóname... hablé sin pensar. Lo siento. No quise lastimarte. Sé que es algo difícil. No puedo hablar de algo que no sé, pero estoy dispuesto a apoyarte, en serio. Perdóname, no quiero que te deprimas aún más—se acercó nuevamente a su pareja y apoyó su cabeza sobre el regazo del azabache. Este lo miró y esbozó, con dificultad, una sonrisa. Llevó la mano derecha a su cabello y lo acarició.
—sé que son momentos difíciles los que estamos atravesando, pero tengo que ser fuerte. Estoy seguro de que voy a lograr salir adelante, con o sin ayuda...
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Un amor doloroso
Romans"Creo que en el amor tengo mala suerte" Segunda parte de, "¿amor verdadero?"