Capítulo 6

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Cuando mis ojos se abrieron la habitación seguía a oscuras. Por entre las rendijas de la persiana pude ver que aun afuera seguía oscuro. La pregunta que retumbaba en mi cabeza era "¿Dónde estaba?" esa no era mi habitación. No estaba la pequeña biblioteca, ni la simpática lampara rosa. Además, había algo conmigo. En la cama. ¿Y me estaba abrazando? Oh. Dios. Mio. Ya recordaba, o bueno, ya comenzaba a entender. Estaba mirando la película, esa comedia horrible, cuando... ¿me había quedado dormida? La respuesta era bastante obvia. Giré sobre mí misma y me encontré con que el brazo de Juan Pablo me mantenía abrazada. Él aún seguía durmiendo. Por suerte. No hubiera sabido que decirle si estaba despierto. "¡buenos días! ¿dormiste bien?" No ¿qué éramos casados o algo así? "gracias por dejarme dormir en tu cama, deberíamos hacerlo de nuevo" eso definitivamente no sonaba bien. Saqué lentamente su brazo y me levanté. Avancé deslizando los pies rogando que la madera no crujiera. Para mi fortuna lo conseguí.

Bajé un tramo de la escalera y caminé hasta mi habitación. Cuando entré al baño, me di cuenta que en mi rostro había una enorme sonrisa. Una tonta y grande sonrisa. Con todos los dientes mostrándose y los pómulos inflados. ¡qué asco! ¿Cómo él conseguía ponerme así? Abrí la ducha y esperé hasta que saliera el agua caliente. Bien caliente. Me metí y solo me relajé ahí dentro. Las habitaciones no compartían el tanque de agua. Así que no me sentí mal al gastarlo todo. Me puse un pantalón de algodón, un buso manga larga, una chaquetita también de algodón, y en los pies unas botas de gamuza con lana de oveja dentro. Cómoda. No me importaba verme bien. No tenía pensado salir en todo el día. Aunque tal vez después del almuerzo fuera a buscar a Lola, a ver si tenía ganas de ver una película y comer algunas palomitas de maíz.

El hotel seguía desierto. Excepto por Clemencia, quien era la única levantada.

"¿chocolate caliente?" me preguntó cuando me vio entrar a la cocina.

"si, gracias" respondí con una sonrisa.

"te vi con Juan" ¿yo acababa de escuchar bien? Clemencia me acababa de decir que me había visto durmiendo en la cama de su hijo, con él. Está bien...había sido literalmente dormir. Nada más. Pero aun así. Incómoda situación. Mi cara se debe haber puesto completamente pálida porque enseguida siguió hablando dándome una sonrisa tranquilizadora. "No quise despertarte. Los dos se habían quedado dormidos y en la televisión estaban pasando una terrible comedia" eso me hacía sentir mejor. Había entendido que había sido por culpa de la película. De otra manera me hubiera despedido correctamente de Juan Pablo y hubiera dormido en mi cama.

"era muy mala" fue lo único que alcancé a decir, bastante pobre mi defensa, o lo que fuera que quisiera explicar.

"enseguida te lo traigo" desapareció por la puerta de la cocina y después reapareció con una taza humeante en la mano. La tomé con una sonrisa.

"voy a ir a los almohadones de la sala. Quiero estar al lado del fuego" quería sentarme ahí. Sola. Pensar un rato.

"no hay problema. Cualquier cosa sabes dónde encontrarme"

"gracias"

Caminé hasta la sala donde me dejé caer sobre un enorme almohadón de color verde manzana con algunos detalles en marrón. El calor del fuego, el sonido que hacían los leños a medida que se iban quemando, todo estaba ayudando a despejar mi mente. No duró demasiado.

"¿pensando?" preguntó una voz. Su voz. Detrás mío. No tuve que voltear. Hacía muy poco que lo conocía, pero esa voz la tenía grabada en mi mente como si la hubiera escuchado desde que nací.

"solo calentándome" que horrible había sonado eso. Juan Pablo soltó una pequeña risa que enseguida intentó esconder. No triunfó porque igual la había notado. Esperaba que no viniera un remate como "yo te puedo ayudar" porque me iba a poner completamente colorada y me iba a quedar como una nena que no sabe hablar, balbuceando.

"¿te importa si te acompaño?" eso había sonado mejor. En ese momento quería gritar ¡no, no me importa! De hecho, quería que se quedara. Sin embargo, mi mente comenzó a dar una batalla con varias justificaciones por las cuales debía decirle que quería quedarme sola. La verdad no me importaba nada. Quería que se quedara.

"no"

"¿Por qué no me despertaste?" preguntó mirándome fijamente. Como estudiándome. Su mirada y su sonrisa...no había nada que pudiera hacer contra eso. Me debilitaba.

"eso debería preguntarte yo a tí"

"fácil, porque no quería que te fueras" estaba completamente segura que mi corazón se acababa de saltarse un latido. Y eso, por más ilógico que suene, estaba mal, muy mal. El no podía causarme esas cosas. Yo no era chica de mariposas en el estómago, aguantar la respiración y sentir que el corazón se me sale del pecho. Juan Pablo conseguía todo eso sin siquiera intentarlo.

"tal vez yo prefería dormir en mi cama"

"no vas a conseguir cambiando de tema, todavía no respondiste mi pregunta" me recalcó con una sonrisa. Con una muy perfecta sonrisa.

"era temprano, no quería despertarte." Dije girando mi cabeza para mirarlo. Seguía dándome una sonrisa y sus ojos seguían estudiándome fijo.

"la próxima vez, prefiero que me despiertes" Stop! ¿iba a haber una próxima vez? "si por esas casualidades del destino llega a haber una próxima vez" me gustaba más sin que aclarara eso. Me gustaba pensar que el quería que me quedara a dormir otra vez.

"lo voy a tener en cuenta" dije dándole una pequeña sonrisa.

"sabes...estaba pensando que la película de noche fue bastante mala"

"¿enserio?"

"me gusta el sarcasmo" se rió "entonces siento la imperiosa necesidad, como caballero que soy, de recompensarte" por favor que no mencionara un beso, porque mis rodillas iban a empezar a temblar. Por más que estaba sentada. "en el hotel grande que está en la colina, una vez a la semana pasan una película en un pequeño cine improvisado, tal vez te gustaría que fuéramos" ¿los dos solos? ¿Cómo una cita? Me temblaban las rodillas igual. "yo compro las palomitas y todo"

"no tienes que compensarme nada, Juan" No sé quién era Cleo. Si realmente era vidente. Pero la cosa no me estaba empezando a gustar. Ella había dicho que el chico que estuviera vestido con la chaqueta azul, las zapatillas negras y la gorra de los NY Yankees, iba a cambiar mi vida. Iba una semana y yo estaba sintiendo cosas por Juan Pablo más fuertes que las que había sentido por cualquier otro chico. Eso era definitivamente aterrador. No sabía qué hacer. Avanzar, seguir con mi repentino y primer enamoramiento. O simplemente refugiarme en mi regla de chicos-solo-por-tres-cuatro-como-mucho citas.

"insisto, no me vas a dejar sintiéndome mal conmigo mismo ¿no?" y su sonrisa se ensanchó.

"¿Qué día de la semana?" y así de fácil conseguía que cediera a cualquier batalla racional que mi cerebro presentaba.

"viernes" faltaban tres días. Para ese entonces ya iba a estar en mi casa. Eso era bueno. Iba a ser como una cita. Después iba a volver a mi casa a soltar suspiros mientras miraba el techo de mi habitación pensando en la noche que habíamos pasado juntos. Mejor que volver a dormir un piso debajo de él.

"Bueno. Solo porque me jugaste la carta de la moral" me defendí dándole una sonrisa.

"me alegra haberlo hecho entonces" a mí también

Corazón Nevado (Juan Pablo Villamil)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora