Capítulo 9

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La mañana del día siguiente estaba particularmente más soleada. Viendo en retrospectiva creo que era la primera vez que había sol desde que había pisado mi nuevo hogar. Raro. Me encontraba sentada con mi mamá en la sala de estar. Estábamos las dos jugando Scrabbel mientras nos llenábamos de chocolate caliente y mini sándwiches de un queso que no estaba segura cual era. Riquísimos.

"_________, te toca" era la segunda vez que mamá me avisaba. La realidad era que seguía intentando formar una palabra. Solo conseguía "así". Bastante pobre para sumar puntos.

"me rindo" dije levantando mis manos en el aire. Era horrible para jugar a eso. Prefería Monopoly. Ahí nunca me ganaban.

"para tu próximo cumpleaños se viene de regalo un diccionario" se rio mamá.

"¿todo bien?" preguntó Clemencia apareciendo por la puerta de la sala.

"si, solo ganándole a mi hija en Scrabbel" gracias mamá.

"hace mucho que no juego. A Juan le ganaba siempre y un día juró no volver a jugar nunca más. Aún lo cumple"

"podemos empezar uno nosotras. _________ se acaba de rendir" qué bueno que mamá encontrara otra compañera de juegos, mejor dicho, otra compañera de scrabbel.

"me gusta la idea" me puse de pie y le ofrecí el asiento a Clemencia. Ella agradeciéndome lo tomó. No tenía más nada que hacer ahí. Así que comencé mi ascenso hasta el segundo piso. Iba a ir a mi habitación, tal vez a leer un libro o a llamar a Clara.

Estaba subiendo el tramo entre el primer piso y el segundo cuando él apareció delante mío. Él equivale a Juan Pablo. No es como que la escalera sea muy ancha, solo pasa una persona y queda un pequeño espacio como para que pase no sé...un chihuahua.

"hola" me saludó parando delante de mí y dándome una sonrisa.

"hola" no le sonreí de igual manera. Pero no pude evitar sonar emocionada.

"¿amaneciste temprano?"

"a las siete, como siempre" no era que me pusiera el despertador ni mucho menos. Simplemente era mi reloj interno, que a esa hora me quitaba cualquier gana de seguir durmiendo.

"temprano" recalcó. Juan Pablo nunca se despertaba antes de las nueve. A menos que pusiera su despertador. "¿subes?"

"si, abajo están mama y Clemencia jugando scrabbel. Demasiado léxico para mi gusto" respondí.

"voy a intentar pasar desapercibido" dijo "pasa"

Su cuerpo se corrió a un costado. Su espalda se pegó contra la baranda y se hizo un tanto para atrás. Yo tenía que pegarme contra la pared y caminar apretada contra él. Muy apretada. Comencé a pasar. Podía sentir el calor de su cuerpo. Cuando estaba por superarlo su brazo se levantó en el aire apoyándose contra la pared. A la altura de mi rostro prohibiéndome seguir avanzando. Debió adivinar mis intenciones, porque hizo lo mismo con el otro del otro lado. Qué momento ocurrente para no tener más el pañuelo colgado detrás del cuello sosteniendo su brazo.

"no puedo subir a mi habitación si tengo tu brazo ahí" ¿no enserio? Entre lo tonto del comentario y lo débil de mi voz, había quedado pintado con aerosol en la pared que estaba totalmente nerviosa.

"nunca te dejas llevar, ¿huh?" preguntó. La respuesta era la mayoría de las veces, si. De hecho, me gustaba vivir el momento. Pero con él...con él era imposible. Me ponía demasiado nerviosa. Al punto de sentir que iba a hiperventilar con solo pensar en él.

Corazón Nevado (Juan Pablo Villamil)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora