Capítulo 23

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Me quedo mirando la calle donde el carro de Nico se fue

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Me quedo mirando la calle donde el carro de Nico se fue. En mi mente solo logro ver su cara, supongo que tendré que hablar con él mañana.

Siento una presencia cerca de mí que me hace sobresaltar un poco. Tomas agarra mi mano. Mi mirada se pone en ellas y luego lo miro. Él tiene la mirada baja pero cuando siente que lo miro levanta su mirada y me regala una gran sonrisa.

—¿Tienes hambre?

—Muero del hambre.—le sonrie de regreso, mueve su cabello antes de empezar a caminar sin soltar mi mano.

Llegamos a un restaurante de hamburguesas gourmet, Tomas me repitió como cincuenta veces a lo largo del camino que son las mejores que ha comido en años. Me contó que la primera ve, fue a comer con su madre, fue una completa casualidad que hayan llegado ya que su auto se quedó sin gasolina justo enfrente del un poco oculto lugar.

Cuando llegan con nuestra orden me sorprendo por el enorme tamaño de las hamburguesas, mi cara debió de ser graciosa ya que Tomas se empieza a burlar de mí.

—Sé que lucen grandes pero ya veras que con lo deliciosa que está no vas a querer que termine.—dice antes de darle una gran mordida a la suya. El chico baila un poco sobre su asiento y sonríe cuando yo me río.

Pasamos haciendo bromas, contándonos anécdotas de pequeños mientras reíamos. La verdad la fiesta había sido un desastre pero esto simplemente es perfecto.

Pero por mucho que quiero seguir así, no podemos continuar a menos que hablemos de todo.

—¿Tomas...?

—¿Mhm?—el chico voltea a verme luego de girar su cabeza del televisor que está a su lado. Están dando un viejo partido de rugby y pues se había quedado un poco distraído.

—¿Quién es Sabriska?—el chico que se había quedado viendo su bebida aparta los ojos y me mira directamente. Puedo notar como su mandíbula se tensa, sus manos se bajan a sus piernas y puedo jurar que las tiene agarradas bajo la mesa.

—Emily...

—Yo sé que dijiste que ya no importaba y así... pero aun así quiero saber quien es ella. Ya sabes, puedes contarmelo como cualquier anécdota.—mi voz tiembla un poco y mis dedos, que están con una papa frita, tiemblan también.

—Yo...

—Por favor.—lo miro directo a los ojos. El chico suspira y asiente. Voltea al lado mirando algo en el piso, como pensando en que sería mejor decir.

No debiste preguntar ¿por qué eres tan tonta?

—Sabriska era mi novia.

Primer golpe en el pecho, bien empezamos bien.

—Okay...—el chico se me queda mirando y asiente constantemente.—¿Y bien?

—Esa es la anécdota.

Dime que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora