Capítulo 16

216 37 41
                                    

—Gracias

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Gracias...

—Iré a traerte ropa seca.—subo las escaleras y busco una toalla en el baño.

Tomo un pantalón de pijama mio y un suéter de mi madre. Cuando bajo, la veo en el mismo sitio, tal vez no quiso moverse para no mojar nada.

Antes de llamar su atención trato de pensar en cómo me siento con el hecho de que Emily esté en mi casa, toda mojada, después de besar a otro.

—Aquí tienes.—mira las cosas y las agarra tímidamente.

—Gracias.—susurra otra vez.

Su pelo sigue en su cara, sus labios ya no están tan azules pero se nota que tiene frío por la manera en que está temblando.

—El baño está por ahí.—señalo, ella muy apenada se dirige hacia donde mi dedo apunta.

Cuando escucho que la puerta se cierra me voy a la cocina, busco en los cajones y sonrío un poco al ver la caja de chocolate caliente. Saco dos bolsas y lo empiezo a preparar.

Puede que siga enojado con ella y con el chico que la besó pero no quiero que se enferme.

Regreso a la sala y un par de minutos después ella sale vestida con lo que le di. No puedo evitar reírme un poco por el holgado pantalón que claramente es más grande que ella. Ingeniosamente ha usado una cola para agarrarlo y sujetarlo bien.

—Toma.—le doy la humeante taza. Ella mira mi mano unos segundos antes de asentir y agarrarla.

Me mira unos segundos y luego se sienta en el sofá que está frente a mí. Toma un sorbo con cuidado, yo no puedo evitar ver sus pestañas aun un poco húmedas, sus mejillas sonrojadas por el calor de estar en una casa y no en una gran tormenta.

Mis ojos se van a sus labios, que ya están recuperando su color rojizo caracteriza, miro como estos se mueven suavemente mientras sopla para no quemarse.

Ella no dice nada y yo estoy muy distraído al tenerla aquí que mi mente está en blanco.

—Lo lamento tanto.—mi mirada pasa de mi taza a ella, aunque no me mira, está nerviosa y juega con sus dedos.—Yo no sé porque vine, estaba en el parque y empezó a llover. Empecé a correr y llegué aquí.—me sorprende ver que algunas lágrimas corren por sus mejillas.—No quería molestarte yo...quería disculparme por lo de Elías, él no tenia porque besarme me siento mal porque en menos de 24 horas tú y yo...—se queda callada.

Emily tapa su cara con sus manos y empieza a sollozar un poco más fuerte. Me levanto y me siento a la par de ella.

—Tranquila...—trato de abrazarla pero ella se levanta de golpe.

—¡No Tomas! No puedes decirme que me tranquilice. Lo que hice no esta bien. Lo que hice no esta bien. No puedes estar así, tienes que estar enojado, debes estar enojado conmigo porque lo merezco ¿bien? Vine a disculparme, yo no quería besarlo lo juro. Yo no soy ese tipo de chica que besa a muchos chicos en un día, o nunca. Enserio lamento haberte lastimado, si es que lo hice yo en verdad no quería hacerlo. Soy una tonta, no sé porqué estoy aquí. Me tengo que ir.—Emily empieza a caminar hacia la puerta pero yo la detengo.

Agarro su mano y me acerco hacia ella.  Ella por instinto retrocede y queda pegada a la pared.

—No te vayas....—susurro cerca de su boca.

—Tomas, yo...—cierro mis ojos y respiro, su pelo mojado y su perfume de vainilla es lo que huelo. A pesar de que mi corazón está palpitando demasiado rápido siento una gran calma al tenerla junto a mí.

Le acarició una de sus mejillas, al sentir mi toque ella cierra sus ojos y suspira. Abre los ojos, encarandome, por primera vez me siento un poco intimidado por su mirada, porque si está nerviosa no lo muestra para nada. Las lágrimas han desaparecido por completo y el color de sus ojos son como un agujero negro que está a nada de devorarme.

—Por favor no te vayas, Emily.—digo agarrando sus mejillas con mis dos manos antes de besarla.

Siento como se pone de puntitas para profundizar más el beso, sus manos agarran mi sudadera y el hecho de imaginarla tan pequeña y fría me hace reír entre sus labios.

La sincronización de ambos es asombrosa. Con este beso le demuestro todo lo que siento, todo lo que he sentido estas semanas.

Lo que me sorprende es que ella me demuestra lo mismo.

Finalmente nos separamos por falta de aire, pero no nos separamos, nuestras narices rozan y nuestros ojos se observan, yo con una gran sonrisa y ella con una un poco tímida.

—Lo siento tanto.—dice.— Yo no siento nada por él.

—Me alegra oírlo.—digo y la vuelvo a besar.

Unos minutos después, Tomas y yo decidimos volver a sentarnos en el sofá para aclarar algunas cosas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Unos minutos después, Tomas y yo decidimos volver a sentarnos en el sofá para aclarar algunas cosas. Antes de que alguno de los dos dijera algo la puerta de la entrada se abre. La madre de Tomas entra toda mojada.

—Tomas, ¿puedes ayudarme?— Tomas sale corriendo a agarrar las bolsas del supermercado que tiene en las manos.

Yo me levanto para ver si puedo ayudar en algo pero él ya se ha llevado todo para la cocina. Me quedo parada sin saber bien qué hacer hasta que la madre de Tomas cierra la puerta y nota mi presencia.

Al principio parece algo sorprendida al verme, su mirada pasa por lo que llevo puesto y yo al recordarlo me sonrojo a más no poder.

¿Cómo no se me ocurrió que si ella llegaba podía malinterpretar todo?

La veo nuevamente, abro mi boca para explicarme pero no sale nada. Ella cambia su cara a una completamente divertida.

Bien, se ríe de ti nuevamente. Vamos bien.

—Señora Miller, perdón por estar aquí tan tarde y vestida así, yo...—bajo la cabeza muy avergonzada.

—Emily, no te preocupes, me alegra que estés aquí.— se acerca a mí y me abraza.— Cuéntame que paso.—ella ríe y me lleva a la cocina.

Luego de contarle todo, excepto la parte de los besos, Verónica nos hizo unas galletas y nos las comimos mientras veíamos una película. Pasamos una maravillosa noche. Esta vez no pude rechazar la cena, ya que tengo que esperar a que mi ropa se secara.


—Gracias por todo.—le digo a Tomas antes de salir de su auto, el insistió en traerme.

—De nada, me gustó mucho que llegaras.—dice sonriéndome.

—Lamento todo, sabes llegar así...—su mano agarra la mía y comienza con los típicos círculos en esta.

—Yo lamento no haber hecho algo cuando él te besó. Pero eso no volverá a pasar, porque espero ser al único chico con el que te beses desde ahora. Porque tu eres a la única que deseo besar.— dice antes de que una de sus manos se ponga en la parte de atrás de mi cabeza para unir nuestros labios.

Dime que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora