El salón de clases estaba en silencio. Sólo podía oírse el sonido de los lápices trazando líneas sobre el papel y uno que otro golpeteo de la punta de grafito contra el pupitre.
—¡Se acabó el tiempo, pasen sus hojas! —dijo la profesora dando unas palmadas para apurar a sus alumnas.
La profesora recogió los exámenes y se dirigió a su escritorio para corregirlos mientras las chicas conversaban en voz baja sobre lo que harían en sus vacaciones.
—¿Qué harás tú, Audrey? —preguntó con curiosidad una de las chicas.
—Voy a irme de viaje —dijo Audrey con una gran sonrisa adornando su rostro—. Mis padres ya me dieron permiso y ya tengo la maleta lista desde hace una semana.
—Suena divertido —respondió otra de las chicas.
—¿A dónde piensas ir? ¿Con quién vas a viajar?
—Aún no sé a dónde, pero pensaba ir de mochilera. Yo sola —respondió Audrey palmeándose el pecho con orgullo.
—¿Sola? ¿Estás segura? —preguntó una de las chicas alzando un poco la voz mientras se inclinaba hacia Audrey—. ¿No te da miedo?
—¡Silencio, aún es hora de clase! —La profesora se levantó para ver quién era la que hacía tanto alboroto, pero al notar que se volvió a hacer el silencio en el aula, volvió a sentarse.
Unos minutos después, la profesora dejaba su pluma en un soporte en el escritorio y se levantaba para acercarse a sus alumnas.
—Ya terminé de corregir sus exámenes. Me alegra decir que nadie tendrá que tomar otro examen —dijo la profesora sonriendo y mostrando los exámenes corregidos con notas aprobatorias.
Los vítores y risas de las chicas junto con unos cuantos aplausos no se hicieron esperar. La profesora suspiró, esas chicas no podían quedarse tranquilas ni por un minuto. Su mirada divagó por el aula y luego, por el patio del colegio donde vio el gran reloj de arena que marcaba las horas y al que aún le quedaba algo de arena en la parte superior.
—Aún nos queda algo de tiempo hasta que acaben las clases. ¿Hay algo de lo que quieran hablar? Tal vez de sus vacaciones o algo interesante que hayan visto —preguntó la profesora tratando de mantener un ambiente relajado antes de terminar con sus actividades.
—Profesora —dijo una alumna levantando la mano—. Hoy por la mañana, cuando pasaba por la plaza del pueblo, vi que estaban colocando una estatua, pero no pude reconocer de quien se trataba.
—Sí, yo también la vi de camino hacia acá. Representa a Audrey, el líder del pueblo blanco o "Calas" como ellos mismos se denominaban. El próximo año hablaremos de él en la clase de historia.
Audrey sonrió. Su madre, una historiadora, le contó que la había nombrado así por aquel personaje, un líder nato que hace siglos ayudó a ganar una guerra que parecía perdida.
Mientras, pensaba en el dichoso personaje, sonó la campana de la escuela, marcando el final de las clases para alegría de las alumnas.
—¡Muy bien, chicas! Les deseo lo mejor en sus vacaciones. Nos vemos el próximo año. ¡Y no olviden hacer su tarea! —dijo la profesora con una gran sonrisa antes de ir a su escritorio a recoger sus cosas.
Audrey se despidió de sus amigas en la puerta de la escuela, tras lo cual se dirigió deprisa a su casa para comer algo y salir lo antes posible hacia donde la lleve el destino. La emoción hacía que sintiera que el camino era más corto que de costumbre.
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En busca de Abigail
Short StoryHace mucho tiempo, existía un enigmático pueblo al que todos llamaban el "pueblo blanco". Éste desapareció sin dejar rastro tras una gran guerra, quedando como una vieja leyenda. Un día, Audrey, una entusiasta adolescente, conoce a un peculiar chic...