Mayte pasó las manos por los pechos de Fernanda. La reconciliación había subido su temperatura, pero la cocina era como un horno.
Recordó algo que había leído una vez en una revista. Parecía el momento perfecto para probarlo.
— ¿Quieres un polo? Si la electricidad tarda mucho en venir, se van a derretir de todos modos. Por lo menos estará frío.
Fer se movió un poco, de modo que Mayte ya no estaba atrapada entre la encimera y el cuerpo de ella.
—Sí. Hace años que no tomo un polo.
—Yo los compro cuando hace este calor. Son dulces y tienen menos calorías que los helados —abrió el congelador—. Estupendo. Siguen congelados. ¿Cereza, fresa o uva?
—Definitivamente, cereza.
Mayte le pasó uno.
—También es mi favorito.
Desenvolvió el suyo y lo lamió despacio, primero por un lado y después por el otro.
—Hmh.
Miró a Fer, se metió el polo en la boca y chupó con fuerza. Lanzó un gemido.
Fernanda la miraba apretando el suyo en la mano.
—No sé si puedo verte comer un polo sin tener un infarto —se apoyó en la encimera como si tampoco supiera si podían sostenerla sus piernas.
Mayte sonrió y mordisqueó la punta. Le encantaba ver cuánto le excitaba. Se bajó el top y liberó sus pechos.
— ¿Qué te parece esto?
Pasó el polo por los pezones.
— ¡Vaya! Esto te enfría con rapidez.
Mayte hizo un ruidito con la garganta.
—May...
— ¿Quieres que nos llevemos esto al dormitorio? Me parece que estaremos más cómodas allí —y no tenía intención de hacer el amor delante de su gato. Tomó un tazón.
—Vamos —Fernanda le tomó la mano y casi la arrastró por el pasillo hasta el dormitorio.
—Hmh. Me gusta que seas entusiasta.
—Tu polo y tú han causado mi entusiasmo —repuso Fer.
Mayte levantó del suelo la toalla con la que había salido Fernanda a por el gato, la extendió en la cama y se sentó en el borde.
La morena intentó abrazarla, pero ella se escabulló.
—Una cosa es el entusiasmo y otra la impaciencia. Todavía no es hora. Acabamos de empezar a disfrutar del polo.
Volvió a pasarlo por los pezones y después por el vientre y por la parte de arriba de los muslos.
—May, por favor.
Se sentía una mujer perversa... y le gustaba.
—Puedo decirte dónde necesito enfriarme un poco.
Se tumbó de espaldas, apoyada en un codo. Colocó un pie sobre la cama y se abrió, con lo que Fernanda pudo ver claramente lo húmeda que estaba ya.
—May... —gimió una vez más.
El rastro del hielo en la parte interior del muslo le provocó una sensación intensa.
Acercó despacio el polo a los labios.
Se sentía perversa y muy excitada. Introdujo un poco el polo y lo movió.
— ¡Oh!
Estaba duro y helado y ella estaba caliente. Fernanda se quitó la camisa sin dejar de mirarla. Mayte introducía y sacaba la punta del polo y se lamía los labios.
Fernanda se acercó al borde de la cama.
—Ven aquí.
Mayte estaba tan cerca del orgasmo que podría haber explotado cuando oyó el tono erótico y demandante de ella. Frr le rozó los labios con su polo y se lo introdujo en la boca.
Mayte no se había sentido nunca tan excitada como en ese momento. Estaba caliente por dentro, el polo se derretía en ella en un tiempo récord, deliciosamente frío contra su calor. Y la expresión de Fernanda...
Lamió el polo de Fer arriba y abajo.
—Parece que tienes calor —dijo—. Yo sé cómo refrescarte. Con algo frío en la superficie y caliente por dentro.
La morena no esperó una segunda invitación. Acercó su mano a la zona privada de Myate y la penetró.
— ¡Oh! —exclamó May. Nunca había sentido nada tan placentero como el tacto de Fernanda contra su piel fría. Calor y frío. Dureza y suavidad.
Era tan agradable que sabía que no podría durar mucho.
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Tentaciones...
RomanceEs una adaptación, pero no sé de quién es la historia original... sorry. No nos hacemos cargo de los traumas, lean bajo su responsabilidad.