El móvil de Mayte empezó a sonar. Por un momento pensó que podía ser Fernanda que se había dado cuenta de que la noche anterior había sido especial. Pero no. Era el número de Edgardo.
—Hola.
— ¿La negra sigue ahí?
—No. Llámala a su móvil.
—No quiero hablar con ella, sólo quiero saber si sigue allí. Tengo que pasarme —dijo él.
Ella no tenía tiempo para sus dramas.
—Me parece que no. No es un buen momento. No estoy de humor.
—Tengo algo que quiero enseñarte —insistió él.
Mayte se sentía demasiado apática y desgraciada para discutir mucho.
—Como quieras. Pásate.
— ¿Puedo llevar a Carlos?
Por lo menos le pedía permiso.
— ¿No vas a ninguna parte sin él?
Edgardo se echó a reír.
—No seas mala.
—Está bien. Haz lo que quieras.
Mientras esperaba, se dedicó a arreglar el apartamento y arreglarse ella. Que la hubieran rechazado no implicaba que tuviera que abandonarse. Edgardo y Carlos llegaron con cafés con hielo, panecillos, queso de untar y jamón cocido. La cafeína estaba bien. Y la comida mejor aún.
La rubia tomó la comida y la dejó en el arcón entre el sofá y el sillón.
—Ha sido idea de Carlos —le dijo Edgardo.
La joven no estaba todavía segura de que le cayera bien, pero optó por mostrarse educada.
—Gracias.
—Hay un bollo de canela y pasas —comentó Carlos.
—Mi favorito. Gracias de nuevo —ella sacó el bollo y lo untó de queso.
— ¿No quieres saber qué es lo que queremos enseñarte? —preguntó Edgardo, que se sirvió un panecillo.
—Espero que sea interesante porque no estoy de humor.
—A ver si lo adivino — él puso jamón cocido en su panecillo—. Le has dicho a Fer lo que sientes y ella te lo ha racionalizado todo y se ha ido.
— ¿Cómo lo sabes? ¿Has hablado con ella? —preguntó Mayte.
Hubiera preferido aquella conversación sin Carlos, pero tampoco le importaba tanto. Y él estaba callado.
—No me hace falta hablar con la negra. Somos amigos desde hace mucho —la apuntó con un cuchillo de plástico—.Ya te dije que tendrías que luchar por ella.
La joven se sentía vacía por dentro.
—No puedo obligarla a que me quiera.
—Si te quisiera, ¿lucharías por ella?
Mayte hizo una mueca. Sabía que su ahora ex pareja era egoísta, pero no cruel.
—Si pensara que me quería, tú sabes que lucharía.
Edgardo sonrió como el gato que acaba de comerse al canario.
—Esta mañana he descubierto que mi mejor amiga tiene un gran secreto conmigo.
— ¿Sí?
—Sabía que estaba enamorada de alguien, pero no sabía de quién. Y esta mañana he sabido quién es la misteriosa mujer.
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Tentaciones...
RomanceEs una adaptación, pero no sé de quién es la historia original... sorry. No nos hacemos cargo de los traumas, lean bajo su responsabilidad.