Fernanda se despertó con un sobresalto. Tardó un momento en darse cuenta de que sonaba su móvil, que estaba en sus pantalones en algún lugar del suelo oscuro. Saltó de la cama y los buscó a tientas.
Cuando los consiguió, había dejado de sonar. Miró su reloj. ¿Quién podía llamar a esa hora de la madrugada?
Mayte se incorporó sobre un codo.
— ¿Quién llama?
—Voy a verlo —marcó el buzón de voz.
—Fernanda, soy tu padre. Llámame cuando oigas esto. Espera, no puedes llamarme aquí —colgó.
—Mi padre —dijo Fer a May, que estaba ya bien despierta—. Primero me pide que lo llame y después dice que no puedo llamarlo. Pero voy a probar de todos modos.
Se sentía aprensiva. Sus padres no la llamaban nunca. Aquello no podía ser nada bueno.
Antes de que tuviera tiempo de hacer la llamada, sonó de nuevo su móvil.
— ¿Papá?
—Fernanda, gracias a Dios que contestas. Estoy en el Hospital Español. Creemos que tu madre ha tenido un infarto.
Las palabras de su padre fueron como un puñetazo en el estómago. Fernanda se sentó en la cama.
— ¿Dónde está ahora?
—Aquí, en el hospital.
—No, quiero decir si está en la UCI.
—No. Le están haciendo un electro en Urgencias. Necesita que vengas —hubo una pausa—. Yo necesito que vengas.
Fernanda no vaciló. Para bien o para mal, eran sus padres.
—Voy para allá. Puede que tarde, pero voy para allá. Llevo el móvil encima. Llámame si cambia algo.
Colgó el teléfono y notó con sorpresa que le temblaban las manos.
— ¿Qué pasa?
—Mi madre ha tenido un infarto —decir aquello en voz alta le hizo sentir náuseas.
—Oh, Fer - Mayte suspiró y la abrazó por detrás—. ¿En qué hospital?
—En el Español.
Mayte la soltó y salió de la cama. Abrió un cajón de la cómoda y se puso un pantalón corto de correr. Fernanda se puso los vaqueros y la camiseta. Ella se puso un sujetador deportivo.
— ¿Qué haces? —preguntó Fernanda.
— ¿A ti qué te parece? Me visto. El Hospital Español está al noroeste de aquí. No tengo coche y no sé si podremos encontrar un taxi a estas horas, pero podemos ir corriendo —miró las botas Doc Marten de Fernanda—. Si crees que puedes correr con eso. Mis deportivas no van a quedarte.
— ¿Podemos?
Mayte se recogió el cabello en una coleta y la miró por el espejo de la cómoda.
—Voy contigo.
—No es necesario.
—Sí lo es.
— ¿Y si no quiero que vengas?
— ¿Me estás diciendo que no me quieres allí?
El problema era que le asustaba hasta qué punto quería a Mayte allí. La asustaba lo fácil que era querer apoyarse en ella cuando había vivido tanto tiempo sola. ¿Y qué importaba que Fernanda la quisiera allí o no? Conocía a Mayte y sabía que iría de todos modos.
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Tentaciones...
RomanceEs una adaptación, pero no sé de quién es la historia original... sorry. No nos hacemos cargo de los traumas, lean bajo su responsabilidad.