☀ 01. Reencuentro.

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La noche transcurre tranquila. Termino de arreglarme en mi camarote con desdén. Esto de viajes familiares y descansos del trabajo nunca me ha parecido una buena idea. Escaparse de la realidad puede salir tan caro como cometer errores en la misma, pero he de cumplir los deseos de mi padre que ha hecho tanto por mí. Este a quien menciono me convenció hace un mes de que realizaríamos un viaje familiar por lo que tuve que dejar mi trabajo en N.Y y mi fundación en Florida a cargo de personas de mi mas alta confianza.

Coloco los aretes en mis oídos. Me doy una última vuelta en el espejo y suspiro. Esto es lo mejor que puedo verme. Salgo y empiezo a caminar por los pasillos de las habitaciones del hermoso crucero en donde me encuentro. Las paredes son de un color blanco mate, los barandales de la recepción crean una sintonía magnifica con los candelabros que cuelgan del techo. El crucero es tan grande que puedes recorrer los 10 kilómetros o más en un día de navegación con bastante esfuerzo. Tiene diferentes tipo de actividades que van desde tirolínea, recreación en cualquiera de las 3 piscinas, piscina de olas, clubes nocturnos, teatros, festivales y muchas otras cosas que mi padre no se ha cansado de repetirme los últimos dos meses.

Llego a las puertas del restaurante "Venezia" ubicado en el piso 5 del barco pues, es aquí donde cenaré durante mi estadía. Espero unos segundos a que un par de jóvenes delante de mí entren. El hermoso lugar tiene capacidad para unas 400 personas en cada uno de sus turnos por lo que está diseñado de tal manera para que nadie se sienta como sardinas enlatadas. Son dos, el primero empieza a las 7:30pm y el segundo a las 10:30pm, bastante tarde a mi gusto para una cena. Para ese momento el hambre que se me presentaría en el estómago sería tan grande como para causarme un fuerte dolor de estómago.

—Bienvenida, Señorita Rockefeller.— Charlie, el coordinador ejecutivo de las cenas se acerca hasta mí. Va vestido con un traje negro y corbata del mismo color.

—Buenas tardes, Señor Charles.— Respondo entregándole mi carnet para acceder.

—Su mesa es por aquí, acompáñeme por favor.

Camino observando a las personas comer gustosamente. Mi padre mencionó también algo sobre que el chef que prepara la exquisita comida tiene un sucursales en Italia con no se cuántas estrellas Michelin. Eso lo juzgará mi paladar. Charles se para en una mesa que tiene una botella de vino y dos copas de Champagne. Está perfectamente decorada y tiene dos carteles.

"Familia Rockefeller. "

"Familia McGregor."

Mi corazón se detiene. Siento como mi cara cambia de expresión bruscamente. Charles parece hablarme pero no lo escucho. Solo intento que no sea que lo que yo creo. No creo que Alonso esté aquí. Hay muchos McGregor en el mundo.

El destino no puede hacerme esto... ¿o sí?

Incrédula veo a todos lados buscando al joven cuyo apellido está sobre mi mesa pero me es inútil porque no logro divisarlo entre tantas personas.

—¿Dónde está la familia McGregor? —Le dirijo mi inquietud a Charles.

—En realidad no sé porqué colocaron "famila", señorita, solo es un joven McGregor. No sé quién es y tampoco ninguna otra persona ha merodeado por esta mesa. Usted es la primera. —Asiento con pesadez y el coordinador ejecutivo me deja sola.

Controlar mis nervios se me hace más difícil que nunca. ¿Por qué mi padre no ha llegado? ¿Por qué Alonso tiene que estar en este estúpido crucero? Mi mano suda y tengo que restregarla incómodamente en mi vestido. Agitada decido sentarme y fingir demencia pero algo me detiene en seco.

Han pasado días, semanas, años tal vez. Pero nunca me olvido de él. El hombre que me hizo feliz pero al que también dejé partir. Hoy, luego de 3 años sin verlo ni tener contacto alguno, veo su torso escasos metros de mí. La diferencia entre el pasado y el presente es que hemos cambiado. El ya no me mira con los mismos ojos de amor y yo... yo no sé si me arrepiento de haberlo abandonado. 

Amarte en pedazos. [Completa ✔️][Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora