— Lali volvamos adentro. — mi hermana intenta ayudarme a ponerme de pie.
— Me....odia..... Peter me odia. — mis lágrimas no paran de salir.
— Es un idiota, pero déjalo que se calme. En estos momento tú debes descansar.
Cierro mi ojos y dejo que me ayude a levantarme. Mis piernas tiemblan y duelen, pero ya no me importa. Solo quiero que Peter vuelva y me escuche. Eugenia me lleva hasta mi cuarto, me ayuda acostarme y me tapa con las pieles.
— Todo va estar bien. — acaricia mi cabello.
No contesto solo lloro, porque no sé si Peter me llegará a perdonar. Entiendo que no debí pensar en que no era el momento de ser madre, pero nunca quise perder a mi bebé. Mi hermana está hablando, pero no la escucho, solo quiero desaparecer, ya no sentir dolor.
— Eugenia déjame sola.....
— Lali.
— Quiero estar sola por favor.....
— Estaré cerca por si necesitas ayuda.
No contesto solo me acurruco abrazando mis piernas. Quiero que Peter vuelva, que me deje explicarle que no deseaba perder a nuestro bebé, que si deseaba tenerlo. Quería tener a mi bebé, no importa.
Cierro mis ojos, pero no tengo ánimos para dormir. Quiero que la puerta se abra y Peter entre. Que me diga que vamos a superarlo, que va estar conmigo... Solo eso deseo.
Las horas pasan y él no vuelve, mi hermana a estado viniendo para decirme que tengo que comer, pero no tengo apetito. Ya es de noche. Peter no viene al cuarto y cuando pregunto por él nadie me da una contestación.
La puerta se abre y me pongo reta emocionada de que por fin Peter volviera, pero en vez de él, se trata de una de las mujeres.
— Si viene a preguntarme si deseo algo, la respuesta es no.
— Lo siento señora no vengo a eso.
— ¿Entonces?
— Vengo por algunas cosas del señor, el pidió que le arreglemos otro cuarto y llevemos sus cosas.
— No puedes llevarte sus cosas.... Te lo prohíbo. Vete del cuarto ahora mismo.
— Señora sé que usted no lo desea, pero es una orden del señor. — se acerca en donde están algunas cosas de Peter y comienza meterlas en los baúles. Aprieto los labios y acercándome a ella la apartó. — señora ¿que hace?
— Ya te dije que no va salir nada de esta habitación... Me niego, no lo voy a permitir.
— Es una orden del señor....
— Yo soy tu señora.
— El señor dijo que no le hiciera caso y que la única orden que debo seguir es la de él solamente.