Capítulo 40 - 8-10.

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— Lali volvamos adentro

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— Lali volvamos adentro. — mi hermana intenta ayudarme a ponerme de pie.

— Me....odia..... Peter me odia. — mis lágrimas no paran de salir.

— Es un idiota, pero déjalo que se calme. En estos momento tú debes descansar.

Cierro mi ojos y dejo que me ayude a levantarme. Mis piernas tiemblan y duelen, pero ya no me importa. Solo quiero que Peter vuelva y me escuche. Eugenia me lleva hasta mi cuarto, me ayuda acostarme y me tapa con las pieles.

— Todo va estar bien. — acaricia mi cabello.

No contesto solo lloro, porque no sé si Peter me llegará a perdonar. Entiendo que no debí pensar en que no era el momento de ser madre, pero nunca quise perder a mi bebé. Mi hermana está hablando, pero no la escucho, solo quiero desaparecer, ya no sentir dolor.

— Eugenia déjame sola.....

— Lali.

— Quiero estar sola por favor.....

— Estaré cerca por si necesitas ayuda.

No contesto solo me acurruco abrazando mis piernas. Quiero que Peter vuelva, que me deje explicarle que no deseaba perder a nuestro bebé, que si deseaba tenerlo. Quería tener a mi bebé, no importa.

Cierro mis ojos, pero no tengo ánimos para dormir. Quiero que la puerta se abra y Peter entre. Que me diga que vamos a superarlo, que va estar conmigo... Solo eso deseo.

Las horas pasan y él no vuelve, mi hermana a estado viniendo para decirme que tengo que comer, pero no tengo apetito. Ya es de noche. Peter no viene al cuarto y cuando pregunto por él nadie me da una contestación.

La puerta se abre y me pongo reta emocionada de que por fin Peter volviera, pero en vez de él, se trata de una de las mujeres.

— Si viene a preguntarme si deseo algo, la respuesta es no.

— Lo siento señora no vengo a eso. 

— ¿Entonces?

— Vengo por algunas cosas del señor, el pidió que le arreglemos otro cuarto y llevemos sus cosas.

— No puedes llevarte sus cosas.... Te lo prohíbo. Vete del cuarto ahora mismo.

— Señora sé que usted no lo desea, pero es una orden del señor. — se acerca en donde están algunas cosas de Peter y comienza meterlas en los baúles. Aprieto los labios y acercándome a ella la apartó. — señora ¿que hace?

— Ya te dije que no va salir nada de esta habitación... Me niego, no lo voy a permitir.

— Es una orden del señor....

— Yo soy tu señora.

— El señor dijo que no le hiciera caso y que la única orden que debo seguir es la de él solamente.

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