Ordenaba algunos folletos en la recepción de la cabaña del misterio, a mi lado se encontraba Wendy hablando por su celular moviendo uno de sus pies al ritmo de la música que habíamos colocado hace poco, aprovechando que le dueño del lugar, Stan había salido a hacer quien sabe que cosas.
No muy a lo lejos de nosotros, estaban los gemelos Pines, Mabel y Dipper. Este ultimo me dedicaba pequeñas miradas sonriéndome de vez en cuando.
Ambos hace al rededor de unos 2 meses habíamos comenzado a ser novios. Teníamos muchas cosas en común y una de ellas era investigar lo paranormal o extraño que habitaba en Gravity Falls.
En un momento a otro, lo tenía frente a mí, mientras ambos nos tomábamos de las manos.
—Todo estará bien desde ahora ____— tomó mi mejilla y....
— mami! —
Abrí los ojos encontrándome con un hermoso niño de ojos azules y cabello amarillo sentado sobre mi con sus manos en mis hombros y un rostro de miedo.
Todo se fue a la chingada.
—pense que... Estabas muerta— hablo abrazándome. Su carita estaba mojada pues al parecer estaba llorando.
Cerré mis ojos un momento para así rodear al pequeño con uno de mis brazos a la vez que con el otro me apoyada en la cama sentandome.
—Solo dormía, lo siento— acaricie su cabeza lentamente. —no llores ¿si? Sino papi se enojara conmigo— bese su cabeza mientras me levantaba de aquella elegante y gran cama dirigiéndome al baño.
Hace al rededor de unos 6 meses atrás, fui a parar a la pirámide de Bill Cipher como una de los tantos prisioneros más que habían caído aquí luego de que el "Raromagedon" se volviera una realidad.
Algunas semanas después, no sabría cuántas a decir verdad, este pequeño llegó corriendo a mi celda y.....
—¡Mami!
Detrás de él, el responsable de crear el raromagedon apareció mostrando una infaltable sonrisa...
—Si hijo, ella es tu madre.
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Ella es tu madre. [Bill Cipher y tú]
FanfictionMi vida era normal. Trabajaba medio tiempo en una trampa para turistas. Tenía a mi novio y amigos hasta que, por un mínimo error, todo se fue a la mierda en pocas palabras. Hasta que, en aquella solitaria celda, un niño apareció afirmando los barr...