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Se había vuelto una costumbre inconsciente el encontrarse en aquella aula abandonada.

Podían estar completamente en silencio haciéndose compañía o acabando alguna tarea olvidada, cualquier cosa y ambos estarían agusto.

-¿Que haces? - preguntó Isaza al chico.

-Volver a acabar este libro para un examen - respondió Martín.

-¿Como se llama? - le preguntó para que la conversación no muriera ahí.

-Se llama "El silencio del asesino" - contestó -. Va de que en la casa de un hombre se encuentra un cadáver bajo un árbol debido al accidente, se hace un juicio, pero el hombre permanece todo el rato en silencio. El final es algo impactante - comentó -. Yo no tenía pensado leerlo entero, pero terminé enganchado - añadió.

Sin poder evitarlo Martín bostezo y cubrió su boca con la mano.

-Perdona, esta noche me desvelé releyendo el libro para no olvidar ningún detalle - se disculpó el menor.

-No hay problema - afirmó Juan Pablo.

Al ver como el contrario casi se dormía sentado en el suelo y apoyado en un pilar, Isaza tuvo una idea por lo que se sentó a su lado.

-Puede usarme como almohada, yo le despertaré cuando sea la hora - prometió Juan Pablo.

Martín parecía dudar, pero el sueño era mucho más fuerte que él por lo que aceptó la propuesta del más alto y apoyó su cabeza en el hombro contrario.

-¿Está cómodo así? - le preguntó Isaza.

-Más o menos - respondió Martín.

Ni corto ni perezoso el mayor sentó al otro sobre sus piernas y Martín instintivamente se acomodó mejor. No era la primera vez que el menor se dormía en el regazo de Juan Pablo, era algo bastante común y corriente entre ellos el usar al otro como almohada.

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-¿Dónde estará Isaza? Últimamente desaparece mucho - preguntó Villamil.

-Con la novia - bromeó Simón.

-Oye Monchi, ¿y su hermano? - preguntó Aleho levantando la vista de sus apuntes.

-Pues ahora que lo dice... No tengo ni idea - confesó Simón.

-Estará bien, no tienen de que preocuparse. Marina ya es mayor y sabe cuidarse sola - afirmó Juan Pablo Villamil -. Perdón, Martín - se corrigió a sí mismo ante las miradas de sus amigos.

-Creo que iré a buscarlo, solo por comprobar que está bien - comentó Simón.

-Voy contigo - dijo Aleho.

-Esperen, yo voy con ustedes - dijo Villamil cuando ambos empezaron a andar.

-¿No que estaría bien? - preguntó Aleho con una sonrisa.

-Bueno cambié de opinión, ¿hay algún problema? - preguntó Villamil intentando ocultar su nerviosismo.

-Dejen de perder el tiempo coqueteando y vamos - dijo Simón comenzando a andar.

-¡NO ESTAMOS COQUETEANDO! - gritaron ambos a la vez.

-Ajá - fue lo único que dijo Simón.

✴️✳️✴️✳️✴️

Los tres amigos caminaron por todo el patio y ni pista de ambos chicos, por lo que decidieron buscar por el edificio. Que a pesar de que los alumnos tuvieran prohibido estar por los pasillos y clases a la hora del receso a muchos les daba igual.

-El receso está por terminar y todavía no tenemos noticias de ninguno - dijo Villamil.

-Esperen, creo que vi algo - dijo Aleho.

El mayor del grupo de acercó con sigilo a una de las puertas del extenso pasillo y se asomó por el cristal pequeño incrustado en la madera.

-Parece que son ellos - les informó Aleho.

Simón se asomó también a la pequeña ventana y asintió con la cabeza, confirmando lo que el otro había dicho.

Entraron con cuidado para no asustar a sus amigos, pero de manera que si notaran su presencia.

Isaza levantó la vista del libro el cual estaba leyendo y llevó su índice a sus labios en una muda petición de silencio mientras señalaba con su cabeza a Martín, quién seguía durmiendo.

-¿Acá estuvieron estos días? - preguntó Simón en un susurro.

-Sí - afirmó Isaza, también susurrando.

-Bueno por lo menos está bien acompañado - comentó Aleho en voz baja.

-Simón, luego tengo que hablar con usted sobre algo importante - aseguró Isaza.

NO SOY ELLA | Finalizada | MoratDonde viven las historias. Descúbrelo ahora