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Conforme el timbre sonó Martín fue a recuperar sus objetos y salir de ahí lo más rápido posible en busca de Simón. No quería ver a más gente de su clase o toparse con los amigos de su hermano.

-Simón, vámonos a casa por favor - pidió el menor.

-¿Tan mal fue? - le preguntó.

-Por favor, vámonos y te cuento en casa - insistió.

-Está bien - aceptó el mayor.

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-¿Que es lo que pasó? - preguntó Simón una vez que llegaron a casa -. Y no quiero secretos esta vez - añadió.

-Simplemente mis compañeros, son un poco cortos de mente - afirmó Martín intentando no preocupar demasiado a su hermano.

-Bien entonces hablaré con tu tutor y... - comenzó a decir -. ¡No! No es necesario, pronto saldrá algún chisme y se olvidarán del tema - le interrumpió Martín.

-¿Debería de fiarme de tu palabra? - cuestionó Simón.

-Yo creo que pasará eso - afirmó el menor -. Por cierto, ¿no tenías ensayo con la banda? - preguntó.

-¡Es cierto! - dijo Simón levantándose del sofá para ir a buscar su bajo.

-Hasta luego - se despidió de su hermano.

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La práctica iba bastante bien, lo que no lo iba tan bien era la parte de composición y nombramiento de las letras.

-¿Empapa la hoguera? ¿Es enserio, Isa? - preguntó Aleho.

-No tenía un nombre mejor - se excusó él.

-¿Y que me dices de "Piedras"? - preguntó Villa solo para molestar a su amigo un poco.

-Me daba un poco de flojera buscarle un nombre, miré por la ventana y vi unas piedras - explicó Isaza.

-Oye, Simón ¿cómo está Marina? No la he visto en bastante tiempo - preguntó Isaza.

Simón hizo una pequeña mueca casi imperceptible debido al nombre usado para referirse a su hermano, pero ellos no lo sabían, ni lo harían de momento por lo cual no le corrigió.

-Pues bastante bien, últimamente está un poco más feliz - afirmó el nombrado.

-Menos mal, realmente me preocupaba que estuviera tan decaída - comentó Aleho haciendo girar las baquetas en sus manos.

-Si quiere puede decirle que venga al próximo ensayo - le propuso Villamil.

-Le preguntaré si quiere venir para la próxima - afirmó Simón por no sonar borde con sus amigos.

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-¿Dónde habían estado? - preguntó Simón a su madre y hermano debido a que cuando había llegado no había nadie en casa.

-Habíamos ido al médico - respondió la mujer.

-¿Y eso? - cuestionó Simón.

-Me han dado esto - dijo Martín enseñándole una caja -. Es como una vacuna, pero para las hormonas masculinas, tengo que ir cada cierto tiempo hasta que yo pueda usarlo - explicó.

Martín fue a dejar la cajita y cuando volvió Simón le comentó:

-Ellos quieren que vayas al próximo ensayo si quieres

El menor se quedó en silencio durante unos segundos, pensando.

-Me agradaría mucho ir, pero creo que no. No quiero que me pase lo mismo que con mis compañeros de clase tan pronto - respondió este.

-Sabes que mamá podría ir a hablar con el tutor o algo así - dijo Simón.

-¿Para qué? No es culpa del pobre hombre que los padres los hubieran criado con una mente tan cerrada - opinó Martín.

-¿Por qué no puedes usar ese razonamiento en los exámenes? Tus profesores se quejan de tus respuestas tan vagas - le preguntó su hermano.

-Me aburren mucho las clases y los exámenes son muy pesados, además si no lo pongo como en el libro me suspenden igual - afirmó el chico.

-¿Que haré yo contigo? - se preguntó Simón a si mismo.

-Quererme y rezar para que no le diga a mamá sobre el jarrón - dijo Martín con una sonrisa burlona.

NO SOY ELLA | Finalizada | MoratDonde viven las historias. Descúbrelo ahora