Martín llevaba como una hora y media encerrado en su habitación, supuestamente, probándose la ropa que le había dado.
-Sal de ahí - le ordenó Simón.
-No perro, entonces me verás - afirmó.
-Esa es la cuestión, sal o tiro la puerta abajo - lo amenazó el de lentes.
-Es tu habitación, no te atreverías - respondió.
- ¡Martín, sal de mi habitación ya, carajo! - gritó.
- ¡Calla, que mamá podría escuchar! - gritó Martín.
La puerta de la habitación del mayor de los Vargas se abrió y Martín salió con la ropa de su hermano, la cual le quedaba un poco grande.
-Ves, te queda bien - aseguró Simón.
-No creo poder llevar esto... - comentó Martín.
-Claro que sí, mamá lo entenderá, papá lo entenderá y los demás también - aseguró Simón.
- ¡Simón, Marina, bajen a cenar! - gritó la madre de ambos desde la cocina.
-Yo creo que debería cambiarme - comentó Martín intentando volver a la habitación de su hermano, pero Simón lo agarró del hombro.
-Ni se te ocurra - dijo Simón empujándolo hasta las escaleras.
Con los nervios recorriendo todo su ser y unas grandes ganas de vomitar entró a la cocina, junto a su hermano, encontrándose a su madre de espaldas.
-Poner la mesa - ordenó la mujer, pero al girarse se quedó de piedra.
Cuando la mujer se mantuvo en silencio durante tanto rato Martín realmente creyó que todo se iría a pique, pero se sorprendió al escuchar que le preguntaba:
- ¿Eres más feliz así?
-Sí mamá, lo siento - se disculpó.
-Cariño, no hay nada de lo que debas disculparte - aseguró acariciando gentilmente la mejilla de su hijo.
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Su madre ya lo sabía y lo apoyaba, aunque si era educadora infantil/psicóloga y no aceptaba a su hijo ya era de ser hipócritas a niveles inimaginables. Ahora solo faltaba que lo supiera su padre y con solo pensar en ello Martín comenzaba a temblar como una gelatina.
-Yo puedo - se dijo a sí mismo justo antes de tocar la puerta -No, no puedo - dijo y cuando estaba por darse la vuelta su padre abrió y además Simón le cortó el paso poniéndose delante de él.
- ¿Simón, ocurre algo? - preguntó el señor Vargas.
-No, no, solo teníamos que decirte algo - respondió el nombrado.
- ¿Nosotros? Ah, tu amigo y tú, ¿me lo presentará o lo sigo llamando tú amigo? - dijo el hombre intentando saber que querría decirle su hijo.
Martín tomó aire y se dio la vuelta, quedando cara a cara con su padre.
- ¿Marina? - preguntó su padre sin entender la situación.
-Papá, no me llamo Marina... Soy Martín - dijo el menor de los Vargas.
El hombre empezó a reír escandalosamente y ambos hermanos se miraron confundidos.
-Wow, que buen chiste. Las bromas van mejorando cada año - afirmó su padre cuando logró dejar de reír y pudo respirar.
-No es ninguna broma - insistió Martín y el hombre ante la seriedad de este dejó de sonreír.
-Marina, al principio está bien, pero ya - dijo frunciendo el ceño.
-Es enserio - continuó insistiendo el joven.
- ¡Marina ya basta! ¡No quiero que sigas con esta tontería, ya dije que basta! - le gritó.
-No lo estas entendiendo, soy un chico - afirmó Martín.
- ¡¿PERO QUE DICES?! ¿¡ACASO TE HAS VUELTO LOCA?! ¡ERES UNA CHICA, ERES MI HIJA! - continuó gritando.
- ¡NO SOY ELLA! - gritó está vez Martín, pero antes de que pudiera decir algo más una bofetada le cayó.
Simón rápidamente apartó a su hermano de su padre y se puso en medio de ambos.
- ¡Me niego a creer que eres uno de...! ¡De esos bichos! - le gritó.
- ¡Y yo me niego a creer que eres una persona así de cerrada! - gritó está vez Simón -. Este es mi hermano y se llama Martín, te guste o no - aseguró.
- ¡FUERA DE MI CASA LOS DOS! - chilló el hombre y ambos jóvenes no esperaron nada a salir corriendo del lugar.
Cuando sus piernas no dieron para más se pararon a descansar en un parque. Martín se sentó en una banca y cubrió su rostro con sus manos.
-Martín... - le llamó su hermano y este descubrió su rostro.
-Lo sabía, sabía que esto no era normal ¿en qué momento pensé que sería buena idea? - dijo al aire.
Simón apoyó sus manos cada una en una mejilla y lo obligó a mirarle.
-No digas eso, ni lo pienses. Es su problema por pensar de esa forma, tú estás completamente bien ¿entendido? - le dijo quitando pequeñas lágrimas que escapaban de sus ojos.
Martín se levantó y abrazó a su hermano.
-Todo estará bien - prometió Simón.
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NO SOY ELLA | Finalizada | Morat
FanfictionLa vida cambia con el pasar del tiempo y con ella también lo hacen las personas, ¿cuantos cambios está dispuesto a soportar? ¿y cuántos aceptarán ese cambio? ~Diana